Lazo

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– ¿Dónde estabas? Estuve a punto de mandar a buscarte – En cuanto Tay llegó a la casa Time lo recibió con una mirada de enojo, y aunque estuviera molesto y confundido debe decir que el también estaría así si algún día Time desapareciera por casi un día.


Tay tenía dolor de cabeza, y no queriendo hablar frente a las pocas personas que estaban en la planta baja de su casa subió sin decir nada.


– Tay, ¿Qué demonios pasa? Desde ayer estuve preocupado toda la noche, te llamé pero tu celular parece apagado, llamé a Kinn y me dijo que habían pasado horas desde que ustedes se juntaron.


El omega cruzó la puerta de su habitación y fue hasta el baño, donde remojó su rostro con agua en un intento de aclarar su cabeza, una vez hecho esto volvió hacia la recamara y se sentó sobre la cama, en silencio.


– También llamé a la casa de tu madre, ya no sabía que más hacer... – Time se acercó con pasos lentos y luego se arrodilló frente a él, tomó las manos de su omega y puso su frente sobre ellas, dejó salir un suspiro para después poner un beso en las manos suaves t elegantes que estaba sosteniendo, volvió a hablar, esta vez con voz más calmada y baja – ¿Estás bien?


Viendo los ojos genuinamente preocupados de su pareja Tay volvió a sentirse perdido.


– Deja de confundirme... – Aunque se había dicho que iba a afrontar la situación con valentía ahí estaba, pobremente conteniendo las lágrimas – No estoy bien.


– ¿Qué? ¿Estás herido? ¿Te duele algo? – El alfa subió su mirada, Tay casi quiso reír ante la expresión asustada.


– Estoy herido... Time, me has herido... – La voz le salió en un susurro doloroso.


– ¿Yo? ¿Qué hice? Cariño, ¿Qué he hecho? – Time parecía de verdad sorprendido y confundido, pero Tay ya no sabía que juzgar como genuino y verdadero en una persona que le ha engañado.


– Lo sabes bien, no finjas – El omega dijo mirándolo a los ojos, aunque su imagen comenzaba a tornarse borrosa por las lágrimas que se esmeraba en retener – Te acostaste con alguien.


Solo hubo silencio cuando sus palabras cayeron.


– Tay... ¿Cómo...? – Los ojos del alfa se abrieron con miedo.


– ¿Importa cómo? Lo único que importa es que me has traicionado – Dijo y se levantó de la cama, caminó hasta la enorme ventana de la habitación para poder tomar un poco de aire.


– Tay, yo–


– ¿Cómo pasó? ¿Quién es? – Tay se dio la vuelta y lo encaró con la poca valentía que había logrado reunir.


– Cariño, estaba borracho, ni siquiera lo recuerdo, y tampoco he vuelto a verlo – El alfa habló mientras caminaba para lograr tomar sus manos, pero Tay se alejó y le advirtió con la mirada de no acercarse más.

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