CAPÍTULO 5

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—Tienes que concentrarte

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—Tienes que concentrarte.

—Lo intento, Lily. De verdad que lo intento, pero no puedo.

La reunión con los demás hechiceros no había ido demasiado bien. Todos habían mostrado su sorpresa y, exceptuando a Peter que estuvo callado y pensativo todo el tiempo que duró, votaron a favor de actuar con precaución y evitar utilizar la magia para que Sonia no sospechase más aún. A pesar de esto conseguí que entendiesen que Stu y Lupin parecía que aún no sabían nada de esto y podríamos intentar hacer, por esta vez, las cosas bien.

Ellos podrían utilizar su Don delante de Sonia y supondría que la tendrían a su merced. Si fuese la persona de la que habla la profecía intentarían volverla loca, al igual que sucedió conmigo y, a pesar de que no era alguien a quien procesase un gran cariño, no quería verla pasar por ese sufrimiento.

Al final quedamos en lo mismo, pero el profesor Sanderson no investigaría durante tanto tiempo, pues teníamos claro que las opciones no eran muchas y, tarde o temprano, habría que enfrentar esta situación. Así que habíamos quedado en que en dos días nos comunicaría como debíamos abordar todo esto, cosa que decidiría hablando con sus compañeros o con quien fuese que con tanto secreto escondía. Mientras deberíamos llevar una vida normal, pero evitando la magia.

A pesar de intentar seguir a Peter cuando terminamos la reunión fui abordada por Lily y Kevin, que sonrientes me bloquearon el paso haciendo que su siniestra actitud me pusiese los pelos de punta. Entonces Lily me tomó del brazo y me explicó que habían estado hablando y que si quería formar parte del Club de magia tendría que empezar a aprender algunos trucos. No me dejaron escapar a pesar de mis intentos y aunque no tenía muchas ganas en ese momento, tenían toda la razón.

Ya me habían preguntado, tanto mis amigas como mi hermano, por qué me había apuntado al club e insistido en que les hiciese una pequeña demostración. Les dije que lo había hecho para despejarme un poco del estres de las últimas semanas, además de para pasar tiempo con mis nuevos amigos después de todo lo que había pasado con Sonia. Tenía que comenzar a aprender algunos trucos para no ponerme tan nerviosa cada vez que me preguntaban por ello.

Estábamos los tres en el escenario de la sala de entrenamiento y llevábamos más de media hora intentando un sencillo truco de cartas en el que tenía que adivinar cual elegía uno de mis compañeros. Lily seguía intentando, pacientemente, que hiciese bien el juego de manos y Kevin se encontraba un poco alejado mientras sonreía nervioso.

—Kevin, puedes acercarte que no te voy a comer.

—Comer no, pero no me apetece recibir un golpe de luz cuando te frustres por no saber hacer el truco.

Noté como los ojos se me tornaban blancos y la electricidad recorría mis dedos. Kevin retrocedió un poco asustado y mi cuerpo volvió a la normalidad. Levanté mi dedo corazón en su dirección contenta de haberle demostrado que podía controlar mi Don mucho mejor de lo que él creía. Sabía que había sido algo infantil por mi parte, pero realmente me estaba frustrando el no saber hacer el truco.

—¡Anna! —dijo Lily mientras me miraba— ¡Kevin! ¿Podéis dejar de portaros como unos críos? Sé que para ti es difícil, Kevin, pero Anna: esperaba mucho más de ti.

Agachamos la cabeza, avergonzados, mientras volvía a acercar el mazo de cartas a Kevin que elegía una en silencio. Sorprendentemente, después del rapapolvo, conseguí realizarlo sin ningún problema y mientras Lily me abrazaba con efusividad sentí tanta calma que pensé que iba a echarme a llorar.

—¡Sabía que lo conseguirías! Siempre aposté por ti —gritó Kevin mientras me daba unas palmaditas en el hombro de forma cariñosa.

—Gracias por tu apoyo —contesté con ironía, pero terminando con una sonrisa de complicidad.

—Muy bien, creo que ya podemos continuar con algo más complicado. Kevin —dijo Lily dirigiéndose a nuestro compañero— ve a buscar el sombrero.

Kevin hizo un saludo marcial y desapareció por detrás del escenario. Me senté en el suelo mientras iba relajando todos mis músculos. La sesión estaba siendo larga, pero comencé a sentir que por fin avanzaba. Lily se colocó a mi lado en silencio con una sonrisa y, tras unos segundos que empezaban a resultar incómodos, decidí preguntarle.

—¿Por qué me miras así?

—No se. ¿No tienes nada que contarme?

—¿Sobre qué? —pregunté intentando aparentar que nos sabía por donde iba la conversación.

—Un apuesto, enigmático y alto hechicero.

—¿Peter?

Asintió en silencio mientras veía como intentaba contener la emoción. No había hablado de ese tema con ninguno de los hechiceros, ya me había costado bastante hacerlo con mis amigas y, a pesar de todo lo que habíamos pasado este año, no me veía con la confianza suficiente como para sacar el tema. Lily debió notarlo porque se puso colorada al instante y traté de apaciguarla.

—No te preocupes, Lily. No me incomoda que me preguntes sobre ello. Bueno, al menos no mucho. Siempre he sido muy reservada sobre esos temas y más aún si ni yo misma se lo que está pasando.

—¿Te gusta? —preguntó con timidez.

—Mucho, pero creo que eso es bastante obvio, ¿no? —contesté sacándole una carcajada.

—La verdad es que si. Solo quería asegurarme. Después de lo de Stu...

Se cortó en la última frase, como si hubiese dicho algo malo, pero tomé su mano con cariño para transmitirle que no pasaba nada porque hablásemos de lo que había pasado y, mucho menos, que lo nombrásemos.

—No hay nada olvidado, Lily, pero creo que poco a poco podré ir avanzando. De todas maneras, si quieres saberlo, no somos novios ni nada parecido. Aún no hemos hablado de ello. Me gusta, se que tenemos una conexión desde mucho antes de todo esto y me hace sentir muy especial. El problema es que ahora mismo tenemos todos demasiadas cosas en la cabeza y va a ser difícil volver a llevar una vida normal.

—Lo normal es aburrido, eso siempre lo decía mi madre —contestó mientras se levantaba y me tendía la mano para ayudarme—. Solo pido ser la primera en enterarme cuando se confirme lo que todos esperamos.

Di un pequeño golpe en su hombro mientras se reía. Me gustaría poder abrirme más con los demás, sobre todo con ella, pero me costaba demasiado ser sincera con lo que siento y, sobre todo, cuando ni yo misma lo comprendía.

Estuvimos ensayando con el sombrero y unas palomas durante una hora más y el truco no salió en ningún momento, aunque fue muy divertido ver como los pájaros perseguían a Kevin por la sala. Creo que sabían que el era el responsable de su encarcelamiento y mareos dentro de la chistera. Cuando, al fin, conseguímos limpiar todo el descontrol de la sala me despedí de mis amigos con una sonrisa en la cara y fui hacia la habitación de mi hermano, donde habíamos quedado para dar un paseo y tomar algo.

Llegué a la puerta de la casa de la hermandad casi sin darme cuenta, ya que me había pasado todo el camino practicando el juego de manos para los trucos de cartas y casi me choco con una figura enorme que me esperaba tras el umbral.

—Creo que tienes muchas cosas que contarme, Anna.

—Creo que tienes muchas cosas que contarme, Anna

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Sombrío [Luces de colores 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora