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— No me dejes...

Repetía en mi cabeza una y otra vez como si fuera un bucle infinito mientras me aferraba a sus manos congeladas. Aún me daba algo de esperanza ver sus ojos entrecerrados y su rostro estoico e impoluto ante aquella situación. Escondi mi rostro en su pecho y cerré los ojos manteniendo el poco calor que me quedaba. No se en que momento perdí la conciencia, pero cuando desperté me encontré a mi mismo en un pequeño bote salvavidas sin rumbo a la mitad del mar. Llegado a este punto me costaba mucho siquiera pensar en lo que había pasado. Tenía lagunas entre recuerdo y recuerdo.

"Tienes que mantenerte despierto."
Escuché de una voz muy lejana que a la vez se sentía como una leve brisa refrescante. Entonces con dificultad gracias a mi visión borrosa pude verlo sentado a mi lado con una sonrisa leve y una expresión calma. Ahí estaba él, Luhan estaba junto a mí. Y podía verlo, sentir su presencia y oírlo.

— ¿Donde estamos?
Logré preguntarle con la voz ronca tras haber estado horas sin decir ni una sola palabra. Mientras me arrastraba débilmente por el barco salvavidas hasta las piernas de este. Recargue mi cabeza en aquellos muslos tan cómodos como una almohada y al instante sentí sus suaves manos acariciando mis mejillas lastimadas por el sol.

"Estamos en el infierno"
Murmuró tan suave que aquellas palabras se las llevó el viento...

[. . .]

Y así es que conocí el verdadero dolor al abrir los ojos y ya no encontrarlo a mi lado. Junto a mí solo estaban algunos marinos, expertos de la cruz roja y tripulantes en general.

— Agua...
Dije apenas mi conciencia lograba asimilar la situación y el cambio de escenario tan brusco. Un hombre me pasó una botella con agua y la tomé casi en un segundo para luego sentarme bruscamente en la cama.

—¿Y Luhan? ¿Donde esta Luhan?
Dije enérgicamente expresando por completo mi preocupación. Vi a las personas presentes mirarse unos a otros con confusión y lástima.

El médico que me estaba administrando suero por vía intravenosa dió un largo suspiro que llenó la habitación de una tensión fúnebre y sombría.
"Jovencito, es un milargo que sigas vivo. Con respeto a los sobrevivientes de la catástrofe... No hay registros de ninguno con ese nombre."

Cuando escuché esas palabras mi corazón se disparó hacia mi garganta y entre lágrimas de desesperación vociferé.
— ¡No! ¡no es cierto! ¡Luhan estaba en el barco salvavidas conmigo! ¡Él estuvo conmigo siempre!

"No había nadie más en el bote salvavidas."
Escuché antes de sufrir una descompensación y perder la conciencia por lo débil que se encontraba mi cuerpo.

The butterfly effect [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora