10:05 pm

870 16 0
                                    

Jorge se estaba aguantando las ganas de embestir a Adán con más fuerza y velocidad. Podría decirse que su estilo era mucho más rudo. Sus caderas chocaban con los glúteos del menor y le arrancaba pequeños gemidos que sonaban más como quejidos. Sabía que no podía hacer la gran cosa con un hombre virgen como aquél, pero le encantaba su cuerpo. Delgado, sumamente alto y esbelto. Lampiño y de cabellos castaños. Una mirada juguetona y una estructura facial puntiaguda. Era el hombre de sus sueños.

—Puedes... más rápido... —Adán pronunció las palabras con dificultad mientras apretaba los dientes.

Jorge obedeció y aumentó el ritmo de sus embestidas, causando que el joven comenzara a gemir de verdad. Ahora sí era el sonido del placer y nada más.

A David le impactaba ver sacudirse aquel miembro enorme que se balanceaba al ritmo de las embestidas que recibía su dueño. El joven castaño apretaba los dientes y, de vez en cuando, ponía todo su peso en las tablas de madera porque sus brazos temblorosos no podían sostenerlo más. En esos momentos, su activo parecía enloquecer más y embestir con fuerza y profundidad, lo que hacía que el joven se balanceara hacia delante. Las manos del activo sostenían con fuerza las caderas del castaño para que no se moviera con tales estocadas tan salvajes.

El miembro de David palpitaba con fuerza mientras que él lo estimulaba. Era imposible no derretirse ante tal escena. Le prendía tanto lo que pasaba, pero tenía ganas de más. Quería estar involucrado. Sentía que faltaba algo. Entonces el pasivo levantó la mirada y sus ojos chocaron. El fuego ardía en el café de aquellos ojos y pedían una sola cosa que David no dudó en darle. Se levantó y caminó hacia aquellos hombres tan sensuales. Se paró frente al pasivo y le puso su erección en la cara, lo golpeó con ella mientras que el activo parecía no darse cuenta. Entonces, el pasivo atrapó el pene del rubio y se apuró a meterlo y sacarlo de su boca. Los gemidos hacían vibrar su garganta causándole más placer a David, quien lo tomó de los cabellos revueltos y comenzó a guiar el ritmo de la mamada.

Adán no podía con tanto placer. Se sentía a segundos de explotar mientras que Jorge lo embestía por detrás con tal fuerza, y el extraño rubio le metía el miembro en la boca. Estaba en la cima del placer. Sentía el líquido preseminal chorrear de su mástil y dejar gotas por toda la madera mientras que su cuerpo se balanceaba y sacudía gracias al ritmo con el que Jorge lo trataba. Los gemidos eran imposibles de disimular y la única manera de callarlos era teniendo un miembro en la boca. No se imaginaba que el placer anal fuera tan extraño. Como una sensación de vulnerabilidad con calentura lo recorrió mientras pensaba en lo que le estaban haciendo, y sobre todo, mientras se arrepentía de no haberlo vivido antes.

No pudo contener los gemidos cuando Jorge aumentó la velocidad a algo inhumano, haciéndole estallar de sensaciones excitantes pero dolorosas.

—Ya... —Jorge balbuceó algo parecido antes de eyacular dentro del condón.

Sacó el miembro del interior de Adán y el último sintió un vacío en su cuerpo. Una sensación liberadora a la que no había extrañado. Ambos se sentaron y exhalaron con dificultad.

—¿Salimos?

Los tres hombres que los miraban salieron del lugar, pero aquél al que Adán se la había estado chupando seguía allá. Parado justo donde Adán lo había dejado. Quería con él, pero Jorge lo jaló y caminaron hasta los vestidores, donde su acompañante comenzó a ponerse la ropa.

—¿Ya te vas? —preguntó Adán.

—Sí. —Se acomodó los bóxers—. Me encantó verte. Espero que podamos repetirlo.

—Sí. Opino lo mismo. Hasta luego.

Adán lo besó y se metió de nuevo entre los pasillos azules...

INCUBUS: LA CASA DEL PLACER (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora