Andrea Soler #2: sorprendida

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¡Odio este estúpido yeso!

No me deja hacer nada con normalidad y tampoco puedo beber vino por los analgésicos, de forma muy mala comprobé que puedo morir intoxicada por combinar el alcohol con dosis fuertes de Diclofenaco. Mis padres y el doctor me reprendieron muy fuerte por embriagarme mientras bebía pastillas de dolor, no es broma, casi muero hinchada y con un paro respiratorio.

Debía calmarme con el vino porque entonces le daba más motivos a mis padres de pensar que si tengo un problema de alcohol, cosa que no es cierto. Quizás siento algo de ansiedad cuando no lo bebo, pero eso no es grave. Todos tenemos una obsesión con algo, la mía es el vino.

Y Aaron.

Me recuerda mi mente.

Lo extraño mucho, me molesta que no me responda los mensajes ni las llamadas ¿Por qué me odia?, Yo no hice nada malo, solo amarlo y hasta perdonar lo que me hizo. Últimamente estoy tentada a buscarlo, necesito ir hasta su empresa si quiero verlo. De otra forma seguirá huyendo de mí.

Cómo no puedo conducir a causa del yeso, le pido el favor a Marlene de que me lleve hasta allá.

—Debes tener reposo Andrea —me recuerda con flojera.

Estamos en mi habitación viendo televisión, últimamente pasa tiempo conmigo por sentir culpa de aquel dia que se fue y me caí,  dice que debió estar en ese momento difícil para mí y no estuvo. No le di importancia, igual siempre la estoy perdonando aún cuando es una capullo conmigo.

—No estaré haciendo fuerza, solo voy a caminar cuando lleguemos —le suplico—, en verdad necesito ver Aaron, ya son muchos meses que no me contesta.

—Y no te has puesto a pensar que no te quiere ver más.

—Me rehúso aceptarlo —digo decidida a buscarlo hasta debajo las piedras si es necesario.

—Deberías superarlo Andi —Marlene suspira cansada de mi insistencia—. Él ya no quiere nada contigo.

Una punzada horrible se posa en mi pecho por esas palabras, no puedo aceptarlo; es feo seguir enamorada de alguien que obviamente ya no me quiere. Aún así me sigo preocupando por él y necesito saber que está bien.

—Solo quiero ver qué está bien, no voy a suplicarle ni nada —sigo tratando de convencer a Marlene.

Rueda los ojos con fastidio, —Esta bien latosa, vamos.

Mi sonrisa se dibuja grandemente en el rostro y le pido que me ayude a poner un vestido rojo no tan formal, tampoco quiero verme desesperada por llamar su atención. Marlene también me ayuda a peinarme y me delinea los ojos y pinta mis labios con brillo, observo mi yo en el espejo y sonrío, tenía días que no me veía arreglada. Últimamente me toca estar metida en casa y sin poder beber vino, esa es la peor parte.

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