Capítulo 9

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Minho observó con impresión el invernadero del padre de Changbin. Avanzó entre las paredes tapizadas de mariposas. Una enorme sonrisa adornó su expresión. El pelirrojo sonrió detrás suyo, contento por poder encontrar algo en que complacerle. Minho le había dicho que le gustaban las mariposas, su padre y él habían coincidido muy bien en ese gusto, así que aquel lugar en donde habían toda clase de mariposas resultaba mágico, sobre todo por la presencia del de cabellera ceniza.

Estuvieron un largo rato, observando las flores, las alas de diferentes colores, Minho hablando sobre lo mucho que disfrutaría pintar algunas al volver a su hogar. Changbin le permitió tomar algunas fotografías.

— ¿Te gustó? —Preguntó al salir del lugar. Él volteó a verle con una enorme sonrisa, asintiendo.

— ¡Me encantó! ¿Vienes aquí muy a menudo?

— Solo cuando deseo sentirme más cerca de la naturaleza.

Su cita volvió a sonreírle, queriendo abrazarlo a modo de agradecimiento por la grata experiencia, pero conteniendose de hacerlo. Observó a Changbin cuándo la limusina se detuvo frente a ellos. El pelirrojo le abrió la puerta, ofreciéndole acceso.

— ¿A dónde vamos? —Preguntó cuando sus acompañante se sentó cerca suyo. Parecía tímido, pero contento.

— Te invito a comer —sugirió con nerviosismo. Minho podía jurar que estaba luchando consigo mismo para que las palabras salieran de sus labios—. Por favor, hice una reservación.

— Está bien... vayamos.

El viaje fue silencioso. Changbin era, al menos con él, alguien de pocas palabras. Así que no le pareció extraño su silencio. El chófer conducía sin música, y otro guardia de seguridad de los Seo viajaba en el copiloto. Ellos dos en los asientos posteriores de la limusina, con suficiente privacidad como para entablar una buena conversación. Probablemente si Changbin hubiera tomado eso como una oportunidad para charlar, a Minho le hubiese parecido grato e incluso un avance muy progresivo. Pero no lo hizo.

El restaurante era fino. Con Changbin era así siempre, al parecer. Aún no tenía la confianza para pedirle que lo llevase a un lugar menos rebuscado. En la zona a la que los dirigieron había poca gente, era el mejor sitio para ver a los músicos que tocaban jazz en vivo. La música, las mesas y los adornos eran todos elegantes. Se sentaron uno frente al otro. Le solicitó al pelirrojo qué fuera él quien se encargase de pedir para ambos. Cuando el chico se hizo cargo, él no pudo evitar notar el violín que yacía junto a los músicos, sin que nadie lo tocase aún. Los largos segundos en silencio luego de que el mozo se fuera en busca de su pedido se lo pasó observando el instrumento sin, al parecer, dueño.

— ¿Te gusta la música jazz? —Preguntó Changbin, logrando obtener la atención.

—Sí. ¿Por qué nadie toca el violín? —Quiso averiguar apoyando su mejilla en la palma de su mano. Su compañero echó un vistazo a los músicos. Sonrió.

— Esa canción no ocupa el violín, pero el violinista debe estar cerca.

No hubo más conversación. Minho podía jurar que si intentaba sacarle las palabras a Changbin apenas y lo conseguiría, pero para preámbulos largos no tenía interés. La comida llegó. El tiempo pasaba y Changbin solo lo miraba como si fuera algo inalcanzable, cuando Minho tenía muy presente que entre ellos dos el inalcanzable debería ser el pelirrojo. Era guapo, lindo y de buena familia, además de que le encantaba mucho su estilo retro, pero mientras se comportase tan tímido no podían avanzar.

Iba a suspirar, rindiéndose en ese intento de cita, sin embargo el sonido penetrante del violín le hizo levantar la mirada en dirección a la banda. Sus ojos se abrieron ampliamente; en el escenario Chan estaba tocando. Minho se removió un momento en su lugar, intentando esclarecer su mente para decidir si ese era Chan o solo un producto de su imaginación. Sostuvo su mirada sobre el chico. Vestía un chaleco fino con una camisa manga larga arremangada hasta sus codos. No llevaba corbata, los dos botones del cuello de su camisa estaban desabrochados, y portaba un cubrebocas negro. Era notablemente el más joven de todos los que tocaban. Pero así mismo, o al menos a su parecer, el más talentoso. Sonrió, acomodándose para observarlo tocar.

El preámbulo que tenía respecto a él con la música era totalmente deleitable. Escucharlo en un grupo, en un lugar tan fino, solo aumentaba la admiración que ya sentía por Chan. Aunque dudaba que fuera del estilo de sus compañías habituales. O quizás si lo era, al final de cuentas eran todos niños de familias prominentes.

— ¿Estaba deliciosa tu comida? — Preguntó Changbin, sonriendole.

Parecía muy dispuesto a conversar. Minho podría jurar que estuvo preparándose para tener una conversación. Aunque muy mala idea de parte de Seo Changbin comenzar una conversación justo cuando él había encontrado algo interesante.

— Estaba bien, gracias.

Changbin hizo otra pregunta, Minho no lo había escuchado muy bien y se limitó a responder algo cualquiera, probablemente sin sentido. Pero el pelirrojo se había sonreído y, aunque Chan era demasiado interesante, la sonrisa de Changbin también se lo pareció. Era todo como un eterno vaivén de intereses. Estaba Chan en lo superior y Changbin frente a él. No sabía exactamente a quien mirar, pero antes de poder decidirlo el turno del violinista terminó. Como si nada él se retiró del elegante escenario. El impulso a seguirlo era grande, pero ¿qué le diría, de cualquier forma? Chan ya le había dejado claro que no iba a compartir nada con él. Su preciosa música sería inalcanzable.

Por esa razón la tarde con Changbin continuó con la monotonía que era palpable. La música jazz fue lo único bueno de su cita y el acto de presencia de Chan unas cuantas piezas después. Probablemente ahí tocaba a diario, quizá los fines de semana o tal vez solo a veces. No lo sabía y a lo mejor no iba a saberlo. ¿Quién era él para investigarlo, al final de cuentas?

Al llegar a su hogar sentía que había sido el día más largo de su vida. Decidió pasarse directamente hasta su habitación. No quería ver ni hablar a nadie y si fuera mejor prefería encerrarse hasta que las hormigas se lo comieran y desaparecer de la tierra.

— Cálmate, Minho —se dijo a sí mismo, sentándose en la alfombra, con la espalda contra la cama—. Puedes hacer esto.

El ánimo servía de mucho. Pero, si tenía que ser sincero, a veces se preguntaba si valía la pena seguir intentando encontrar algo en la vida que fuera valioso.

《 Tú y yo somos demasiado distintos ¿cómo se supone que funcionaría? 》 preguntó, curioso y a la vez renuente. Jisung suspiró, mirándolo con interés.

《Junta dos elementos opuestos en un solo término y habrás creado un tercer concepto... lleno de total logica》

《 No tiene sentido》murmuró Minho observando al chico como si fuera la cosa más absurda que había escuchado.

《 Las cosas eternas, pocas veces tienen sentido. Tú y yo... seremos algo eterno. 》

Oleos al viento (Minchan/Bangho/Bangknow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora