En el claro del bosque ||countryhumans|| Canadá x España

10-Dos copitos de nieve

Aquel español se estaba preparando para salir afuera, estaba muy bien abrazado, con bufanda corros y guantes puesto que tenía mucho frío. Mientras tanto el canadiense solo agarró un abrigo y ya, el toleraba mejor el frío. Agarró las llaves y las guardó en su bolsillo, sentía una inmensa emoción por poder salir con el español. Al verlo bajar, no pudo evitar reír, su risa era dulce suave, pero sincera, amplia. Le hacía risa ver al español enrollando en la bufanda, el gorro, el chaquetón, los guantes , los pantalones térmicos y las botas altas de pelito. Además, el español se puso frente a el canadiense y apenas le llegaba al pecho, lo que hizo reír aún más al norteamericano. Aquel español levantó su gorro, alzando la cabeza y su vista arriba para poder ver al canadiense, algo avergonzado por verse tan pequeño a comparación del otro.

Cuando el español parto el gorro, puedo ver su ojo, al otro se la había olvidado ponerse el parche, y era hermoso. Un ojo negro, profundo, con una pupila roja, ardiente de pasión y brillante como el fuego. Aquello completaba la cara del español a la perfección, ahora se le veía entero, al igual que si Alma, la cual reflejaban sus ojos, pues, como se dice, los ojos son el espejo del Alma. El canadiense no pudo evitar tener un leve rubor en su rostro.

Can: Oh, España... estas... hermoso, te ves bien si el parche...- lo dijo casi embobado y sin pensar. Le salió del alma.

El español se asustó, llevó la mano a su ojo y se dio la vuelta para salir corriendo todo rubirizado y nervioso, estaba avergonzado, había sido descubierto. El canadiense le fue a agarrar del brazo antes de que siga corriendo.

Can: no España! Esta bien, no lo tienes que esconder- lo dijo el canadiense dándole una amable sonrisa.

Esp:...- el español se quedó en silencio un momento, mirando al canadiense todo nervioso- no... es..- miro su brazo, el cual el canadiense estaba agarrando con sua grandes manos. Le soltó y el español pudo ir denuevo arriba a ponerse el parche.

Al bajar, el canadiense actuó como si nada, ni quería que hubiera mal royo ahora mismo.

Can: ¿vamos?- le ofreció el canadiense su mano, pero el español solo se puso a su lado, dispuesto a seguirlo.

Salieron de casa y caminaron, no hablaron, no hacía falta, era como si se comunicaran con su propia presencia, ambos se sentían seguros y tranquilos en ese entorno. Solo se escuchaba la nieve ser pisada por ellos, ta vez también de algunos animales, o la nieve que caía de las ramas de los árboles al ser movidos por los pájaros. El español tenía frío, por eso tiritaba levemente aún con 5odo lo que llevaba puesto.

Can: ¿tienes frío?- lo dijo riendo levemente la ver al español como temblaba, sin parar de caminar.

Esp: si, esque no estoy acostumbrado a tanto frío...- lo dijo este abrazándose a sí mismo.

Can: bueno, no te preocupes- lo dijo para luego acercarse y poner su mano sobre el hombro del español.- mis manos están calientes, tal vez ayude.

La verdad es que si estábamos calentitas, el espñaol solo miró al canadiense con un leve rubor en su 4istro, luego solo meneo la cabeza y miró a otro lado.

Esp: mm- no hace falta, pero gracias, Canadá

El canadiense se sentía algo dolido, estaba rechazando todas las muestras de cariño que le intentaba enviar, pero no se rendiría.

Cuando llegaron a el lago, dejaron al lado de un tronco tirado unas mochilas deportivas que llevaban con los patines. Se sentaron en aquel tronco, se pusieron los patines y el canadiense se levantó sin ninguna dificultad. El español por si parte no se atrevía a levantarse.