Daisy

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Jueves 15 de Junio

- ¿Y entonces? -

Junhan miró al chico a su lado con una expresión de confusión en el rostro.

- Ya hablamos de eso por días, pero sigues pensativo, ¿Pasa algo? -

El rubio dejó salir todo el aire retenido en sus pulmones, no quería ser entrometido, pero tampoco quería quedarse con las dudas que no hacían más que robarle el sueño.

- Todo está bien, es solo que... -

Sus manos estaban unidas, algo realmente extraño en Junhan, quien usualmente se limitaba a rozar sus hombros de vez en cuando.

- Es solo que... -

El rostro de Junhan estaba neutro, como cada que caminaban a casa después de revisar el mobiliario, si preguntaba ¿Junhan se sentiría atacado?

- Si hay algo que te molesta puedes decirlo, Jungsu. -

El dueño de la voz soltó su mano, deteniéndose en el medio de la calle, tan solo mirando el cuerpo del rubio detenerse unos pocos pasos delante de él.

Jungsu miraba el pavimento con nerviosismo, sintiendo como sus manos comenzaban a sudar.

- ¿Por qué quieres hacerlo? -

Dijo de repente, girándose para poder mirar al menor, quien se limitó a mirarlo con el ceño fruncido.

- ¿Hacer qué? -

- Huir. -

Respondió con obviedad. Y entonces el rostro de Junhan se relajó, mientras su mano derecha subía para poder jugar con el lóbulo de su oreja, como cada que no sabía cómo contestar a algo.

- Tú... ¿Por qué aceptaste hacerlo? -

Contestó un tanto nervioso, pero sin dejar de mirar a Jungsu.

- No lo sé. -

El rubio bajó la mirada con lentitud, mirando las pequeñas piedras que inundaban el pavimento.

- Estoy cansado de todo, supongo. -

Suspiró levemente y una sonrisa forzada apareció en su rostro.

- Estoy cansado de vivir los sueños de mis padres en lugar de los míos, de escuchar la voz de mi madre todas las mañanas discutiendo con mi padre, de escuchar sus gritos todas las noches, y de notar las miradas que se dan cuando estoy distraído. -

El viento era frío, pero Jungsu sabía que los temblores de su cuerpo no se debían a ello, sino a la ansiedad que le causaba mencionar aquello.

- No quiero vivir sabiendo que mis padres me usan como un ejemplo de lo que pudieron haber sido... -

Junhan parpadeó con tranquilidad, acercándose hasta el cuerpo contrario.

- Ellos solo me presionan a lograr lo que nunca pudieron, y estoy cansado. -

- Lo sé. -

El más pequeño rodeó su cuerpo con ambos brazos, y Jungsu pudo sentir como la calidez se apoderaba de su cuerpo lentamente. Junhan siempre estaba tranquilo, sus ojos siempre emanaban paz, y admiraba la forma tan apacible que tenía para hablar, aunque en realidad nunca decía demasiado.

- ¿Qué hay de ti, Junhan? -

Se miraron en silencio por algunos segundos, hasta que el nombrado terminó por desviar la mirada, soltando su cuerpo en el proceso.

- Si te lo digo... ¿Lo mantendrás en secreto? -

Jungsu asintió con la cabeza, y el contrario apretó la correa de su mochila con algo de fuerza, dejando que un pesado suspiro saliera de entre sus labios.

- Caminemos, te contaré de camino a casa. -

Sus pasos eran silenciosos, al igual que la solitaria calle. Junhan vivía en un barrio tranquilo, con casas de colores fríos y jardines pulcramente podados, pero sin flores. Si prestabas un poco de atención entonces podías notar que era un lugar solitario sin importar la hora del día, un lugar donde nadie hablaba con nadie, y nadie se metía en los asuntos de nadie.

- ¿Tus padres están en casa? -

Junhan lo miró riendo, negando con la cabeza como si fuese lo más obvio del mundo.

- Si mis padres estuviesen en casa ni si quiera pisaría este lugar. -

A veces Jungsu se sentía mal por sus mayores, escuchando como el contrario se refería a ellos con tan poco cariño que su corazón podía incluso sentirse frío.

- Están en un retiro espiritual para matrimonios. -

Las manos de Junhan se movieron en el aire, mientras el contrario lo miraba en silencio; Ambos se detuvieron frente a una casa azul celeste, con macetas vacías en cada ventana y una puerta de madera desgastada.

- Entremos. -

Pasó saliva con algo de desconfianza, y la incomodidad se hizo presente de inmediato una vez que los ojos de Jungsu miraron las paredes del lugar.

- Tu casa es... -

Dijo mirando las interminables figuras religiosas que colgaban de las paredes.

- Lo sé, solo espera a ver mi cuarto. -

Comentó Junhan riendo.

- Te encantará hacerlo con una figura de dos metros del salvador mirándonos. -

Y Junhan rio, pero el rostro de Jungsu no pudo esconder su desagrado ante la idea.

- Solo bromeo, ven conmigo. -

Tomó su mano sin dejar de reír, arrastrándolo por entre las, sin exagerar, cientos de figuras cristianas que adornaban el lugar.

Jungsu se sentía incómodo, tanto que en el momento en el que la puerta de la habitación se cerró y sus ojos se encontraron con las paredes vacías de la habitación del contrario pudo sentir un enorme alivio.

- No vuelvas a bromear así conmigo, ¿De acuerdo? -

- ¿Por qué? ¿Te da miedo el castigo de Dios? -

Se dejó caer en la cama, mirando el techo sin mucho interés, la habitación de Junhan en definitiva no era como la había imaginado, no había posters en las paredes, o discos de las bandas que el contrario adoraba escuchar, tampoco había muchos muebles, ni cualquier atisbo de color que pudiese diferenciarla de una habitación de hospital.

- En realidad... -

El cuerpo de Junhan se dejó caer a su lado, y su mano tomó la propia con timidez.

- Esta es la razón por la que quiero huir. -


Pray for me, not on the churches pews

Eleutheria |  JungsuxJunhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora