Capitulo 1

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—Te lo devolveré la próxima semana, lo juro— Ya era la quinta llamada que hacia la joven solicitando a sus amigas un préstamo de dinero, todas las solicitudes denegadas lamentablemente. —Está bien, no te preocupes, adiós–
Cortó la llamada y guardó el teléfono en la mochila. Siguió mirando lencería, buscando algo que pudiera comprar con su reducido presupuesto en esa lujosa tienda. Cumplían ocho meses con su novio y al fin después de mucho tiempo tendrían su casa para ellos solos, quería sorprenderlo con unos conjuntos de lencería pero al parecer no se podría.

—Hey, muchacha. Yo puedo ayudarte— Un hombre que muy probablemente superaba los cuarenta años, en su elegante traje llamaba su atención haciéndole señas para que se acercara a él. Ella bordeando apenas la mayoría de edad, acostumbrada a ese respeto y obediencia por los mayores, fue hacia él algo avergonzada creyendo que era el dueño de la tienda que quería venderle algún costoso conjunto que ella no podría pagar.
—Escuché que necesitas algo de dinero, yo puedo darte lo suficiente para comprar lo que quieras— Dijo él con una voz grave que la dejó congelada por un minuto, de su bolsillo sacó su billetera y además de las tarjetas cargaba bastante efectivo, billetes de gran denominación. De hecho la joven pensó que tendría que trabajar una semana entera tan solo para lograr acercarse a tener uno solo de esos.

—Gracias, pero mis padres no me dejan trabajar– Respondió algo avergonzada por tener que admitirlo.
—Dudo que tus padres te dejen comprar en esta sección también, y aún así lo haces— Pensó que la estaba juzgando, pero no, el mayor sonrió y comenzó a caminar a los vestidores. Ella sin saber qué más hacer lo siguió. —Adelante— Dijo abriendo la puerta de uno de estos y dejando que ella pasara primero, para luego unirse a ella y cerrando la puerta como si fuera lo más normal del mundo. —Esto es simple, no necesito más que tu boca, puedo llegar a ser rudo, pero pago bien para compensarlo—.
Decía esto mientras se quitaba la chaqueta de su elegante traje y la colgaba en uno de los ganchos que había para eso. Dobló las mangas de su camisa y aflojó su corbata. Esto dejó ver unos tatuajes en sus brazos, y unos pectorales bien marcados. Aunque tenía algunos mechones grises, su cuerpo no parecía de alguien mayor.

—Lo siento, pero no entiendo...— Su pregunta quedó en el aire pues la respuesta fue evidente cuando la próxima prenda en ser modificada fue el pantalón del mayor. El cual abrió y bajó un poco junto a su bóxer para liberar su miembro. La muchacha se aproximó a la manilla de la puerta pero él le detuvo el paso.
—De rodillas, será rápido y tendrás dinero— Le dijo a centímetros de su rostro.
—No puedo, tengo novio— Fue su respuesta sonrojada intentando no ver el enorme miembro que tenía el hombre.
—Esto no es un romance, solo me correré en tu boca, no te besaré ni follaré. No cuenta, así que no hagas escándalo o descontaré de tu paga— La autoridad en su voz era mayor en esta ocasión así que algo atemorizada dio un paso atrás y reflexionó, sus palabras tenían sentido, necesitaba dinero y sería cosa de una sola vez así que no debería existir problema. El hombre le hizo un gesto con sus dedos para que se arrodillara y esta vez la joven chica si obedeció.

De rodillas frente a él abrió su boca algo temerosa, pero ser suave no estaba en los planes de su compañero. Quien metió su miembro en la boca contraria de una vez y comenzó a mover sus caderas. Usaba la boca de la chica a su antojo, quien a duras penas contenía las arcadas. Fue metiendo profundo cada vez que pudo, por impulso la muchacha se iba apartando pero él se lo impedía, la siguió e incluso la empujó hasta que la tuvo acorralada contra la pared. Su miembro que ya había crecido considerablemente, endurecido y con unas venas marcadas embestia con fuerza la boca la de la chica contra la pared. La introdujo profundo y se mantuvo ahí empujando más dentro de la estrecha garganta de la menor.

Ambos miraron al espejo, se reflejaban ahí, él con esa sonrisa de satisfacción, sus brazos sosteniendo la cabeza de la chica mientras su pelvis estaba pegada a su rostro. Ella con algunas lagrimas en sus mejillas, su mentón babeando y sorprendida de que algo tan grande cayera en su boca. Su garganta ya estaba acostumbrada a su tamaño así que las fuertes embestidas eran más fáciles ahora. Rápidas, potentes y profundas, una y otra vez entrando y saliendo de su boca. Suspiraba de forma pesada pero fuera de eso no había más muestras de placer, se veía incluso furioso con ese ceño fruncido, arrugando la nariz y embistiendo con tanta fuerza. Cuando mencionó la rudeza no exageraba, embestia su boca sin ningun cuidado. Rápido, pero algunas embestidas eran lentas empujando con fuerza hasta el fondo como si quisiera meter hasta los testículos en la pequeña boca de la chica.

Retomó las embestidas rápidas mirando a la chica, le hizo señas para que lo mirara a él fijamente, y así lo hizo. Se movió rápido contra ella, sin piedad alguna, la pobre chica apenas podía respirar, se ahogaba y babeaba sobre su miembro. Con sus manos pedía que se alejara y le diera al menos tiempo de respirar, pero la ignoró, continuó embistiendo su boca. Tras unas embestidas más, metiendolo profundo en su garganta sintió el característico cosquilleo y su miembro soltó gran cantidad de esperma en la boca de la chica. Quien tosió ahogándose con el semen y el miembro aún en su boca. Nuevamente su solicitud de apartarse fue ignorada y continuó en su boca hasta que se corrió por completo. Solo entonces se apartó viendo su propio semen chorrear de la boca de la chica quien lagrimeaba intentando recomponer su respiración.

El hombre se limpió con un pañuelo que sacó de su chaqueta y volvió a vestirse como antes. Al verlo parecía que nada hubiera pasado, apenas se veía un poco despeinado y entonces la muchacha comprendió lo normal que era para él.
—Aquí tienes— Tomó unos billetes y los extendió hacia ella, era mucho dinero, ni siquiera vio cuánto sacó, solo tomo dinero y se lo dio a la chica. Ella algo temerosa lo recibió, aún estando en el suelo arrodillada. Luego extendió una tarjeta hacia ella, una tarjeta de presentación con su número de teléfono. —Llamame cuando necesites más dinero, tus padres no tienen por qué enterarse. Espero verte pronto—
Dicho esto salió del lugar cerrando la puerta tras de si.

La joven chica se miró al espejo, su barbilla manchada con una mezcla de saliva y semen, su cabello totalmente despeinado en los sectores donde él le había tomado la cabeza, la ropa arrugada y manchada también, el suave maquillaje corrido por las lágrimas. Se veía como un completo desastre, seguía respirando de forma acelerada, pero aún así apretaba la tarjeta en su mano. No por el dinero precisamente, ese desconocido había despertado algo en ella y quería repetir, necesitaba hacerlo.


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Iré republicando los capítulos a diario, así que quienes ya los leyeron tendrán que esperar un poco más para los nuevos.
Para quienes apenas se unen a esta historia, bienvenidos.

El hombre de la tiendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora