9-Manos a la obra

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El canadiense se estaba preparando para ir a hacer su trabajo, se puso ropa de abrigo ya últimamente estaba haciendo mucho frío. Le dejo una nota al espñaol por si acaso, agarró sus cosas y se fue.

Fue caminando hasta llegar a la ciudad, rodeó la valla para ir al otro lado sin tener que pasar por la ciudad, cuando estaba rodeando la valla recorría con su vista el interior, había una parte, detrás de una casa, en la que la valla estaba rota. Parecía extraño que nadie lo hubiera dicho aún. O almenos el que vive ahí. Siguió caminando, mirando las casas, el parque, los edificios, las tiendas, no había nadie en la calle, por supuesto, eran las 6 de la mañana. El canadiense siguo andando hasta que pasó la ciudad, entonces siguió caminando recto. La indicación que le había dado al que se lo ahbia encargado decia que era una nave, grande, gris, escondida entre as montañas, con techo de cúpula en la parte noroeste.

Al llegar a las montañas, el canadiense subió y escaló sin problema, escaló entre dos montañas que estaban juntas, y caind llegó arriba, observó aquella gigantesca nave grisácea. Tenia más cosas aparte de la cúpula. Tenia una especia de garage en la parte sureste, y una especia de solar en la parte noroeste. También había como algo parecido a un invernadero en la parte este. En el centro, se abría un patio, entraría por ahí. Por suerte tenía su ala delta plegable, y, como estaba a una gran altura pudo utilizarla sin problema. Se posó suavemente como una mariposa en el patio de aquella instalación, recogiendo su ala delta luego. Se infiltró dentro ya que no había ninguna especie de puerta, si no que le patio estaba abierto a las salas. Se metió a el pasillo que daría hacia la cúpula. Sigilosamente se adentraba más en aquel pasillo oscuro, así, hasta llegar por fin hasta lo que sería e interior de la cúpula. Ante sde nada miro si había cámaras. Claro que había. Las tapó con trapos. Luego se adentró aún sigiloso en aquella cúpula. Encendió una linterna y aquello que vio le sorprendió. Era reich, estaba en una especia de cúpula, con líquido, conectándose un respirador. Parecía dormido. Miró unos papeles que hacía encima de la mesa "experimento R, prueba 543". Sacó su cámara para fotografiar aquello. También se llevó algunos diales y demás muestras. La información seguramente estaría en el ordenador asique lo encendió y, con algunos.. "trucos" lo desbloqueo y descargó la información en un pen drive. Lo guardó en su mochila, y justo a tiempo, había tardado mucho, las luces se encendieron derrepente y el canadiense se asustó. Rápidamente se escondió donde pudo. Algunos científicos vinieron, algo somnolientos. Entonces, se acordó, ¡no había destapado las cámaras! Aprovecho que todos estana somnolientos para escabullirse entre las pocas sombras que quedaban hacia el patio, y luego irse, escalando el árbol central y huyendo por el techo. Se dirigió luego a la zona de vegetación para poder huir, haciendo luego todo el camino de vuelta.

Cuando estuvo a salvo, se detuvo a mirar su teléfono. Le envió un mensaje a su padre. Iría a dárselo ahora. Entró por el hueco de la valla y así no la tenía que saltar. Caminó lenta y cuidadosamente por aquel jardín, el de la casa de su padre, sus pasos eran meros murmullos, casi inexistentes, todo estaba en calma en la ciudad. Rompería la calma al llamar al tiembrel pero solo en aquella casa, de la cual, salió de entre la oscura profundidad de dentro de aquella apagada casa, un hombre con aspecto de recién despertado, malhumorado, pero serio, aún con su compostura. Los ojos del canadiense se fijaron en el rostro de su padre, intentaron profundizar más allá, como siempre, buscando algo más que lo que mostraba el inglés. Pero nunca lo encontraba, porque siempre lo guardaba en el más profundo hueco de su Alma, si es que existía. Además nunca le dejaba estar el tiempo suficiente como para hacerlo.

Uk: ¿vas a hablar o te vas o quedar ahí sin hacer nada?- las vacías palabras de su padre resonaron solo una vez en la cabeza del canadiense. Las suficiente como para que le entregara aquel pen drive y le diera la cámara con las fotos.

Can: Esto es lo que he encontrado, al perecer no fue un accidente, si no que realmente eran pruebas para resucitar a los muertos.- se atrevió a pronunciar el canadiense en un hilo de voz tan vacío de sentimientos como el de su padre, ni siquiera quería estar ahí, solo lo hacia por presión. Porque, no sabía que era exactamente lo que le retenía. El miedo que tenía ¿a que? Relamente no quería saberlo, simplemente se dedicaba a acatar ordener, como un perro, como una marioneta. Una marioneta que se podía usar una vez, y otra, y otra, y otra, pero siempre iba a estar ahí, porque los hijos, no se rompen, se mantienen, aunque estén en pésimas condiciones. No se rompen.

En el claro del bosque ||countryhumans|| Canadá x EspañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora