Capítulo 15: Yocko

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La clase de educación física está a la mitad. Algunos chicos están jugando fútbol, otras chicas en las gradas y el resto realizando otras actividades. Después de jugar básquetbol con unos compañeros, Anina y Daisy deciden sentarse en las gradas un momento. Sus amigos estaban recogiendo el equipo de gimnasia.

Ellos son tan buenos en el deporte. Me sorprendió saber que somos sus únicas amigas. Sé que ellos ocultan sus habilidades... Eso es. Se aíslan. Temen, no que los descubran, sino lastimar a alguien. No deben esconderse. Merecen ser ellos mismos.

– ¡Hola! ¡Rick!

Sus pensamientos son interrumpidos por los gritos de Carmen. ¿A quien miraba? Era un chico alto, que salía de la cancha.

Rick subía las gradas deteniéndose frente a ella. Carmen se detiene en seco borrando su sonrisa.

– Hola, ¿qué tal?

– ¿Hola? – levanta la mirada. El cabello rubio estaba lleno de sudor y sus ojos grises la examinaban.

– Anina, ¿verdad?

– Sí – Daisy, Marco y Luis los observan.

– Bueno... Yo... Quería preguntarte que ¿si después de la escuela quisieras venir a comer conmigo?

Abre en grande sus ojos azules al escuchar la pregunta y todos a su alrededor. Ella había escuchado de citas y noviazgos pero no pensó en que le ocurriría tan pronto.

– Eh... No gracias. Tengo mucho por hacer.

– Claro. Lo entiendo. Nos vemos, linda.

Se retira a los vestidores.

– ¿Linda? – escuchar decir esa palabra de su boca no le causa alegría ni siquiera satisfacción.

– Anina... – Daisy intenta tomar palabra.

– Mejor no hablemos más de esto – se levanta retirándose del lugar. Suena una notificación del celular – Creo que regresaremos.

Un mensaje de la profesora los trae devuelta al reino de los animales.

– Quería que vieron esto por ustedes mismos.

Los lleva de regreso con el huevo que encontraron.

– Miren. Está apuntó de nacer.

El huevo empieza a romperse saliendo de este un bebé dinosaurio. Este era gris pero su barriga hasta el hocico eran blancos.

– Aww, que lindo – dicen Anina y Daisy.

– ¿Qué nombre tendrá? – pregunta Marco al ver que la profesora lo carga en brazos.

– ¿Qué tal…? Yocko.

– Sí, me gusta. ¿De dónde se te ocurrió?

– Solo... Modifique un nombre que había escuchado antes.

– Es hora de alimentarlo. ¿Quisieran ayudarme?

– Claro.

Lo alimentan, lo cual no se les hace tan difícil. Lo sacan afuera para que empezará a conocer. El pequeño da unos pasos, voltea y mueve la cola.

– Parece que quiere jugar – nota Luis.
Su energía dinámica no duró más que un rato. La profesora lo lleva a dormir a un lugar que ya tenía preparado.

***

Un dron sobrevuela el reino. Capta al pequeño dinosaurio.

– ¡No puede ser! – frota sus ojos el Dr. Ku – Creí que esa especie se había extinto. Será mejor que lo consiga. Esa especie es muy especial.

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