Capítulo 24: Hagamos arte

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Es fin de semana, junto con tía Cherry están en el reino del Arte. Conocen al príncipe Leonardo; de 19 años, cabellera marrón, demasiado alto, de tez morena y ojos oscuros. Él les da un recorrido a todos por el valle de los lápices, el bosque de lienzos, el castillo con tantos estilos y la Plaza del Arte toda colorida y alegre.

– Puedes echar tu imaginación a volar y expresar lo que sientes – les explica Leonardo.

Los lleva al centro de la Plaza.

Observa las bellas pinturas bajo sus pies.

– ¿Le gusta el arte, no, alteza?

– Claro que me encanta. De hecho, dibujó.

– Hay un grupo de personas allá. Pintan en lienzo. Podría intentarlo.

– Lo haré.

Se dirige allá. Luego de un rato, Leonardo observa el cuadro con colores alegres.

– Nada mal.

– Gracias. Es diferente a dibujar en papel pero me gusta.

– ¿Son...?

– Mis amigos.

– La amistad. Buen tema.

Por su parte, Marco y Luis admiran los grafitis en el suelo y en una alta pared. Las formas, las criaturas y los enigmáticos colores formaban un atractivo visual.

– Súper – saca una libreta.

– Es bueno que hallas vuelto a escribir.

– No hace mucho. Por ahora solo escribo lo que veo.

– Es un inicio.

– También ya has vuelto a tocar.

– De vez en cuanto.

– Ya es algo.

Daisy y tía Cherry regresan luego de ver las esculturas.

– ¿Cómo vas? – pregunta tía Cherry.

– Un poco más – limpia el pincel para introducirlo de nuevo en la paleta. Frota su mano en el mandil lleno de manchas de colores.

– No te apures. Lleva su tiempo – asegura Leonardo – Todavía recuerdo la buena artista que era tu madre.

– ¿Conociste a mi mamá? – deja el trazo a medias.

– Eso fue hace años. Yo estaba muy pequeño.

Llegan los dos primos.

– También conocí a los padres de ellos junto a su tía. Por cierto se parecen mucho.

– Tía – Marco voltea a verla – ¿ya lo conocías.

– Era más pequeña. Ya saben que con sus padres la diferencia era de 16 años.

– Oh, ok.

– No recuerdo mucho pero fueron muy buenas personas. De hecho, ellos...

Una explosión interrumpe la conversación. Un droide de aspecto humano disparó un láser a un edificio con pilares de colores pastel quitándole todo vivo color almacenandolo en un contenedor en el interior de su pecho.

– Chicos, refúgiense – les ordena Tía Cherry.

Apenas encuentran un lugar y se transforman. Empienzan a combatir pero este era más fuerte y veloz. Lo pierden de vista.

– ¡Cuidado! – Blaze quita a Wonder Flower de su camino.

Lightning lo ataca por detrás aturdiendolo. El droide se balancea de un lado a otro. Se detiene poniendo sus ojos al rojo vivo. Extiende su brazo que era un enorme láser y dispara a una colina siendo está derretida.

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