Capítulo 24: Río Ester.

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La joven elfa, Jena Vendaval está sumida en sus pensamientos, intenta no darle más vueltas al asunto, pero siente una sensación distinta y con un mal presagio. Si por algo se caracteriza a los elfos, es que suelen ser bastantes espirituales. El caso de Jena, una de las elfa más destacadas en su clase y raza, con un gran futuro por delante como guardabosques y líder noble. Puede ser empañado por cualquier mal ente que desee dañar su espiritualidad.

—Jena... ¡Eh, Jena! —Lizäri llama la atención.

—Sí, dime... —dice Jena medio embobada por sus pensamientos.

—¿Qué te sucede? Estas extraña desde hace rato —cuestiona Vía.

—No, no me pasa nada, solo que estaba preocupada por Tyreesa y luego por Lizäri. Lo siento —explica la joven elfa.

—No pasa nada, Jena. Si todo está bien, sigamos —dice Denathal.

—Sí, ya parece que está anocheciendo —dice Won.

El cielo se vislumbra entre medio de las hojas de los árboles, en el lugar existen diversos tipos de árboles, unos amarillos de la especie Tajibo, otros verdes como el Cajigal o Cedrelo y algunos rosas como el Tabebuia rosea. Es verdaderamente hermoso, quitando de un lado lo peligroso que suele ser el Bosque Brumar.

—¡Chicos! Creo que pueden seguir solo, no creo que vuelva aparecer la niebla, pero... No se separen.

Detrás de muchos árboles, cuando había empezado la espesa neblina. Alguien estaba merodeando el lugar, pero no se podía distinguir quien era. Ese sujeto desconocido los está observando desde lejos, en medio de sombras y de tinieblas.

—¡Entrépito! —exclama con furia el sujeto.

Otro sujeto sale detrás de este, al parecer no eran simples desconocidos.

—Vamos, tendremos más tiempo para lograrlo —dice con voz de mujer.

—Sí, pero... —es interrumpido.

—Paciencia, tarde o temprano será.

Desaparecen del lugar sin dejar rastro. Los aspirantes a soldados arcanos, retoman el camino hasta el calabozo, siguiendo las indicaciones de los pergaminos y no separándose.

—Las sombras aprovechan un pequeño descuido para poder atacar. —Les dijo el Rey antes de marcharse.

Todos atienden a lo que les dijo Peters, y se marchan en sentido al Calabozo Brumar. Ya casi llegando, vislumbran a lo lejos a los demás grupos de tareas. Al parecer, los únicos afectados por la niebla espesa, fueron los tres últimos grupos que están llegando.

—Jóvenes... —replica el comandante Vargaz—. Al parecer tuvieron muchos problemas para llegar, los estábamos esperando.

—Lo sentimos mucho, Comandante —responde el príncipe.

—Joven príncipe, espero todos estén bien. Bueno, empezamos —responde y vocifera para que todos los presentes lo escuchen—. Primero, yo no entraré...

Los presentes se espantan un poco, algunos se lo esperaban.

—Deben saber que lo que está adentro, NO es un juego, es la vida real y algunas veces deben buscar la solución por su cuenta. Irán con sus respectivos grupos, empezando por el grupo de la señorita Jena Vendaval y terminando con Hain. Todos entraran en el orden de su nombramiento como capitán.

—Comandante... —levanta la mano el joven Nola Lagos.

—Diga joven, primero preséntese y luego haga su inquietud.

—Me llamo Nola Lagos, mi pregunta es si todos entraremos a la vez o entraran por tandas de equipos.

—No entrarán todos a la vez, primero entrarán dos grupos, luego otros dos. Los primeros son, el grupo de Jena y el grupo de Denathal.

Al escuchar los dos primeros grupos, los chicos se alegraron. Sobre todo, la joven cazadora.

—Seguidos del grupo de Edmund y de Mely, luego Tián y Mara, seguido de ellos van Nola y Daener; y por ultimo Layla y Hain.

Denathal levanta la mano.

—Díganos, joven Denathal.

—Mi pregunta es, con respecto a las indicaciones del pergamino. Pues, no nos dice nada de sus mecánicas, ¿supongo que debemos descubrirlas? —pregunta con voz pasiva y calmado.

—Así es joven, muy buena duda. Eso deberá descubrirlos y luego lo anotarán en sus pergaminos. Quiero decirles, que además de cumplir con cabalidad las peticiones, también pueden dropear objetos, armas, armaduras, algunas partes como colmillos, escamas y donarlas a la bóveda del Claro Este. A cambio se le darán Petunias.

Los soldados se emocionan por escuchar lo de las petunias y los objetos que puedan dropear los enemigos. Otros se cuestionan algunas dudas.

—Si tienen más dudas, pregunten ahora. Ya será hora de que entren al calabozo, no solo se toparán con los enemigos marcados en los pergaminos, además de ello, para los que tienen dudas. Los que están dentro se regeneran una vez muertos, es decir tienen un tiempo para "revivir" por así decirlo.

—Oh vaya, ¡que interesante! —expresa el joven Tián.

—Súper genial, ahora si nos luciremos... —agrega Apel.

Todos los demás asienten, algunos con miedo y otros con ganas de saber que les espera adentro. Una vez transcurrido el tiempo, Jena y su grupo y Denathal y su equipo, están listos para entrar al calabozo.

—Tienen dos horas como mínimo, para salir del calabozo, ilesos —explica Dimitri el general de los guerreros, antes de que los jóvenes entren.

Los soldados asienten y se aproximan a la entrada del calabozo, este posee unas inmensas puertas, el mismo es un tipo de edificación que se impone dentro del bosque.


Mientras tanto, a las orillas del rio Ester.

—No puede ser, ¿porque? fue mi culpa, no debí venir —dice llorando.

Comienza a recordar, como al voltear, Rudi y Folch eran llevados y golpeados por los matones de Helthas.

—Vidia, sigue adelante no te pares. Sigue... ¡Aaah!, perros sucios de Helthas no se atrevan a tocarla —amenaza Rudi.

—¡Déjenla! —reclama Vidia, dando un paso hacia atrás.

—Si vuelves, no le haremos nada... Ja, ja, ja —dice uno de los huargen a mando del ogro.

—Vidia, no les hagas caso, ¡vete ya! NO VUELVAS —enuncia Folch, siendo atacado por otros secuaces.

Vidia llorando, cierra los ojos y termina de cruzar el campo de protección, perdiendo de vista así a los que por tanto tiempo la cuidaban y conocía. Se apresura a cruzar el enorme rio, que, aunque caudaloso, ella es hábil para nadarlo. Una vez, cruzado Ester, se sienta en la orilla mientras por sus mejillas ruedan lágrimas de tristeza y de miedo por su madre y sus amigos.

Por el lugar, pasea siempre una guardia del Rey, custodiando la zona. Pudieron entrever a la niña que cruzaba el rio Ester, por lo que se aproximaron a ella. La niña no se había percatado, por lo que, cuando estos llegaron se asusta mucho y comienza a rogar.

—Por favor, no me hagan nada, no le hagan nada a mi madre y a Folch, Rudi. Por favor.

—Espera, niña. Calma te lo suplico —dice uno de los Guardias Reales, agachándose al nivel de Vidia y secando sus lágrimas.

—¿Quien eres y como cruzaste el rio, tu sola...? —dice el otro Guardia Real.

—Soy... —hace pausa y aspira por la nariz—. Vidia Lóbrego, quiero ver a mi hermano...

—¿Tu hermano? —pregunta uno de ellos.

—¡Ah! Es hermana del vampiro, Retache.

—¿Del recién unido a los soldados? —responde el Guardia llamado Retache, que se había agachado al nivel de Vidia.

—¿Mi hermano, soldado de qué? —pregunta la niña vampira.

—Pequeña, tu hermano se unió a la Academia de Soldados Arcanos. —Le responde.

—¿Me llevan con él? —pregunta Vidia—. Por favor —ruega, haciendo pucheritos y colocando sus manos juntas.

—Claro, como decirle no a esa carita, ven síguenos...

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