Todo lo que Regina podía sentir era odio. Pasó la mayor parte del tiempo llorando en su habitación y cuando finalmente decidió salir, terminó descargando su enojo con las dos chicas.
Regina terminó convirtiéndose en una mujer fría y agresiva y solo empeoraba cuando miraba hacia abajo y veía su panza, o cuando el pequeño Mateo se movía en su panza.
Ella lo odiaba.
Era un odio mortal. A veces, cuando se despertaba de madrugada con los movimientos del bebé, tenía ganas de tomar un cuchillo y perforarse el vientre, solo quería que él saliera de allí.
Y entonces Regina recordó a una amiga que practicaba abortos en una clínica clandestina pero sabía que su amiga era de confianza.
Estaba nerviosa y eso se reflejaba en el bebé, que parecía nervioso y no dejaba de moverse en su vientre, irritando aún más a Regina, que apenas podía esperar a tener nada más allí.
━━━ Quédate quieto, demonio. ━━━ susurró, golpeándose su propio vientre.
Las demás mujeres en la habitación la miraban como si fuera una extraterrestre después de todo su barriga era enorme, a diferencia de todas ellas, la panza apenas se veía.
Regina ignoró las miradas y agradeció al cielo cuando finalmente entró al consultorio. Abrazó a su amiga de mucho tiempo y tan pronto como se sentó en una de las sillas del consultorio, recibió esa mirada asustada nuevamente.
━━━ Yo... está bien, por favor decime que el aborto no es para vos
━━━ Por supuesto que es. ━━━ Regina se encogió de hombros, su amiga era su última esperanza. ━━━ Sabes todo lo que me pasó Legna, odio a este bebé.
━━━ ¿Cuantos meses?
━━━ Seis.
━━━ ¿Seis meses? ¡Te volviste loca! Seis meses es demasiado arriesgado, Regina.
━━━ Sé que es tarde pero no me importa, simplemente no quiero que este demonio crezca dentro de mí.
Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, no lloraba de tristeza sino de odio. Quería terminar pronto con este problema. -
━━━ ¡Te podés morir!
━━━ ¿Y qué tengo a perder?
━━━ Tenes dos hijas que dependen de vos, pensa en ellas antes de decir cosas tan absurdas. ━━━ Legna la regañó, casi sin creer las cosas que estaba escuchando.
Regina se sentía culpable, amaba a ambas niñas aunque a veces la irritaban. Pero odiaba al chico, era como si le estuviera chupando todas las fuerzas y haciéndola perder toda la poca cordura que le quedaba.
━━━ Por favor, tenes que ayudarme.
━━━ ¡Me niego! Nunca me perdonaría si murieras y con un bebé tan grande y avanzado, tu muerte es casi una certeza.
━━━ Va a ser peor si nace, lo juro.
━━━ Llegaste tan lejos, queda poco tiempo para que nazca. Espera Regina, ya sé que lo odias ahora pero podes amarlo cuando está en tus brazos por primera vez.
Regina sintió que eso no iba a pasar y tenía razón. Tres meses después sintió el peso de esa decisión.
Mateo Palacios nació a finales de marzo y hasta su primer llanto había dejado a Regina irritada y mareada.
No podía mirarlo sin sentirse enojada. El demonio estaba ahora en sus brazos y odiaba mirar esos ojos. Odiaba esas manos diminutas y esas mejillas sonrojadas, odiaba cuando Sofía lo hacía reír y luego esa risa resonaba por toda la casa.
Regina odiaba a Mateo y con el paso de los años, el odio solo aumentó.
Mirar a su hijo le recordaba a su exmarido y eso le dolía, no podía soportarlo.
Odiaría a Mateo por los siglos de los siglos.