Capítulo 1: Un comienzo de muchos

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En un mundo con personas no tan distintas a nosotros. Multiversal es una palabra que lo define. Cada reino de este mundo cuenta con tal variedad inimaginable. Juntos forman uno solo, el Reino Starlight.

Desde la ventana, la joven princesa Anina observa la ciudad bajando la colina y la cadena de colinas y montañas que rodean el reino Love, el reino central. Todavía con la curiosidad de conocer el mundo de su verdadero origen.

***

Un par de familias llegan. Originarios de la Tierra. Al abrir la puerta de la casa, uno de los dos niños entra de un salto. Da brincos inspeccionando la entrada a la cocina y la sala.

– ¿Es otro mundo, papá? – no se borra su sonrisa de asombro.

– Sí, así es Marco. Es un secreto que ha permanecido en nuestra familia por siglos. Los trajimos a ti y a tu primo Luis para que lo conocieran – explica su papá, Mark.

Toma a su primo Luis de la mano para ver la casa juntos. Pasan por las cinco habitaciones, dos con una matrimonial, dos con individuales y una con una litera. Las paredes pintadas de blanco desde la planta de abajo hasta arriba y las habitaciones de un café vintage. Su diversión incremento al encontrar la puerta al ático.

– Es la última caja – Louie, el hermano menor de Mark, lleva la caja al interior.

– ¡Papá! ¡Tío! – gritan ambos niños desde el tejado.

– ¡Bajen de ahí! – grita Mark.
Marco resbala. Cae de pie sin problema.

– ¡Súper! Otra vez.

– No Marco – sujeta su mano – Escucha. En nuestra familia... Poco a poco descubrirás que tienes más fuerza y poder que nunca imaginaste pero no debes mostrarla a los demás.

Gira la mirada al ver que su tío de un salto llega al techo y baja a Luis en brazos. Era algo increíble.

– ¿Por qué?

– Porque llegará el momento, niños.

Sin saber bien la razón obedecen.

***

– Anina ya es hora.

– Voy mamá – corre a abrazar a su madre.

– ¿Ya estás lista?

– Sí. Ya quiero conocer la ciudad.

– Vamos.

De la mano se dirigen al vehículo flotante donde ya estaban su padre, Carl, y Edy.

Bajan por el único camino de blanco mármol directo a la ciudad. Por la ventanilla admira al fondo las colinas y el bosque. En breve los edificios ocuparon la vista. Tan altos con sus ventanas de cristal. Negocios con miles de productos, más pequeños y coloridos por su diversidad.
Sale alegre del vehículo pisando el verde césped con campos de flores rojas, rosas y blanca. Al fondo había un lago de agua clara que refleja el sol de mediodía. Por fin después de dos años salía a conocer el mundo.

Edy saca una pelota.

– ¿Podemos ir allá?

– No vayan muy lejos – dice su padre.
Corren hasta el verde césped bien podado.

– Edy, la pateaste lejos.

Se adentra en los arbustos.

– ¿De dónde salió la pelota? – escucha la voz de un niño.

Se asoma viendo uno de cabellera castaña con la pelota en las manos y otro pelinegro sentado en el suelo sobándose la cabeza.

– Hola, es mía la pelota – sale avergonzada.

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