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No quería admitirlo pero ya había echado todo a perder. Ya no le importaba si no era el trato que había hecho con Jennie. Ese mismo día iba a conocer a la persona con quién se iba a comprometer, ahora mismo estaba esperando a que la coreana le contestara.

Luego de un rato respondió.

Jennie
¿Segura? Tienes suerte de que Jisoo puede.

Sana
Estoy segura, quiero irme hoy y que no sea en medianoche.

Jennie
Ok, ¿a las nueve estaría bien?

Sana
Está bien, muchas gracias.

Jennie
No hay problema, creo que sabes lo pasó.

Sana
Ah, sí.

Jennie
Lo supuse. Debes ser sigilosa, nos será fácil salir con ellos adentro.

Sana
Eso lo sé, gracias nuevamente.

Jennie
Escríbeme cuando llegues. Será una sorpresa.

Sana
¿Está bien?

Ya había terminado su mochila y una más pequeña, en esa llevaría al perrito. Las escondió debajo de su cama y bajó para sentarse en el sillón de la sala. Pensaba en marcar el número de Tzuyu pero era horario de examen.

Casi..., pensó.

Tenía que ir a la empresa, no quería pero tenía que hacerlo aunque sea una última vez. Su chofer fue despedido así que ahora era independiente del carro. Era mejor, salió para llegar a la calle y luego giró derecho hasta llegar al primer semáforo. Miró su celular un momento, estaba aún preocupada por Tzuyu, sentía hasta culpa, por no poder estar en ella y consolarla, defenderla y darle acaricias. Al no estar de primera en el carril no se preocupó por poner su frente en el volante mientras se culpaba. Al tiempo reaccionó ya que varios carros se iban al lado contrario, avanzó y siguió manejando aún con ese dolor.

Llegó a la empresa y buscó un estacionamiento libre, cuándo lo encontró se bajó y cerró la puerta fuerte. Las demás personas la miraron pero simplemente ella los ignoró. Entró a la empresa y se dirigió al ascensor para presionar el piso correspondiente, tardó más por la gente que iba a pisos bajos pero llegó.

Su oficina estaba echa un desastre, papeles sin revisar, algunos tirados, cosas fuera de su lugar y hasta el abrigo que dejó una vez. Suspiró y pensó en cómo su oficina quedó de esa manera, arregló lo que pudo y se sentó a firmar unas cosas y a revisar. Aunque el sueño se estaba haciendo presente, hizo algo de adelanto, algo que nunca volvería a ver y que nunca le importó. Nunca tocaban a su puerta así que le resta importancia que la vean dormida, se levanta de su silla para irse al sofá y acurrucarse y dormir.

 Nunca tocaban a su puerta así que le resta importancia que la vean dormida, se levanta de su silla para irse al sofá y acurrucarse y dormir

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Alma gemela || Satzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora