Un nuevo teatro fue abierto a las afueras Sylka, un pequeño pueblo de mil habitantes. El eterno invierno y su interminable nevado le daban ese toque tétrico y misterioso.
Eloise una joven turista y su prometido Jungkook habían decidido pasar uno...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La nieve no se había detenido en toda la noche. Los caminos parecían estar cerrados, un paisaje blanco y relajante.
Eloise dormía a mi lado. La contemplé por un momento. Su cabello caía sobre la mitad de su rostro. Una mezcla de paz y angustia. Una obra de arte perfecta para mi colección.
Bajé para poder preparar el desayuno. Pude notar que la habitación de Tae continuaba cerrada, por lo que imaginé que seguía durmiendo. Al llegar a la cocina vi a Raizel preparando algo en el horno. El olor a vainilla me recordó a mi infancia y los pasteles de mamá. Ese recuerdo se esfumó como el polvo cuando Raizel me lanzó un trapo en la cara. — ¿Qué te pasa? —Buenos días para ti también, mi querido Jimin. En vez de quedarte allí de pie, ven ayudarme con el pastel. — ¿Pastel? —Es el cumpleaños de Tae. He memorizado una receta que encontré hace semanas. —No le has puesto veneno, ¿verdad? —Le pondré solo a tu porción —ladeó una sonrisa. —Serías capaz. — ¿Y dejar a la pobre Eloise viuda?.. Otra vez —volvió a reír—. Jamás, cariño. —Hoy estas muy graciosa. —No te obsesiones demasiado, Jimin. Todos sabemos cómo acabará. — ¿Por qué todos dicen lo mismo? No estoy obsesionado. Me he enamorado de ella. — ¿Recuerdas a Sarah? —Ella fue diferente. —Fue igual, Jimin —me enfrentó—. Te obsesionaste con ella. Hacías lo mismo que haces con Eloise, la mirabas igual y luego tú la... —Mejor enfócate en seguir cogiéndote a Taehyung y déjame mi vida amorosa a mí —la corté.
Recordar a Sarah sucedía pocas veces. Prefería tenerla en el olvido, en las sombras. Todo lo que pasó con ella ha sido un gran error y me prometí no volver a cometerlo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Luego de almorzar, Raizel apareció con unos pocos y deprimentes globos. Todos en la mesa aplaudieron y le cantaron a Taehyung. —Feliz cumpleaños, cariño —Raizel depositó un beso en la mejilla del jefe. Taehyung ladeo una sonrisa. No era un hombre demasiado demostrativo. —Feliz cumpleaños, Taehyung —la voz tímida de Eloise fue acompañada con una dulce mirada. —Gracias —Taehyung asintió—. Esta noche será la última función. He hablado con ya saben quién, mañana por la mañana partiremos. Esta madrugada nos desharemos de este lugar. Pasaremos la noche juntando las cosas que necesitamos para partir antes de que salga el sol. —He hecho un pastel y tenía pensado celebrar luego de la función —Raizel jugó con sus manos. —No creo que tengamos suficiente... —Oh vamos, Taehyung. No todos los días es tu cumpleaños y el fin de nuestras miserables vidas... —Y el comienzo de una exitosa —acotó Seokjin. —Exacto. Solo el pastel y ya —Raizel suplicó. —Bien. Luego de la función celebraremos por unos minutos y luego a trabajar —Taehyung sonrió para luego retirarse. Raizel corrió detrás de él.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La noche llegó. La nieve paró para poder dejar el camino libre. Las luces de los coches, el murmullo de la multitud que nos visitaba por última vez.
Esta vez Eloise recibía a la gente junto a Raizel y Magnolia. Magnolia se encargaba de tomar los abrigos y bolsos y dejarlos en una habitación especifica. Hoseok y Seokjin estaban a cargo de llevarse los coches para estacionarlos y así poder robar algunas pertenencias.
Todos llevaban sus máscaras, era importante no revelar nuestras identidades. Sin embargo a lo lejos vi al oficial Min llegar. Su semblante serio. Su mirada buscando el más mínimo error y alguna evidencia de la sospecha que tenía hacia nosotros y sobre todo hacia Eloise. Asentí con mi cabeza cuando sus ojos se fijaron en mí. Dibujó una mueca en sus labios e ingresó al teatro.
Creí que sería lo único raro que podría notar, hasta que Raizel corrió quitándose la máscara, huyendo hacia el baño de abajo. Corrí detrás de ella.
— ¡Abre! ¡Soy yo! —forcé la puerta hasta lograr abrirla—. ¡Raizel! ¡Raizel! —Están aquí... —busqué su voz. La encontré escondida en un rincón. El miedo en sus ojos, como aquella noche. Como casi nunca se permitía ver, vulnerable. — ¿Quiénes? —Esos hombres. Vinieron por mí —sollozó. —Mírame —tomé su rostro—. No dejaré que nada malo te pase, Raizel. Aquí nos cuidamos entre todos. Dime quienes son y yo mismo me encargaré. —No puedo, yo... —Confía en mí. Debemos empezar pronto —extendí mi mano. Aun con temor, Raizel la tomó.
La gente estaba dentro del teatro. La poca iluminación no nos permitía distinguir. La función estaba por comenzar. — ¿Puedes verlos? —No. —Maldición. Ven conmigo —la lleve hasta donde Eloise y Magnolia se encontraban—. Eloise —la aparté—. Están aquí. Esos hijos de puta vinieron por Raizel. Si ves algo raro, toma el arma y la navaja que están debajo de las escaleras. No dejes que Raizel se alejé de ti. —Pero Jimin... —debía irme. —Todo estará bien. Eres una de nosotros, amor —besé sus labios. Me marché, sabiendo que esta noche podría ser un terrible caos. Sabiendo que la sangre podría correr como rios en nuestras manos.