Bianca Reyes. Capítulo 9

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Me estiro en la cama, pensando que lo de anoche ha sido un sueño, por lo que no quiero abrir los ojos.

Finalmente los abro lentamente, y sí, estoy en su cuarto, miro para su lado de la cama para darme cuenta que no está, me incorporo rápidamente en la cama, un escalofrío de horror recorre mi cuerpo y mi mente. Miro a mi alrededor, veo una bandeja con un desayuno sobre la cómoda: arepas rellenas con guacamole, un huevo frito, trocitos de queso y jamón, unas uvas, un vaso de jugo ,una taza de café y una nota.

Tomo la nota y la leo :

" Buenos días preciosa, espero que hayas dormido bien entre mis brazos.Tuve que ir al pueblo a resolver un asunto de negocios, viro enseguida, a por más de lo q hicimos anoche"

Sonrió enseguida, me ruborizo al recordar todo lo que hicimos anoche.
Bebo el café y tomo unas uvas, al instante que me levanto para ir al baño. No puedo comer todo eso, tengo que cuidar mi figura, como modelo llevo una dieta muy estricta, pero el solo  hecho de que haya tenido ese detalle conmigo, me ha encantado.

Salgo con un albornoz y me dirijo hacia mi habitación para ver que me pongo, esta vez sí he traído algo de ropa, por si las moscas, menos mal ellas estaban en sus cabales. Río de mis pensamientos.

Me pongo un vestido gris que me llega unos centímetros más arriba de las rodillas, es ajustado al cuerpo y unas sandalias a juego. Me peino recogiendo mi cabello en una coleta y mi pelo rubio  largo cae sobre mi espalda. Aún levantado, casi me llega a la parte baja de la espalda.

Bajo las escaleras y me encuentro a toda la familia reunidos en la sala de estar.

–Buenos días– los saludo y ellos me responden.

La madre de Max me mira sonriente.

–Luces espléndida esta mañana, al igual que mi hijo que se ha despertado rebosante de felicidad. ¿Qué casualidad, no?

Dice ella y se ríe guiñándome un ojo, le devuelvo el gesto. Sonrió a pesar que me arden las mejillas, y debo estar roja como tomate.

Isabella se ha bajado de las piernas de su abuelo y se ha acercado a mi para saludarme, yo la cargo y ella me da un beso en la mejilla.

– ¿Me ayudas a organizar la casa de las muñecas?–  me pide esperanzada.

–Claro cielo, deja buscar los otros accesorios que están en mi auto.

Regreso luego de unos minutos con una pequeña maleta y voy hacia el cuarto de Isa, pues me han informado que me espera ahí.

La casa está sobre una mesa de centro, y al rededor hay pequeños cojines para sentarse sobre la alfombra, la nena está sentada sobre uno de ellos, acomodando los objetos dentro de la casa.

– Mira Isa– le indico sacando una caja que trae tres muñecas, estas son las inquilinas .

– ¡Waooo que lindas están!– exclama emocionada.

Mientras comienzo a sacar el contenido del bolso.Saco un pequeño closet y lo pongo sobre la mesa abriendo sus dos puertecitas, y dentro tiene unos percheros pequeños con ropa diminuta colgada en ellos.

– Estos son los conjuntos de las Barbies. ¿Donde los vas a ubicar?– pregunto.

–Aquí en el segundo piso, a un lado de la cama, pegado a la pared.

Dice sorprendida, haciendo comentarios de el lugar que le dará a las cosas, cada vez que saco un objeto nuevo.

–Isa– digo y ella me mira sonriente, se ve muy feliz, no estoy segura de preguntarle esto, sólo es una niña, pero quiero saber que piensa– ¿A ti te molestaría que tu papá y yo, fuéramos más que amigos?

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