Capítulo 4

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Chan se encontraba en su salón de arte, dibujando con tranquilidad. El aire fresco entraba por el balcón, mecía las cortinas y revolvía sus cabellos. Él alejó con cuidado la tiza de su lienzo, recorriendo un poco su silla deslizable para admirar a distancia su trabajo. Inspiró en silencio, acercándose para arrancar el papel con cuidado y dejarlo caer al suelo, volviéndolo inservible. Abandonó su tiza en el estante de las mismas, se levantó del asiento y se dirigió a paso tranquilo hasta el pasillo. Apenas abrir la puerta la voz molesta de su padre le hizo voltear solo para encontrarse al hombre caminando con rigidez siendo perseguido por su mayordomo.

— Él tiene prohibido ir allá. No deben quitarle el ojo de encima. No quiero tener que enterarme de que volvió a escaparse.

Chan sabía de qué se trataba, por lo cuál un suspiro escapó de sus labios y cambió el rumbo de sus pasos hasta la habitación de su hermano menor. Sin embargo, al llegar a la esquina correspondiente su padre se asomó desde una de las habitaciones.

— Chan —al oírle, el de cabellos chocolate se detuvo y volteó a verle— ¿Puedes venir conmigo? —Él asintió, ingresando a la oficina de su padre, cerrando la puerta tras de sí.

— ¿Que es lo que pasa?

— ¿Ibas a dónde tú hermano? — Preguntó, sin darle muchas vueltas, obteniendo un asentimiento tranquilo— Sé que es egoísta pedirte esto, pero por favor, intenta hacerlo razonar.

— Egoísta es prohibirle visitar a su propio padre —le recordó con prudencia, obteniendo una mirada acomplejada por parte del señor Bang—, no te culpo, yo tampoco soporto verlo destruir su vida así.

— See está deprimido. No puedo mostrarme débil ante él, pero tú eres muy fuerte, Chan. Te respeta demasiado. Por favor llevalo de paseo, sacalo y distraelo. Por favor. Vuelvan a ser como cuando niños.

— ¿Él está asistiendo a clases?

— Sí.

— Entonces veré que hacer.

— Gracias, hijo, de verdad.

— Yo no hice nada que debas agradecer.

— Existes y tengo que agradecertelo mucho. Eres quién ha sostenido a esta familia emocionalmente desde que tu padre se fue, si no estuvieras, See y yo nos hubiéramos hundido en la tristeza.

Chan guardó silencio cuándo su padre se acercó para abrazarlo. Él no era pro del contacto físico, pero se trataba de su padre y no podía rechazarlo. Mucho menos cuándo la situación estaba tan tensa.

— Si necesitas algo, llámame —se encaminó hasta la puerta cuándo abrazó terminó, pero antes de salir volvió a mirarlo—, por cierto, él y yo aún somos cómo cuándo éramos pequeños, es solo que ahora estamos más ocupados. Todos lo estamos.

Caminó a pasó rápido hasta la habitación de su hermano. Los empleados que lo encontraban evitaban mirarle de más. La habitación de See era toda una escena digna de película adolescente; botes de helado, un drama triste reproduciéndose en la televisión, paños por todos lados y chatarra por doquier. De su hermano no había señal. Las cortinas del balcón se movieron suavemente debido a la brisa, a través de ellas la silueta de cierto chico se hizo visible y decidió acercarse.

— See... —susurró mientras se acercaba. Recorrió las cortinas con cuidado, encontrándolo de espaldas,  mirando en dirección al jardín. Entonces prestó atención al chico y abrió los ojos exaltado— ¡¿Que rayos te pasó?! —Exclamó— ¡Bang See!

— Guarda silencio, hermano mayor — se quejó sin voltear, pero Chan no podía creer lo que veía.

— ¿Que te pasó en el cabello?

Oleos al viento (Minchan/Bangho/Bangknow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora