Capítulo III

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Con algo de pesadez Jennie abre los ojos sintiendo los rayos del sol atravesar la ventana del cuarto. Talla levemente su frente para poder calmar el dolor de la resaca que siente.
No tomó mucho alcohol por lo que es algo tenue, pero pequeños fragmentos de la noche se le vienen a la mente.
Sabe que se acostó con alguien pero no recuerda muy bien quién, sólo sabe que es pelinegra y algo por lo que recuerda.

Su espalda baja le envía un escalofrío por todo el cuerpo y se da cuenta de su desnudez mientras el frío la roza.

Observa las sábanas revueltas y su ropa desperdigada en el piso junto a su celular.
Intenta levantarse pero el dolor en su espalda baja la detiene y suelta un quejido. Como puede gatea y lo recoge para poder ver que son las 8 de la mañana.

Tiene unas 20 llamadas perdidas de Rosé y más de 50 mensajes preguntando dónde estaba. Manda su dirección para recibir como respuesta que Nayeon iría a recogerla.

Ya de pie se siente mareada, pero puede al menos caminar a la ducha y darse una enjuagada para poder salir a ponerse su ropa. Al estar en la recepción del hotel se acerca a la joven para preguntar si no la había visto entrar con un chico. Aunque sabe que seguro no es un chico porque tiene una corazonada con respecto a todo esto.

──¿Chico? Cariño, entraste siendo cargada como princesa por una chica más alta──le responde la mujer──Ella me pagó por la habitación y dijo que nadie molestara, luego observé cómo salió unas horas después hacia la calle. Pero tranquila, no debes pagar nada.

──Gracias──fue lo único que salió de su boca hasta que se atrevió a preguntar un nombre──¿No tiene el nombre de esa persona? La que venía conmigo.

──Claro

Ella tecleó la computadora mientras mascaba un chicle y le mostró la pantalla a Jennie. Esta se quedó helada al leer un nombre conocido en ella.

"Lalisa Manobal"

──Gracias

Nara negó con una mirada de compresión. La ebriedad de esa chica no le haría recordar nada de lo que hizo con la castaña frente a ella. Por alguna razón sabe que se conocen por la mirada de la chica.

──Te esperan afuera, una chica bajita vino por Kim Jennie. Eres tú, ¿verdad?

──Sí, lo soy. Muchas gracias, tenga una linda mañana.

Al salir encontró a Nayeon recargada en el auto con unos lentes oscuros y cubrebocas negro. Esta miraba su teléfono mientras esperaba.

──Ya estoy aquí──Dijo Jennie sacando a la pelimarrón de su concentración en el teléfono.

──Jennie unnie, pensé que no saldrías. Vámonos──le dijo la menor con una sonrisa para ingresar al auto junto a la castaña.

El chofer avanzó hacia el departamento de las chicas con una tranquilidad que pudo disfrutar el camino y pensar todo.

Se sentía una persona sucia en el sentido que tuvo un revolcón con una persona que para ella es lo más. Una persona que es su gran ejemplo. Que estima y le tiene respeto.

Pero ella cometió un error, pudo parar todo aún estando en estado de ebriedad. Pero no pudo, se dejó llevar por el placer y la satisfacción de esa noche.

No podría mirarla a los ojos al menos ahora que están por llegar a casa. Tampoco tiene la idea segura si usaron al menos protección. No es como si pudiera terminar con un embarazo (Ante todo hay que tener fe) pero sabía que por medidas de prevención de enfermedades tenían que usarla.
Se lamenta internamente y tiene ganas de salir corriendo del auto para poder huir de enfrentar el problema y permitirse hasta incluso llorar.

──¿Jen, estás bien?──pregunta Nayeon, que hasta el momento se ha dedicado a observar a Jennie muy callada y con una mirada algo perdida.

Esta sólo asiente algo aturdida.

──Puedes confiar en mí, tranquila

Pero Jennie no necesita decirle a ella, necesita desahogarse con su mayor confianza y mejor amiga. Quiere correr a los brazos de Jisoo y decirle qué tan estúpida fue. También reclamarle por empezar su tonta batalla de copas.

Pero se distrae al sentir ganas de vomitar en ese instante. No aguanta el estrés que le trae la situación.

──Paren el auto por favor.

Upps! Bebé en camino | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora