Capítulo 23: Los amigos se perdonan

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Al día siguiente en la escuela, apenas se reunieron le cuestionan sobre qué le dijo su abuelo con lo que descubrieron cuando fueron al reino de la ciencia.

– No me dijo mucho. Solo que él alguna vez hizo inventos hasta que conoció a mi abuela.

– Pero, ¿nada sobre el Dr. Ku? – pregunta Marco.

– No, de hecho evitó ese tema. No lo sé tal vez algún día nos lo diga.

Después de la escuela se fueron al castillo para seguir trabajando en su proyecto. Yocko los observaba.

– ¡No! –grita Luis – ¡No te comas las herramientas! Eso no se come.

Intentaron quitárselas de la boca los cuatro junto con sus minibots. Luego de un rato se queda dormido.

– Lo bueno que ya se durmió.

Se fueron a la casa de Marco y Luis a terminar. Estuvieron casi toda la tarde haciéndolo y no les faltaba mucho. Acordaron seguirle al día siguiente. Marco dejó el proyecto en una mesa para que no le pasará nada.

Mientras dormían, un dron entró para espiarlos.

– Vamos. ¿Qué hay por aquí?

Por una cámara los observa dormir. Trata de acercarse a Luis. Él se gira y aleja el dron. En eso, el control le empieza a fallar.

– ¿Qué le pasa a este control? – lo golpea y escucha un golpe – ¡Sal! ¡Sal!

Sale volando por la ventana.

A la mañana siguiente ven que estaba roto el proyecto.

– ¡Tuercas! – exclama Marco – Está todo arruinado.

– ¿No lo dejaste en la mesa?

– Sí.

Les avisan a Anina y Daisy. Ya en la escuela checan que van hacer. Vieron que casi todo lo que utilizaron estaba roto.

– Tenemos que volver a conseguir los materiales – dice frustrada Daisy.

– ¿Qué pasó?

– No lo sabemos – contesta Marco – Despertamos y ya estaba así.

– Chicos, deben ser más cuidadosos – les sugiere Daisy.

– Pero nosotros no fuimos – repliega Luis.

– Entonces, ¿cómo pasó esto?

Terminan en una discusión. Se dirigen molestos a clases.

No contaban con que en ese momento los estuviera espiando el Dr. Ku.

– El equipo Powers dividido. Que mejor oportunidad.

Saliendo de la escuela cada quien se va por su lado. Luis estaba en la habitación con su guitarra pero sin ganas de tocar ni componer. Marco salió al parque más cercano con su libreta en mano, no hace mucho que volvió a escribir, aunque había que admitir que no se sentía inspirado. Daisy va a su pequeño huerto pero sin las mismas ansias de siempre.

Por su parte, se encerró en su habitación. Azotó la puerta lanzando su bolso a un sofá y sentándose en la cama.

– Hija.

– Pasa abuelo.

– ¿Te pasa algo, hija? – percibe una tensa situación.

– No – cruza los brazos enojada.

– ¿No deberías estar con tus amigos? Siempre estás con ellos.

– Ahora no quiero.

– ¿Sucedió algo? – le cuenta todo lo que pasó y la discusión que tuvieron – Ya veo, los amigos se enojan y llegan a desacuerdos. A todos nos pasa pero lo importante es que deben recordar que su amistad es única, olvidar y perdonar. Piénsalo.

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