Lan WangJi estaba furioso.
Tan enojado que apenas podía contener la voz de su interior que ansiaba gritar en frustración.
No solo estaba enojado. También vivía en la constante molestia ante emociones desconocidas.
Ya había hecho las paces con la idea de estar enamorado de Wei WuXian. A cada momento se forzaba a arrancar los sentimientos en su pecho. Sin importar cuánto dolor le causara, no podía simplemente olvidarlo.
Fue confuso, desagradable, cálido y en esencia, Lan WangJi se sintió repugnante.
No por Wei WuXian. Sino por el ingenuo anhelo que brotaba en ocasiones, pensando que Wei WuXian era alguien que valía la pena, que le veía como un igual.
La realidad fue que Wei WuXian lo vio como una broma. Alguien de quien reírse. A quien atormentar por su situación.
'¿Acaso es tan divertido no poder moverme como el resto?', se preguntó entre lágrimas una noche.
Había instantes en los cuales Lan WangJi se debatía la posibilidad a que Wei WuXian fuese ignorante de su situación. Ya habían transcurrido más de dos meses de castigo. Fue imposible que ningún rumor hubiese llegado a sus oídos. Además, era amigo de Nie Huaisang, reconocido por su boca chismosa.
A ese punto era más que probable que Nie Huaisang haya contado sobre su condición a lujo de detalle, basándose en la información que su xiongzhang hubiese compartido con el maestro de la espada ChiFeng-Zun.
Es por ello que la mención a Caiyi para una excursión le resultó tan desagradable.
Si Wei WuXian lo había comentado para martirizarlo, entonces, había caído realmente bajo.
Recordó la ocasión en que arrojó bolas de papel. Ignorando la petición de WangJi de controlarse.
Wei WuXian se carcajeó, causando un desastre gigantesco en el pabellón, que ni siquiera ordenó. Una parte de Lan WangJi se vio tentada a descubrir el contenido de las bolas de papel; sin embargo, su dignidad se lo impidió. Colocándolo todo en la basura.
¿Shufu habrá tenido razón?, se preguntó.
¿Como un joven podía ser tan cruel, y sonreír con una expresión tan limpia?
Es como si no le importara lastimar a otros.
Lan WangJi estaba al límite de sus emociones. Esa noche había llorado hasta quedarse dormido.
Reconoció el absurdo en el gasto de energía por una persona que no valía la pena. Rememoró el mito sobre su apellido, en que el amor era una maldición. Había ocurrido con sus padres, ahora pudo verlo en él mismo.
Lan WangJi se sintió imbécil de enamorarse de alguien solo por su sonrisa y la libertad en sus movimientos. De hecho, la llegada de Wei Ying del exterior, se había convertido en todo lo que necesitó para iluminar el mundo contenido dentro de las cuatro paredes que le restringían y también para hacerle sentir desgraciado.
Dentro de la seguridad de su hogar se permitió perder la postura, cediendo al abatimiento. No tuvo ánimos de cambiar las prendas exteriores, cenar o tomar un baño.
En su lugar, dedicó un shichen apreciando el arder de la vela y más tarde se subió a la cama haciéndose un ovillo. El sonido del papel se agitó en sus mangas, y WangJi buscó. Ansiando burlarse de sus silenciosos deseos por ser apreciado, apareció frente a él un dibujo.
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Llevar el peso de este anhelo
RomansaSe dice que sobre las montañas, más allá de las nubes; en tierras donde alguna vez yacieron inmortales de cientos de años, había un joven. Este joven fue bendecido con belleza sobrehumana y gran talento para las artes. Sin embargo, nadie conocía s...