CAPITULO 11: La Redención

2 2 0
                                    




Después de semanas de reflexión y trabajo en mí mismo, sentía que finalmente estaba en un lugar mejor. Había estado trabajando duro en mi juego de béisbol y había estado tomando medidas para mejorar como persona.

Un día, mientras estaba en el campo de entrenamiento, recibí una llamada que cambiaría mi vida para siempre. Era ella, la persona que había perdido por mi egoísmo. Al principio, me sorprendió mucho escuchar su voz después de tanto tiempo, pero rápidamente me di cuenta de que esto era una oportunidad para la redención.

Me dijo que había recibido mi carta y que había estado pensando mucho en lo que había escrito. Me dijo que apreciaba el esfuerzo que había puesto en intentar arreglar las cosas y que estaba dispuesta a hablar conmigo cara a cara. Me sentí nervioso y emocionado al mismo tiempo. Después de todo lo que había sucedido, no estaba seguro de cómo iba a ser el encuentro, pero sabía que tenía que intentarlo.

Quedamos en un café, el mismo lugar donde habíamos tenido tantas citas y risas juntos. Cuando la vi, sentí que mi corazón se detenía. Aunque estaba nervioso, sabía que tenía que ser honesto con ella. Le dije cómo me había dado cuenta de lo importante que ella era para mí y cómo había estado trabajando para convertirme en una persona mejor. Le dije que había cometido muchos errores y que estaba arrepentido, pero que esperaba poder demostrarle que podía hacerlo bien.

Ella escuchó todo lo que tenía que decir y luego me miró a los ojos. Me sorprendió cuando tomó mi mano y me dijo que también había estado reflexionando sobre nuestra relación. Me dijo que todavía me amaba, pero que no estaba segura de si podía confiar en mí de nuevo.

Fue entonces cuando supe que tenía que hacer todo lo posible para demostrarle que había cambiado. Le prometí que haría todo lo posible para ser la persona que ella merecía tener en su vida. Empezamos a salir de nuevo, y aunque sabía que aún había mucho trabajo por hacer, me sentía más feliz que nunca. Me di cuenta de que había perdido el amor de mi vida por mi egoísmo, pero ahora tenía la oportunidad de recuperarlo.

Desde ese día en el café, he estado trabajando duro para ser una persona mejor. He aprendido que la verdadera felicidad no proviene de la fama y el éxito, sino de las relaciones significativas que tienes en tu vida. Ahora, cada vez que salgo al campo de béisbol, no solo juego por mí, sino también por ella. Juego para demostrarle que puedo ser la persona que merece tener en su vida y para demostrar que he aprendido de mis errores.

La redención no ha sido fácil, pero ha sido la experiencia más gratificante de mi vida. Ahora estoy decidido a ser una persona mejor, y sé que si sigo trabajando duro y siendo honesto conmigo mismo y con los demás, puedo lograr cualquier cosa.

Un Home Run al egoísmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora