Capítulo 25: La belleza del océano

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Están en el salón de entrenamiento usando sus nuevas habilidades.

– Todavía me sorprende que podamos hacer esto – admite Luis girando la vara que formó de un lado a otro.

– Me encanta – Daisy lanza varias flechas en el blanco.

– Pero aún quedan muchas dudas – comenta Marco –. Deberíamos preguntar. Tal vez al señor Ed. Lo que pasó la otra vez... Y, tía Cherry...

– Sí, pero ¿no creen que lleguen a preocuparse? No saben nuestro secreto – se detiene dejando desvanecer el lazo.

– Es verdad. Por cierto, ¿ya se enteraron? Anina quedó a cargo del festival.

– ¿¡De verdad!? – exclaman ambos.

– Todavía hay asignaciones por organizar. Pero daré lo mejor.

– Claro que lo harás, amiga.

– Cuentas con nosotros – afirma Luis.

De pronto, reciben un mensaje de Tía Cherry que irán al reino del océano.

Se van en el viajero, y llegan al reino de la playa.

– ¿No se supone que vamos al del océano? – cuestiona Marco.

– Sí – responde su tía – solo que el Viajero no puede ir bajo el agua. No se le ha agregado ese modo.

– ¿En qué parte del océano está? – Luis observa toda la extensión azul.

– Se encuentra allá bajo el océano en una cúpula especial.

Suben a un barco el cual los llevaría al lugar en donde está. Ya en medio del mar cúmulos oscuros cubren el cielo. Surge una tempestad que comienza a sacudir el barco de un lado a otro.

– ¡Sujétense! – les grita el capitán sosteniendo fuerte el timón.

– ¡Marco! ¡Luis! Asegúrense que Anina y Daisy estén bien – ordena Tía Cherry.

Aferrándose al barandal soportando las sacudidas. En un zarandeo Daisy se suelta yendo sin rumbo. Se sacude hacia el otro lado y Luis la atrapa. Con una mano se sujetaba él y con la otra la cintura.

Con el rostro contra el cuello. Daisy siente su brazo sujetandola, una sensación cálida la envuelve sintiéndose protegida. A pesar de la fría lluvia se sentía a gusto.

Lamentablemente, el barco sufre una sacudida por una ola que vuelca el barco hundiendolo.

Entre las olas eleva la cabeza. Una mano sujeta la suya.

– ¡Anina! ¡No te sueltes! – Marco la lleva con los demás.

Todos se agarran de las manos para no separarse.

– ¡No se suelten!

– Yo no...

Un tirón los hunde. Alguien los jala hacia abajo. Una chica de cabello largo y pelirrojo tenía sujeta la mano de Cherry. Una capa los envuelve permitiendoles respirar. Una gran cúpula capta su atención. Cruzan la barrera.

Toma aire observando a sus amigos.

– ¿Estás bien? – Luis da palmaditas a Daisy quien tose.

Sus ojos contemplan una enorme urbe de diseños marinos de caracolas, olas y criaturas.

– ¿Están todos bien? Esa tormenta está muy fuerte. No me presentado, soy Marina, princesa del reino del océano. Los estábamos esperando.

– Mucho gusto. Gracias por evitar que nos ahogáramos.

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