« Cuando la madre de Jihyo presiona a su hija a más no poder para que ésta consiga una pareja... Ella decide mentirle descaradamente, ¿la podrían culpar? ¡Estaba bajo presión y con ganas de callar a su estresante progenitora!
Park Jihyo anda necesi...
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Todos los presentes, vestidos de blanco, algunos con lágrimas en sus ojos, otros simplemente sonriendo con una felicidad inmensa al presenciar todo lo que estaba sucediendo frente a ellos.
Una mujer de largo cabello azabache liso en un peinado sublime, con un gran lazo y un maquillaje natural, más un vestido de cola de sirena vestían a la fémina. Los padres de ésta más que orgullosos de ver a su preciosa y segunda hija de estar finalmente en el altar, al lado de la persona que más amaba. Con sus manos sudorosas, escuchando con atención las palabras del abogado.
A su lado una joven con una más altura que ella, cabellera castaño claro y ojos como la miel, con sus hebras onduladas cayendo como una gran cascada en su hombro, mientras un collar y el velo tapaban sus finas facciones. Cualquier persona suspiraría por ese sueño de mujer, un ángel encarnado, tapado por la fina tela que dentro de unos segundos, revelaría sus carnosos labios para ser besados.
Una bella melodía de un gran piano en medio de toda la gente, acompañando la perfecta noche de Noviembre.
Cuando el hombre mayor, con documentos en mano y la tinta en la mesa anunciaron el poder firmar los papeles. Los flashes de las cámaras, aplausos haciendo eco en los oídos de las dos mujeres provocaron un corto, pero apasionado beso; causando mariposas en más de uno de todos los que observaban la muestra de amor eterno. Ninguno en ese gran salón lleno de invitados como amigos y familiares, o simples conocidos lo podía aceptar todavía, seguían sin poder creerlo...
Park Jihyo y Minatozaki Sana, la pareja del momento e ideal, habían contraído matrimonio.
Aquel: «Acepto» dicho al unísono, fue el principio de una larga lista de cosas que cambiarían la vida de dos mujeres cruzadas en el camino de la otra.
Y en la mente y corazones de las recién casadas, ninguna se explicaba como su pequeña mentira, había llegado tan lejos...
Pues bien, debemos partir desde el principio ¿no creen?
