Dimmi (Mariana)

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-¿Ya llevas todo?-Me gritó Gianluca desde su habitación

-¡Sí!

-¿Segura?, revisa de nuevo- Dijo mientras caminaba por el pasillo hasta llegar a la cocina, su cabello se veía mojado por lo que sospeche que se había duchado

-Ya revisé varias veces, puedes estar tranquilo- Me senté en uno de los sillones con dirección a la cocina- ¿En serio te duchaste?

-Bueno, quería empezar el día de buena manera-Encogió los hombros- No pensé que te quejarías porque me duche

-Esta bien, es solo que te puedes enfermar, afuera esta algo fresco

-Puedo soportarlo, Malvon- Sonrió

Malvon. Así era el nuevo apodo que a Gianluca se le ocurrió para mí, no es que rime mucho con mi nombre precisamente pero el insistió en que sí. Unos días antes preparé una ensalada de frutas en la que incluí malvaviscos, palabra que empieza con al menos las primeras dos letras de mi nombre. También dijo que el rosa del malvavisco le recordaba a mí.

-¿Me pasas una gelatina y una cuchara?, para comer algo camino al aeropuerto

-Ahh

-¿Qué?

-Ayer me acabe la última- Trato de sonreír

-¿Enserio?- Lo mire ligeramente molesta- El martes que fuimos al supermercado te pregunte si querías y dijiste que no

-Lo siento- Se acerco y se sentó aun lado de mi- Prometo traer para el domingo que regreses

-Mas te vale-reí

A las 8:40am salía el vuelo hacia Roma, mínimo teníamos que estar 1 antes porque no tendríamos que documentar. Un poco antes de las 7am, Piero me marco a mi celular para avisarme que ya bajáramos porque no tardaba en llegar. En un inicio seria Alba la que nos llevaría, pero en los últimos días se había enfermado (incluso había faltado a su trabajo), por lo que Gianluca asumió la responsabilidad.

-¡Hola, chicos!- Se bajo del auto y nos saludo

-Hola, Piero- Saludamos ambos

-Aquí están las llaves, todo tuyo- Se dirigió a Gian

-¿Quieres ir de copiloto?- Le pregunte

-No, yo voy atrás, Alba insistió en venir

-Ay, esa mujer no tiene remedio- Rodee los ojos- Bueno, ya hay que irnos

Con todas las capas de ropa posibles e incluso una cobija, Alba estaba en uno de los asientos traseros, insistió en que ya se sentía mucho mejor y quería despedirse correctamente de ambos. Yo, como buena copiloto, iba poniendo algunas canciones, en un tono bajo porque sabia que Gianluca no soportaba el volumen alto por las mañanas. La mayor parte del camino fuimos en silencio, como que aquella mañana nadie estaba entusiasmado por hablar.

Antes de pasar por el filtro de seguridad, nos encontramos con la maestra que nos acompañaría. Después tuvimos la gran despedida (fue menos dramática de lo que suena), tanto a Alba como a Gian les di un abrazo y prometí traer algo muy italiano, sobre todo a Gian, sabia que algo de su tierra le agradaría.

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A las 11:40 ya estábamos saliendo del aeropuerto de Roma, Piero estaba siendo un poco el líder de aquella aventura, era el que mejor hablaba italiano y quien mejor conocía la ciudad, la maestra y yo confiábamos en él. Al final, optamos por pedir un automóvil en la aplicación Uber para que nos llevara a nuestro hotel. El evento en el que participaríamos seria al día siguiente en la Universidad De Roma.

En algún lugar de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora