Bianca Reyes.Capítulo 3

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<<Mmmm que sueño más reparador>>

Me ha despertado la luz que entra a través de las ventanas, pero no quiero abrir los ojos, así que me cubro la cabeza con la sábana, y empiezo a recordar.

Un pequeño susto, hace que me incorpore descubriéndome por completo, he recordado lo de anoche, o casi todo, porque  después que me rescató el hombre misterioso y solitario de anoche, ya no recuerdo más nada.

Miro mi cuerpo y me asombro al darme cuenta que estoy desnuda.

<< ¡Ohh no! ¿Qué habrá pasado anoche?>>

Observo a mi alrededor.

<<¿Estaré en un hotel?>>

Pienso, aunque  no lo creo, todo se ve bastante hogareño. Hay una cómoda delante de la cama, con una silla enfrente, tiene una ropa doblada encima. Me levanto para ver que es, y un fuerte dolor de cabeza me detiene.

–¡Aaay! –me quejo, debe ser de la resaca, nunca había sentido esto, porque  no estoy acostumbrada a beber. Ayer sin dudas se me fue la mano.

Tomo la ropa para revisarla, es un pullover de hombre, extremadamente grande. Busco mi ropa de ayer con la vista pero no logro encontrarla. Veo una puerta al fondo y me dirijo allí, es una baño pequeño con una ducha, un lavamos y un inodoro, todo muy bien decorado.

<< ¡Qué bien!

Me pareció ver una toalla entre las sábanas, la tomo y me meto bajo la ducha.

Me pongo el pullover cuando salgo y me miro al espejo, me queda inmenso. Siento que se abre la puerta, y entra él, es justo como lo recuerdo, una figura imponente, me mira y sonríe al ver lo que tengo puesto, que seguramente es de él.

– Mucho gusto, me llamo Max– me dice con una sonrisa burlona.

<<¡Dios no puedo creer que haya dormido con un hombre que ni siquiera sé su nombre!>>

– ¿Y tú eres?– me invita a hablar.

–Me llamo Bianca.– contesto apenada– ¿Nosotros anoche?– prosigo, miro la cama, pero no logro decir nada.

Él ríe a carcajadas al ver mi preocupación.

– No te preocupes, no pasó nada anoche, estabas muy embriagada, y te quedaste dormida.

Suspiro aliviada, aunque  aún recuerdo que me desperté desnuda, pero no me queda más nada que confiar en su palabra.

– ¡Pa ven ya, vamos a desayunar !– se asoma una cabecita entre la puerta, que tiene una muy pequeñita voz. Me mira y me sonríe, yo le devuelvo la sonrisa.

Es muy hermosa, tiene el pelo rubio y largo, los ojos son de un azul intenso, se ve muy tierna, con sus hermosos cachetes rosados, debe tener al menos unos seis años.

<< ¡¿Espera ha dicho pa?!>>

Lo miro a él, y luego a ella, me pongo la mano sobre la boca, para disimular que esta abierta ante el asombro, son igualitos, es una versión de él femenina y en miniatura.

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