12-Labios de fresa sabor de amor

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El canadiense se encontraba preparando todo aquello, quería que todo saliera perfecto. Era ya por la tarde noche y aquel norteamericano había hecho de un pequeño lugar al lado de su parcela un paraíso, había luces tenues de farolillos colgadas por los árboles de alrededor (iban con pila), un mantel en le suelo y en el centro una flores, acompañado con unos frascos con luciérnagas (también habia alrededor) había unos cojines para sentarse ellos dos y luego aquella comida, lo cual era lo de menos (algo de carne y unos dulces de postre). El bicolor se levantó y miró todo aquello orgulloso, el suave ruido del río había de aquel ambiente el ideal para declararse. Lo único que le impedía hacerlo era el miedo, miedo a ser rechazado y quedar en ridículo ante el otro, teniendo que vivir con el ya que se lo ofreció. Este solo suspiró y luego fue hacia la casa, llendo a buscar al español.

Aquel europeo se había vestido algo elegante, lo que podía con lo que tenía allí. El canadiense también estaba algo arreglado. Al ver al contrario, un rubor apareció en el rostro del canadiense, a lo que solo le dio una sonrtisa algo nerviosa.

Can: oh, vaya, si te has arreglado... hehe...

Esp: ¿eh? ¿esto? Nah, no es nada, solo lo que había.. jaja...- este rió algo nervioso, sentía mariposas en su estómago y muchos nervios, al igual tenía un rubor en su rostro.

Amos se miraron con esas caras de tontos enamorados en un momento incómodo en el que solo admiraban al otro con la vista pero no querían parecer raros.

Can: bueno, ¿vamos?- le hizo un leve gesto al espñaol para que lo siguiera.

Cuando el europeo se acercó, el norteamericano agarró una cinta y la puso con delicadeza en los ojos del español, a lo que este se asustó un poco ya que no le había avisado de que haría eso.

Esp: ¿Que haces?- lo dijo llevando sus manos a sus ojos.

Can: es una sorpresa, no puedes mirar... ¿Te quieres quitar el parche para que te pongas la cinta? Te juro que no me voy a reír ni nada ni voy a pensar mal de ti, por favor...- le suplicó el canadiense quitando esa cinta y mirando la español, desde cerca (estaba detrás de España) se notaba su diferencia de altura ya que el canadiense tenía que mirar hacia abajo.

Esp: eh.. bueno... - dudó el espñaol unos segundos, mirando hacia abajo y luego a los profundos ojos bicolores del canadiense, profundos y brillantes, suplicantes a su vez y ansiosos de ver aquello que le español le ocultaba, si había compartido sus miedos, ¿por qué no esto? Después de suspirar el español asintió- Está bien... Si me lo prometes.... Confío en ti....

Aquello que dijo hizo que le corazón del canadiense se acelerara, le había dicho directamente que confiaba en el y le iba a confiar aquello, que , según el canadiense, era lo que el europeo más oculto tenía. El español se quitó el parche con cuidado, mirando hacia abajo. Una vez se hubo quitado el parche, en este su pudo ver una mancha negra, de como un líquido espeso. El español dejo aquello en una mesa y luego miró al canadiense acomodando su pelo para que pueda ver su ojo. Aquel ojo era de un rojo profundo, potente y brillante, mientras que su fondo, contrastaba con este. Era totalmente negro, un negro aterciopelado e intenso. El español se quedó mirando con algo de miedo al canadiense, sin saber como reaccionaría. Pero el canadiense solo miraba embobado y fon un gran sonrojo el rostro completo del español, era realmente bello.

Can: It's... Wonderful.... you're- wonderful...(Es...Hermoso...Eres- hermoso...)- Lo dijo el canadiense dándole una sonrrisa llevando su mano a la mejilla del espñaol (en la que estaba su ojo malo, es decir, el lado derecho), acariciando su mejilla con delicadeza, provocando en el español un intenso rubor y gran nerviosismo.

En el claro del bosque ||countryhumans|| Canadá x EspañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora