Raiden Figueroa #4: enredado en el pasado

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La mirada preocupada de Esteban me estaba exasperando a estás alturas del día, desde que le conté sobre la propuesta en la iglesia, como la rechacé y que ahora estoy arrepentido y si quiero aceptar, no ha dejado de verme como si fuese un marciano.

Me levanto del sillón malhumorado y le digo capullo en el proceso.

—¿Por qué te enojas conmigo? —reprocha confundido.

—¿Y todavía lo preguntas?, Te conté lo que pasó para recibir tu apoyo y lo único que consigo es lastima en ti —me detengo en pleno pasillo a reclamar.

Él se asoma por el espaldar del sillón ceñudo todavía.

—¿En qué momento?

—Tu mirada lo dice todo Esteban —ruedo los ojos y me voy a mi habitación. No necesito su lástima ni que me mire como si estuviese loco.

El querer ayudar en la iglesia no me convierte en loco, tal vez mi primer pensamiento fue nunca volver pero después de tanto pensarlo me di cuenta que no se trata de mí, sino de muchos chicos que quieren hacer algo para Dios y yo me estoy negando a darles ese derecho. Al fin y al cabo no seré el mismo Raiden de antes, comprometido con Dios ni mucho menos, solo seré el profesor de batería. Si, solo eso.

Ahora el problema es que no tengo el número de Jessica y la idea de ir a la iglesia en su busca me pone muy nervioso y me hace dudar nuevamente, de modo que solo una persona puede ayudarme en esto: Raell.

Marco su número para llamarlo y contesta casi enseguida.

—Hermanito, que milagro.

—Cualquiera piensa que no te llamo nunca.

—No lo haces muy seguido.

Ruedo los ojos por su sentimentalismo.

—Pues no llores ¿Vale?, prometo llamarte cada segundo del día a partir de ahora.

—No hagas promesas que no vas a cumplir, además no te quiero fastidiando todo el día.

Se ríe y vuelvo a rodar los ojos.

En fin, necesito que me des el número de Jessica.

Voy directo al grano. Detecto el silencio en la línea.

—¿Para...?

Cuestiona con duda.

—No voy a violarla Raell, solo quiero darle respuesta sobre algo que me pidió.

—No pensé en ningún momento que ibas a violarla, solo me sorprende que quieras hablar con ella después de tanto tiempo.

—Si pues, me la conseguí en estos días y me pidió que fuera el profesor de batería en la iglesia.

Le conté y se sentía lejano el ponerme hablar con él sobre cosas de mi vida, antes solíamos hacerlo con normalidad pero ahora resulta extraño.

¡No me lo puedo creer hermano! Eso me hace mucha ilusión.

—Si, si, no te hagas ilusiones solo es profesional.

—Igual me da mucha alegría, hay muchos chicos que quieren aprender.

Y justo eso me ha motivado hacerlo.

Vale, vale, ¿Me darás el número o no?

—Ya mismo te lo paso por mensaje.

—Bien, gracias.

—A tus órdenes.

Terminamos la llamada y a lo poco recibo un mensaje suyo con el número de quién una vez fue el amor de mi vida, a pesar de que nunca llegamos a ser novios fue la primera chica con quién tuve el pensamiento de casarme. Niego la cabeza con burla de solo recordarlo, eso no tiene sentido ahora para nada. Guardo su número y le escribo un simple mensaje autoritario y condicional, no quiero que piensen que seré el Raiden del pasado.

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