Capítulo 7

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— Hice un pacto conmigo mismo que no está funcionando, Seung.

El aludido acarició los cabellos de Minho, quién tenía la cabeza sobre sus piernas. No sabía exactamente que decirle a su mejor amigo, pero no podía simplemente dejarlo así.

— ¿No ha funcionado tu nueva socialización?

— Funciona. Pero cuándo vuelvo a estar a solas el dolor en mi corazón aparece y me hace sentir tan aplastado... como si una enorme piedra cayera sobre mí.

— Si eso sucede, quiero continuar a tu lado. Intentaré hacerme el tiempo para salir contigo más a menudo y volver a pasar tiempo juntos.

Un jueves con Félix ausente y, por suerte Changbin ocupado, Minho decidió esperar sus horas libres en el edificio de prácticas. En este habían diversas aulas para cada especialidad, y a veces incluso utilizaba el salón de Danza. Aunque esa ocasión optó por el aula con mejor vista del campus, un salón sin funcionamiento. Se encontraba sentado en la ventana, observando a la gente ir y venir por doquier. Nunca había sido alguien pesimista, pero en esos momentos incluso la alegría de otras personas lograba ponerlo de mal humor.

Abrazó sus piernas a la altura de su pecho, sintiendo la tristeza abriéndose camino por sus emociones. Llorar no era común en él y mucho menos se permitiría hacerlo por recuerdos que antes no habían sido importantes. Sin embargo, el murmullo de una melodía le invitó a dirigir la mirada en dirección a la puerta. Dispuesto a averiguar se dirigió hasta el pasillo encontrandolo vacío. El ritmo de un violín volvió a sus oídos, esa vez comenzó a caminar por el lugar tratando de guiarse por la música. A medida que avanzaba la melodía se volvía más y más fuerte, más bonita, más relajante.

<<Salón de Música >> Leyó en la puerta de dónde provenía el sonido. Sin pensarlo se levantó en las puntas de sus pies para asomarse a través del cristal en lo alto de la puerta. Levantó las cejas con sorpresa al descubrir a un chico tocando el violín. No cualquier chico, tez blanca, cabello rizado color chocolate, mirada tranquila. ¿Era una vil coincidencia o tal vez en su subconsciente había comenzado a perseguir a Bang Chan?

Frunció los labios un poco, continuó escuchando, sintiendo como sus emociones se tranquilizaban, su alma se llenaba de cierta paz. Dibujar no era el único talento de Bang, le quedaba claro.

Su posicion no era muy cómoda, estar sobre sus puntas era cansado, pero por esa ocasión no le importaba. No lograba entender cómo aquél chico hacía tantas cosas bien. Se le veía tan serio, cabía decir que también era aburrido, incluso que solía meterse en problemas sin motivo alguno, pero su concepto sobre él había cambiado un poco, no solo por la pasión que le ponía a sus dibujos, también esa manera de tocar que lograba que se embriagara con esas melodías. Era inevitable sonreír cuando escuchaba esas cuerdas dejando fluir una suave e hipnótica música. La sonrisa que había pintado su expresión se relajó, no quería dejar de escuchar ni tampoco de ver. Era una escena novelesca y no podía perdersela por nada del mundo.

La música era brusca, pero tranquilizante. Unas cuantas notas detrás de las otras, siguiendose en un vaivén de emociones. Minho podía interpretarlo como frustración, algo similar a lo que él mismo sentía. Cerró los ojos un momento, dejándose envolver. Mas cuando la música se detuvo, volvió a abrirlos. Para su sorpresa Chan ya no le daba la espalda a la puerta, sino que estaba viéndolo fijamente. Minho se asustó por ser descubierto, se paró correctamente dejando de ver al interior del salón, sin embargo, aunque hubiera querido, no tuvo tiempo de escapar de la escena. El violinista abrió la puerta y salió a su encuentro. De más estaba el decir que su expresión facial no dejaba ver ni una pizca de agrado por haberse violentado su privacidad.

— ¿Que se supone que haces? —Preguntó Chan, dejando ver exigencia en su voz, incluso un deje de violencia. Minho pensó que era bueno escucharlo hablar con un tono diferente, también buscó mil formas de justificar sus actos, pero en vez de eso volvió la vista al violín que él sostenía firmemente.

— No sabía que tocabas tan bien el violín.

Chan frunció el entrecejo, sus dedos fortalecieron el agarre sobre dicho instrumento y observó con atención a su interlocutor. Si Lachlan estuviera ahí enseguida querría exigirle respuestas, Daeyeon no dudaría en irse a los tirones de cabello y Jeongin comenzaría a lanzar algunas cuantas amenazas. No obstante, él decidió negar suavemente.

— Gracias —respondió por fin al notar sinceridad en el comentario del chico de cabellera ceniza, sus amigos se burlarían si lo escucharan.

— ¿Te gusta mucho? —Quiso averiguar, creyendo en vano que había logrado romper una de las paredes— ¿Desde cuando tocas? ¿Que sientes?

— No creo que inmiscuirse en asuntos ajenos sea muy bien visto —le retó—. Además no respondiste a mi pregunta.

— Oh sí... bueno yo estaba en una de las aulas y pude escuchar tu música. Me gustó como tocas por eso me quedé a oírte. Lo siento —se inclinó a modo de disculpas, presionando levemente los labios.

Chan guardó silencio, ya lo reconocía, era de su mismo grupo, el chico que antes le había devuelto su portafolios.

— Está bien —decidió concluir, acomodándose el violín para volver al aula—. Tengo una clase ahora. Ya puedes irte.

— ¡Espera! —Le detuvo, tomando su brazo antes de que se perdiera detrás de esa puerta. Lo soltó al notarlo tensarse— ¿Volverás a tocar mañana?

— ¿Perdón? —Se volvió para verle, casi ofendido, Minho asintió con ansias, ignorando por completo el desagrado ajeno.

— No es que te acose, pero realmente fue muy tranquilizador para mí. Por favor... dejame oírte tocar una vez más —le suplicó con desesperación. Chan se lo pensó un momento, él no era del tipo que compartiera sus momentos con nadie, además sólo tocaba de vez en cuándo, pero aún no lo conocía. No podía compartir algo tan valioso con alguien a quién no conocía para nada— Me hizo olvidarme de cosas muy tristes —prosiguió—. Podría incluso pagarte para volver a oirlo.

— Si piensas que el dinero es una motivación para mí, estás equivocado —reparó con seriedad, negando luego de eso—. No toco para nadie más que para mí. Y no tengo tiempo que perder, ahora debo irme.

Minho no vio más remedio que hacerle caso cuándo cerró la puertas tras de sí. Un suspiro escapó de sus labios y con osadía se atrevió a mirar una vez más; dentro del salón, Chan guardaba su violín con sumo cuidado.

Tal vez alguna otra ocasión, dentro del parametro natural de una coincidencia, podría volver a escucharlo.




《 En realidad, esas cosas no existen, Jisung. Todo en esta vida es por causa y efecto. Coincidir no es más que un resultado de acciones pasadas.

El rubio lo miró enamorado. Sonrió antes de acercarse para besar su naricita. Negó.

《 Que causalidad tan bonita fie haberte encontrado, Minho.

Oleos al viento (Minchan/Bangho/Bangknow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora