EP 20: Amor de hermana

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Los dioses vitoreaban enérgicos y orgullosos el regreso del dios Ares al Valhalla.

—Bien hecho muchacho —dijo el raquítico Zeus mientras daba unas palmaditas en la espalda de su gigantesco hijo —Pero no debiste haber dicho eso sobre Poseidón. —añadió con un brillo de furia en sus ojos, pero el dios de la guerra se mantuvo impasible y sereno ante aquella muestra de furia.

—Puedo hacer lo que me plazca. Después de todo yo también soy un dios —replicó mientras apartaba la mano de su padre sin dificultad.

—Desde que aumentaste tu poder te has vuelto un miserable engreído...¡Estoy tan orgulloso! —respondió Zeus con gesto bochornoso mientras regresaba a su trono.

Las valquirias por su parte estaban cabizbajas en su palco. Ares se acercó a Brunhilde y colocó su mano sobre el hombro de esta con delicadeza.

—No te sientas mal. Has elegido a un humano sorprendente, pero ahora comprendes más el poder que los titanes tienen. No debes confiarte. —y sin decir más, se marchó a su puesto con elegancia.

—H...hermana ¿estás bien? —preguntó Göll con timidez al observar el semblante sombrío de Brunhilde.

—Por supuesto—respondió la valquiria mayor con brusquedad—no es momento para lamentos. Nuestras hermanas cuentan con nosotros, y te aseguro por mi vida que no les fallaré.

Y tras haber dicho esto, se dirigió con paso firme a sus aposentos con su pequeña hermana siguiéndola. Al llegar, encendió el holograma de Barbanegra en el altar de los caídos junto al de Mata Hari, y unió sus palmas en señal de respeto. Göll imitó el gesto de su hermana y presentó sus condolencias al recién fallecido humano.

Después de esto, Brunhilde examinó su pared donde estaban las imágenes de los humanos restantes en busca del siguiente representante, pero en ese instante, la puerta de su habitación se abrió de golpe de par en par.

Ambas valquirias dirigieron su mirada alarmada hacia el umbral de la puerta, y pudieron visualizar claramente de quien se trataba. Era una chica de apariencia muy joven; dueña de una exuberante y salvaje belleza; tenía un hermoso cabello rubio que caía como una melena por el lado derecho de su cabeza, puesto que el hemisferio izquierdo estaba semi rapado confiriéndole una apariencia ruda pero interesante; su complexión delgada estaba envuelta de una elegante y fina armadura que acentuaba su figura femenina.

Cuando Göll identificó quien era aquella mujer, se abalanzó sobre ella con lágrimas en los ojos, y nariz goteante.

—¡HERMANA! —dijo la pequeña valquiria mientras se fundía en un profundo y robusto abrazo con la recién llegada, quien al principio trató de mantenerse estoica, pero que, al cabo de unos segundos, también rompió en llanto.

—¡Así que era cierto! ¡Has vuelto a la vida, Göll!—dijo la chica con los ojos vidriosos de la emoción. —¡¿Las otras pueden regresar también?!

—¡Te extrañe tanto, hermana! —replicó la menor de las valquirias con la voz quebrada.

—No permitiré que nada te vuelva a dañar ¡esta vez yo te protegeré! —dijo la joven mientras fulminaba con la vista a Brunhilde, quien sintió una punzada de tristeza al ver la ira en los ojos de la chica.

—Me alegra verte de nuevo...

—Guárdatelo—cortó la chica tajantemente mientras se separa de Göll con suavidad —Aun no te he perdonado por haber sacrificado a nuestras hermanas por el bien de los humanos. Por suerte ellas ahora cuentan conmigo. Tú las mataste, así que yo las traeré de vuelta.

—H...hermana por favor no seas tan severa con Brunhilde —suplicó Göll —Después de todo ella logra todo lo que se propone. Salvó a la humanidad, así que no dudo que también nos salve a nosotras.

Record of Ragnarok : TITANOMAQUIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora