Raiden Figueroa #2: intermediario

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Y cuando digo que no me voy a involucrar en una situación, es cuando más metido de cabeza estoy.

La risa escandalosa de Esteban ya me esta poniendo de malas, desde que le conté que el torpe de Álvaro me logró persuadir Y convencer para ayudarlo con Aitana no ha dejado de burlarse de mi.

—Asi que eres el concilia faldas —dijo entre risas y lo miré mal.

Eso no era gracioso.

—Ya te dije que esto no me agrada.

—¿Entonces para que aceptaste?, Le hubieses dicho que arregle sus asuntos él solo.

—¡Y lo intenté! De verdad que sí lo hice, pero me dió tanta lata y lástima que acepté.

Rodó los ojos y se levantó del sillón para ir a la cocina por una coca cola y papitas fritas, volvió conmigo al sofá y se echó viéndome con desdén. Conocía esa mirada, esa que daba muchos líos.

—Yo te ayudaré —ofreció y junto a su propuesta pude oler muchos problemas a futuro.

—No veo como puedas ayudarme.

—Para que no sea tan obvio, me acercaré a la mejor amiga de Aitana y estoy seguro que cuando la tenga enganchada ambas pasarán tiempo con nosotros.

No me dio buena espina.

—¡Tú solo quieres ligar con una excusa! —le reproché.

Se encogió de hombros.

—Si y ¿Qué?, Ya sabes que me gustan los nuevos retos.

—Esto es diferente Man, si meto la pata con Aitana me dará mucha vergüenza.

Él levantó las cejas sorprendido.

—¿Tú con pena con una chica?

Lo sé, era súper extraño considerando que no me da nervios entablar tema con las féminas, pero Aitana tenía un "no sé que" tal vez sea su inteligencia y meticulosidad para cada cosa que me ponía cohibido.

Y su mirada...

No podía mantenerle la mirada mucho tiempo sin ponerme incómodo ante su bordeo de ojos, porque si; tenía esa costumbre de mirar a las personas y bordear los ojos como sino quisiese verlos.

Era algo engreída y ese tipo de chicas no me agradan, la hace inaccesible y eso pone muy difícil mi tarea de cupido.

—No lo sé hermano, a la final fingire que hice mi mejor esfuerzo y que Álvaro haga el resto.

No le daré importancia a esto, tengo cosas más interesantes que hacer que resolver una relación patética y rota.

Si, por ejemplo ir a ver a tu cuñadita Liz.

Me recordó mi hermosa asistente llamada conciencia y tuve dudas, supe que Liz y Raell llegaron hace una semana de su viaje a Milán y desde entonces he vivido tentado a visitarla. Raell trabaja en el día y puedo usar la excusa de visitar para saber cómo les fue. La sola idea de verla me daba ansiedad y anhelo, me gustaba pasar tiempo con ella aunque fuera solo para admirarla en mis pensamientos, mientras finjo ser el cuñado respetuoso y perfecto.

—Voy a salir —anuncio antes de seguir dándole largas.

Mientras mas analice mi momento con Liz menos valentía tendré para ir y estar solo con ella.

—¿Adónde vas? —preguntó Esteban curioso.

—Por ahí.

No di detalles, si le digo que voy adónde Liz seguro me molesta con eso y no estoy de ánimos. Ver a Liz me pone nervioso y frenético, sobretodo porque me debo contener para no acorralarla como antes.

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