Lan WangJi experimentó confusión e incertidumbre.
Se angustió ante la idea de confiar en alguien, solo para ser traicionado.
Las personas ajenas al clan lo describían como alguien 'ajeno a asuntos mundanos'. Lo cual no fue del todo cierto. Era un ser humano, no una estatua de piedra.
Seguía las reglas, actuaba de acuerdo a los preceptos, hizo el bien en medida de lo posible y agradeció a otros por la ayuda proporcionada.
Fue natural preocuparse ante los intentos de socialización con miembros externos a su limitado círculo familiar.
Aún así, vencer los viejos hábitos fue bastante difícil.
Lan WangJi no estaba acostumbrado a la presencia de otras personas a su alrededor.
Sintiendo que invadían su espacio, su seguridad y privacidad.
En ocasiones, encontraba la frustración. Su paciencia redujó su límite, y se encontró lidiando con la frustración a la incapacidad para manejar emociones complejas.
Había días buenos.
La mayor parte del tiempo, no experimentó ninguna emoción. Aquello era lo más desagradable, ya que a Lan WangJi no le gustaba no sentir.
Los días malos se caracterizaron por un sentimiento de vulnerabilidad a ojos de ancianos y propios dentro de su secta; a murmullos agrios a su persona. Tomándolo como tema de interés pese a la obvia regla que prohibía las habladurías.
Así mismo, intentar hacerse amigo de Wei WuXian implicó confianza ciega, apertura y por supuesto, aprender a expresar sus sentimientos.
Fue grato el hecho de que Wei WuXian se comportase de manera espléndida.
Con cada instante de cercanía, Lan WangJi se sentía más cómodo.
Wei WuXian se había asegurado de ello. No presionó la interacción, ni hizo bromas absurdas. De hecho si las hizo. Aunque Wei WuXian nunca se mofó a costa suya en temas sensibles. Siempre se inclinó a aspectos más triviales como la rigurosidad en el seguimiento de reglas, el disgusto de Lan WangJi por horarios de sueño poco saludables, e incluso por anécdotas donde Wei WuXian cometía actos perjudiciales a su existencia.
"Aiya, Lan Zhan, ¿qué tiene de malo intentar dispararle a unas dianas con los ojos vendados? ¡Incluso he volado con los ojos cerrados!" Tal declaración había hecho palidecer a Lan WangJi. Wei WuXian por otro lado, se partió de risa hasta que le dolieron las mejillas.
Wei WuXian era inteligente. Ingenioso. Artístico. Creativo. Tantas cosas.
El corazón anhelante de Lan WangJi se llenó de ansia por aquel que profesaba ser su amigo. La realización de la imposibilidad le causó dolor.
A voces del resto de personas, Wei WuXian era coqueto. Ágil con sus palabras, encantador, demasiado servicial y amable.
Dichas cualidades no deberían ser un problema. Después de todo evidenciaban valores íntegros. Sin embargo, el segundo jade de Lan no pudo evitar la sensación agria en el pecho.
A Lan WangJi no le gustaba que se comportara así, más aún si sus sentimientos no eran algo en serio. Porque entonces todo ese coqueteo casual que tuvo con Lan WangJi, jamás tuvo intención de prosperar.
Fue Lan WangJi haciéndose ilusiones.
Ilusiones, sueños imposibles que solo existieron en sus fantasías de adolescente.
ESTÁS LEYENDO
Llevar el peso de este anhelo
Storie d'amoreSe dice que sobre las montañas, más allá de las nubes; en tierras donde alguna vez yacieron inmortales de cientos de años, había un joven. Este joven fue bendecido con belleza sobrehumana y gran talento para las artes. Sin embargo, nadie conocía s...