ESCENA: V

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   Golpeé cada puerta esperando encontrarla

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   Golpeé cada puerta esperando encontrarla. Sylka no era precisamente un lugar con muchas casas, debía estar por aquí.

   No pude acompañar a Seokjin y Raizel cuando dejaron a Eloise en su casa luego de sedarla. Habían fingido ser doctores para tenerla en revisión luego de lo sucedido. Lograron convencerla de que había ocurrido un accidente y que esa habitación en el segundo piso de la mansión, era la habitación de un hospital.

    Ahora me encontraba aquí, buscándola. Intentando acercarme a Eloise, quien había llamado mí atención apenas la vi.
   La anciana de la pequeña casa rosada, me había indicado que siguiera este camino. Según esa mujer, una joven pareja se había hospedado hace pocos días en la última cabaña del camino.

    Tomé aire y toqué la puerta. Abrió rápidamente y levantó ambas cejas.
   —Hola, ¿Eloise? —Claro que la conocía. Pero debía ir con cuidado, no quería que pensara que soy un psicópata, obsesionado con su belleza.
   —Si. ¿Quién eres?
   —Mi nombre es Jimin. Trabajo en el teatro.
   —Oh, ya veo —me analizó con su mirada. Fría, distante, desconfiada.
   —Disculpa que te moleste. Solo quería asegurarme de que te encuentres bien.
   — ¿Cómo debería sentirme luego de la muerte de mi prometido?
   —Lo lamento tanto —guardé mis manos en mis bolsillos. Temblé por el viento helado que golpeó contra mi rostro. Eloise pareció notarlo y una gota de empatía invadió su corazón.
   — ¿Quieres entrar? —inquirió. Estaba seguro de que no confiaba en absoluto en mí, pero tal vez buscaba alguna respuesta que no podría darle. Se hizo a un lado para dejarme entrar—. Lamento el desorden —acomodó la poca ropa tirada en el piso de madera.
   — ¿Tienes pensado irte?
   —Ya no tengo nada que hacer aquí. Volveré a mi ciudad en busca de algo de paz.
   —Bueno, supongo que siempre es bueno regresar a casa con la familia.
   —No tengo familia —su respuesta fue cortante. Llena de dolor y dureza.
   — ¿Tus padres?
   —No los conocí nunca. Solo tenía a Jungkook.
   — ¿Tienes dónde ir?
   —De hecho no. Pero encontraré algo.
   —Tal vez te parezca algo imprudente, pero si tú deseas —me incliné hacía ella. No se echó hacía atrás, era buena señal—, puedes quedarte con nosotros. Al menos hasta que puedas sentirte mejor y encontrar algo seguro.
   —No lo sé...
   —Jimin —le recordé.
   —Jimin —mi nombre en sus labios era como una melodía—. No quiero ser una carga.
   —No lo eres. Además, has sufrido por culpa de nosotros.
   —No fue su culpa.
   —Pero fue en nuestro teatro —me adelanté a tomar sus manos—. Nos encantaría hospedarte y poder ayudarte luego de lo que ha pasado.

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   Dejé las maletas de Eloise en la puerta. Indagó el lugar como si fuera la primera vez que iba. Le prestó atención a cada detalle de las paredes y el techo. A los adornos que Taehyung había colocado sobre los antiguos muebles.

    Avancé, sus pasos eran pesados detrás de mí. Subí las escaleras, los ecos resonaban en toda la casa.
   Raizel apareció al final del pasillo. Caminó dibujando una torcida sonrisa en su rostro.
   —Que inesperada... —me lanzó una mirada divertida—, sorpresa.
   — ¿Tú no eres...?
   — ¿Enfermera? —Eloise entrecerró los ojos—. En mi tiempo libre —se alejó dando pequeños saltos como si fuera una niña.
   — ¿Dijo... tiempo libre?
   —Raizel es una persona llena de misterios. No le hagas caso —intenté dispersar los posibles pensamientos que tenía en ese momento. Abrí la puerta de la que sería su nueva habitación. Dejé que ingresará primero.
   —Ella estaba en aquella habitación y... —volteó para continuar con su duda.
   —El teatro cuenta con especialistas —en parte dije la verdad—. Raizel ha estudiado unos años de medicina, tranquila. Tú solo has estado en observación —eso pareció tranquilizarla. Dejó caer el peso de su cuerpo sobre la cama. Una pequeña cortina de tierra se levantó—. Perdón, no he tenido tiempo de limpiar. No me esperaba tu visita —sonrió ocultando su rostro entré los mechones de su cabello—. Bien, si necesitas algo estaré en el living.
   —Gracias, Jimin —se puso de pie y caminó detrás de mí para cerrar la puerta.

    Avancé en el pasillo. No podía quitarme su sonrisa tímida de mi mente, tan perfecta y delicada. Una pieza de arte única y que solo sería mía.
   Me crucé con la mirada juzgadora de Raizel, la cual se encontraba apoyada sobre un rincón del camino, con los brazos cruzados y una sonrisa de lado. Negaba su cabeza y chasqueó su lengua.
   —No me jodas, Raizel.
   —Tú también lo sabes, precioso Jimin —caminó a mi lado—. Nada bueno saldrá de tu jueguito con la pálida esa.
   —No le digas así.
   — ¿Cómo le tengo que decir? ¿Señora Park? —soltó una carcajada. Encerré su muñeca en un puño y la acorralé contra la pared. Su irritante sonrisa no se borró ni aunque estuviera a centímetros de su rostro.
   —Dije que no me jodas. Yo sé lo que haré con ella.
   —Cogértela, eso harás —lamió sus labios y observó los míos.
   —Tal vez. Eso quisieras que Tae haga contigo. ¿Verdad? —su sonrisa se esfumó como polvo.
   — ¿Qué pasa aquí? —la voz inigualable del castaño apareció a nuestra derecha.
   —Creo que Raizel quiere co... —su mano fue directo a mi boca.
   —Si dices algo, amanecerás con un par de dedos menos —susurró. Sonreí ante su amenaza. La liberé y se alejó.
   —Jin me ha dicho que trajiste a esa tal Eloise.
   —Si. ¿Hay un problema? —continué mi camino. Taehyung me siguió.
   — ¿Encima preguntas si hay un problema? Nos pones en peligro por tu calentura con ella.
   —No es calentura —lo enfrenté—. Sé lo que hago. Ahora si no te molesta, quiero colocar mi puto trasero en un sillón y descansar.
   —Tu maldita obsesión... otra vez.

    "Otra vez", fueron esas dos palabras que pausaron mi corazón por medio segundo. Solté un suspiro y lo dejé atrás, al igual que mis recuerdos.    

Cuando baja el telón - Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora