CAPÍTULO 23

77 20 153
                                    

—"Te lo dije", "te lo dije"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—"Te lo dije", "te lo dije". Menudo idiota.

Iba repitiendo esto en tono de burla casi en un susurro mientras me dirigía a la casa de la hermandad, donde esperaba encontrar a Stuart. En el fondo, muy dentro de mi ser, sabía que tendría que haber reculado y hacer caso tanto a Peter como al profesor. Tenía que tomar distancia de esta historia en la que, por desgracia, estaba demasiado implicada, pero la cabezonería que acompaña a la juventud no me dejaba pensar con claridad.

El enfado irracional atravesaba todos los poros de mi cuerpo, haciendo que caminase más deprisa de lo normal y el corazón se me acelerase. En un momento dado tuve que pararme para respirar, pues estaba empezando a agobiarme, y me encendí un cigarro. Fue una pésima idea, ya que en cuanto el humo atravesó mis pulmones comencé a toser.

—¿Te encuentras bien?

Puede que fuese cosa del destino o el azar, pero que justo me encontrase Stu en medio de mi casi ahogamiento cuando iba a buscarle, hizo que en mi cabeza algo reaccionase, creyendo que estaba por el camino correcto.

—Deberías dejar de fumar, Anna. No es bueno.

Me recompuse y estuve a punto de decirle la primera grosería que se me pasaba por la cabeza, pero me corté al ver su rostro. Esos ojos verdes que días atrás me habían hechizado estaban apagados, como si un fantasma se hubiese apropiado de su cuerpo. Su pelo lucía desaliñado y, a pesar de haber estado con él solo unas horas antes, parecía una persona totalmente distinta. Estuve a punto de abrazarle, como tantas otras veces había hecho en el pasado, pero supe contenerme a tiempo.

Nos quedamos mirándonos en silencio, en medio del campus con gente caminando a nuestro alrededor, ajenos a la historia que se contaba entre nosotros. No sabía como empezar la conversación, a pesar de que cuando me dirigía a la casa había dado vueltas en mi cabeza a todo lo que querría decirle. Encontrarnos por sorpresa había supuesto un giro para el que no estaba preparada. Respiré hondo, esperando que, al fin, pudiese empezar a solucionar todo estoy y acabar con el día tan agotador que estaba teniendo.

—Cuando dijiste que querías cambiar, ¿era en serio? —pregunté y vi como un rayo de esperanza cruzaba su apagada mirada.

—Por supuesto que sí, Anna. No quiero formar parte de todo esto y no quiero hacerte daño, ni tampoco a Rob. Sois como mí familia.

—No sé si eso es un algo o un insulto.

Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Volvía a enternecerme, por lo que tuve que recordar todo lo que me había hecho, cómo me había manipulado, para mantenerme firme. Tenía que conseguir que me ayudase, pero no por ello iba a perdonarle. El objetivo de todo esto era conseguir sacar a Sonia del lío en el que todos nosotros la habíamos metido. Un silencio incómodo se instauró de nuevo entre nosotros e intenté aprovecharlo para pensar como continuar con la conversación.

—Me acaba de llamar mi padre —dijo, haciendo que volviese a centrarme— contándome que han conseguido hablar con Sonia y acabar de convencerla para que se una a nosotros. Dice que Lupin la tiene casi en el bote, pero ella insiste en hablar conmigo.

Sombrío [Luces de colores 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora