Desperté con la punzada detrás de mi cabeza. El frio me abrazó de repente. Mis piernas entumecidas no respondían. Giré mi cabeza, reconocí que mi cuerpo estaba sobre un suelo de cemento. Raizel estaba a unos centímetros de mí, inconsciente. Su nariz manchada con sangre, un moretón en su brazo izquierdo. Una marca alrededor de su cuello y una cortadura en su mejilla. Su piel era más pálida que de costumbre y sus labios se habían tornado de un morado demasiado oscuro para lo normal. Me di cuenta de la poca ropa que llevaba puesta e intenté acercarme a ella.
Un tirón en mi tobillo me obligó a retroceder en mi lugar. Levanté mi cabeza para poder ver la cadena que me retenía, rozándome con cada leve movimiento, causando un corte. Una gota de sangre espesa caía hasta llegar al piso. Cubrí la herida con mi mano haciendo presión.
— ¡Raizel! ¡Raizel, despierta! —No hubo respuesta.
Me detuve a observar la habitación. Una pequeña abertura en una pared dejaba ingresar poca iluminación. Una puerta de metal, paredes oscuras. Pequeña y poco acogedora. Nos habían secuestrado y de seguro el tiempo había comenzado a correr.
Intenté de todas las maneras posibles liberarme. Solo había conseguido lastimarme aún más. No había notado hasta entonces los rasguños en mis brazos, el dolor en mi vientre bajo y que a la falda de mi vestido le faltaba una parte, la cual al parecer, había sido arrancada. Traté de no pensar en lo peor, pero las lágrimas se amontonaron en mis ojos. El miedo comenzaba a dominarme.
—Eloise —una Raizel adormecida susurraba mi nombre. Se quejó cuando intentó levantarse—. ¡Mierda! ¡Mierda! —gritó sosteniendo su hombro.
— ¡Raizel! ¿Qué te duele? —me acerqué lo suficiente. Ignoré el ardor en mi tobillo.
—El hombro —mantuvo sus ojos cerrados—. ¡Hijos de puta! —su voz retumbó en la habitación—. ¡Si piensan que me detendrán con un hombro roto, están equivocados! ¡Deberán matarme antes de que yo acabe con ustedes!
—Raizel, calma. ¿A quiénes les hablas?
—Fueron ellos, Eloise —sus ojos se encontraron con los míos. La ira y el temor mezclándose en el brillo de sus lágrimas contenidas—. Ellos nos encerraron aquí.
Entonces recordé lo que Jimin había dicho. Entendía porque Raizel estaba aquí, pero... ¿Por qué me querían a mí? ¿Acaso me conocían?
La puerta se abrió de pronto. La habitación se iluminó dejándonos ver a tres hombres, ambos con máscaras negras con detalles en dorado, que impedían ver incluso su color de piel.
El del medio era alto, de hombros anchos. El de su derecha era delgado y mas bajo que el que estaba a la izquierda. Ese era más bajo que el del medio pero también tenía hombros anchos, su cabellera azabache larga y ondulada, sobre sus hombros.
Los tres vestían de negro, borcegos altos y guantes de cuero.
— ¿Descansaron bien? —el del medio se acercó.
—Hijo de puta —Raizel intentó lanzarse sobre él.
—Raizel, preciosa. Tanto tiempo, tal vez no te acuerdes de mí. Siempre tan amable —lo escuché reírse detrás de su máscara—. Tú debes ser su amiga, Eloise. ¿Verdad? —su mirada buscó la mía. Bajé la cabeza. Devolvió su atención a Raizel—. Vendré pronto para traerles su desayuno. Intentaremos atenderlas como merecen —el hombre acarició la mejilla de Raizel. En un movimiento rápido su mano fue atrapada por los dientes de mi amiga. El hombre gritó por el gran dolor, atinó a quitarse la máscara pero se detuvo cuando Raizel lo soltó y escupió el pedazo de piel que le había logrado arrancar. La sonrisa y la sangre cayendo por su boca era una escena sacada de una película de terror.
—Acabaré contigo, Bank —susurró.
El tal Bank tomó un paño blanco del bolsillo de su gran tapado negro. Envolvió la herida. Los dos que lo escoltaban intentaron acercarse para golpear a Raizel. Bank los detuvo con tan solo levantar su mano.
—Yo me haré cargo —se puso de pie lentamente —Raizel, mi querida Raizel... Al parecer no has aprendido nada en estos años —con su otra mano apretó con fuerza el hombro dislocado de Raizel. Esta cayó al piso retorciéndose de dolor. Las venas en la mano de Bank se marcaban mediante avanzaba su fuerza sobre el hombro—. ¿Cuántas veces te he dicho que no debes tratar así a quienes salvaron tu mugriento trasero? ¡Maldita puta! —movió su mano rápidamente haciendo sonar su hombro. Raizel gritó como nunca la había oído. El corazón se aceleró, el terror en mi cuerpo me debilitaba. No contuve las lágrimas al verla sufrir, al notar que el miedo en mi piel era real.
Bank se alejó dejando a Raizel sollozando de dolor.
—Lamento este espectáculo querida Eloise, pero a veces tu amiga necesita disciplina —caminó hacia la puerta—. Por cierto, gracias a su comportamiento no tendrán desayuno. Nos veremos pronto.
La puerta se cerró, me arrastré hacia Raizel.
— ¡Raizel! ¡Por Dios, dime cómo puedo ayudarte!
—Eloise —buscó mi mano—. Eloise, debes huir. Escapa de aquí tan pronto como puedas...
—No pienso dejarte.
—Eloise, nos matarán.
—No lo harán. Tae y Jimin nos deben estar buscando. Nos encontrarán, Raizel. Lo sé.
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Cuando baja el telón - Park Jimin
FanfictionUn nuevo teatro fue abierto a las afueras Sylka, un pequeño pueblo de mil habitantes. El eterno invierno y su interminable nevado le daban ese toque tétrico y misterioso. Eloise una joven turista y su prometido Jungkook habían decidido pasar uno...