EP 27: El Señor del Sol

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Los dioses quedaron atónitos al contemplar como Helios caía al suelo partido en dos. Todos excepto Brunhilde, quien sonreía como maniática.

—¡I...increíble! —anunció Heimdall con sorpresa —¡Cleopatra ha asestado un golpe ganador al titán Helios!

La humanidad gritó en jubilo tras presenciar esto, sobre todo, un niño pequeño rapado con un único mechón de pelo sujeto con un espléndido broche dorado.

—¡Mama es asombrosa! ¿cierto, Papa? —dijo Cesarión con emoción tras atestiguar el ataque de su madre.

—Ni lo dudes, hijo. Tu madre es la mujer más fuerte en la existencia —replicó Julio Cesar lleno de orgullo.

Sin embargo, en el desierto del Sahara, Cleopatra se quitaba los harapos quemados de tela negra, dejando ver el cristalino traje que llevaba puesto, lo que causó que muchos hombres en el publico quedaran prendados de aquella maravillosa y sensual imagen.

Julio Cesar tapó los ojos de Cesarión y atizó con la mirada al resto de hombres.

—Sé que aun estas vivo, así que levántate y no pierdas más mi tiempo. —dijo Cleopatra mientras observaba con indiferencia el cuerpo mutilado de su oponente.

Helios tenía la mirada clavada en el cielo, al mismo tiempo que su cuerpo comenzaba a emanar llamas naranjas para unirse con sus piernas. Luego, el titán se incorporó lentamente y vio con sorpresa, que, en su costado, donde Cleopatra le había cortado, la herida no había sanado en su totalidad.

Helios tocó su herida y contempló la sangre purpura en su palma para posteriormente lamerla.

—Veo que te subestime y está herida es el pago por mi error, y es por esto, que será el único golpe que recibiré.

—¿Estás seguro de eso? —respondió Cleopatra mientras se abalanzaba nuevamente con sus Sai hacia Helios, pero esta vez, el titán extendió su palma creando una onda de calor que rápidamente comenzó a derretir la punta de las cuchillas.

Ante esto, Cleopatra retrocedió inmediatamente para proteger sus armas, pero el titán aprovechó para disparar un rayo de calor concentrado de su palma, golpeando a la reina egipcia en su pierna derecha.

La mujer cayó de rodillas soltando un alarido de dolor al comprobar que su pierna se había derretido hasta el hueso, provocando la preocupación en la humanidad y Brunhilde.

—No pensaste que iba ser fácil luchar contra mi ¿cierto? —dijo Helios mientras observaba con superioridad a la mujer. —Aunque debo admitir que eres más dura de lo que esperaba. Mi ataque de ahora debió haberte calcinado por completo.

Cleopatra aún tenía el semblante compungido de dolor, pero rápidamente susurró una única palabra:

—"R...regenerar" —al instante, la armadura cristalina se extendió para crear una pierna postiza de cristal, lo que permitió a la mujer incorporarse nuevamente como si nada hubiese pasado.

—¿No te parece algo excesivo haberle dado todo eso? —preguntó Zeus a Ra con la ceja arqueada —Le diste un arma destructiva y una inusual capacidad regenerativa. Debería estar contra las reglas.

—Me acusas desde tu ignorancia —replicó el dios egipcio con serenidad —Mi única bendición son los Sai devora calor, el resto es invención de ella.

—Efectivamente —corroboró Brunhilde —¿Acaso ya han olvidado cual es la labor que Cleopatra tiene aquí en el Valhalla? Ella es la escribana divina. Durante siglos, se ha dedicado a transcribir a mano todos los libros que había en la biblioteca de Alejandría. Todo ese conocimiento le permitió adquirir habilidades que están más allá del entendimiento humano. La sabiduría entera del hombre más el poder de Ra, la convierten en una guerrera a la que, nadie en la existencia, quisiera tener en contra.

Record of Ragnarok : TITANOMAQUIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora