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Jorge había tomado una posición de liderazgo en el grupo. Con su grande presencia y su esencia tan varonil, había sometido a Sebas y Mario, quienes disfrutaban de la boca del otro mientras exponían su vulnerabilidad al grupo. Las manos ásperas del barbudo acariciaban las espaldas y culos de ambos, deseándolos. Una nalgada y luego otra. Ambos jóvenes gimieron sabiendo lo que les esperaba.

David, Jon y Adán miraban con atención, pero no querían interrumpir. Observaban con asombro como Jorge tenía a los dos sometidos en un trance de sumisión, esperando a que alguien hiciera lo que quisiera con ellos.

—Yo no puedo solo. —El mayor se dirigió a los otros tres.

David fue el primero en reaccionar. Se acercó a Jorge y lo besó mientras acariciaba el culo de Mario con una de sus fuertes y venudas manos. Adán fue testigo de que cada uno de los dos hombres empezó a jugar con su erección y luego a golpearla contra la entrada de los dos que la harían de pasivos en ese momento. Vio al rubio escupir sobre el culo de Mario y luego pasar los dedos haciendo movimientos circulares. La realidad era que nada se apreciaba muy bien desde donde estaba así que caminó al otro lado de la cama y se puso de rodillas en ella, justo frente a Sebas, quien lo miró con una expresión exhausta al tiempo que Jorge comenzaba a ejercer presión con sus dedos para que lo dejara entrar.

Jon no tardó en imitar a Adán y se posicionó frente a Mario, que gemía con los movimientos circulares que hacía el dedo de David dentro de su cavidad. El joven no desperdició ni un solo segundo y le indicó al pintor que se acercara. Le arrancó la poca ropa que le quedaba y dejó saltar su erección. No tardó en metérsela a la boca. Por su parte, Jon comenzó a mover sus caderas con ánimos, lo que hacía que Mario tuviera que tomarse unos momentos para no atragantarse.

Se escuchó el ruido del aluminio rasgarse y todos vieron a Jorge ponerse un condón y derramar excesivo lubricante sobre la entrada de Sebas. Lo haría. Iniciaría la orgía. La cara sonrojada del deportista se convirtió en una mueca de sorpresa cuando el pene del pelinegro entró en él sin ningún esfuerzo. Simplemente había resbalado hacia su interior y ahora lo llenaba por completo, haciéndole sentir algo a lo que ya estaba acostumbrado. Las caderas del mayor empezaron a sacudirse sin preocuparse por el hombre que estaba en cuatro. Los gemidos inundaron la habitación y se combinaron con los que Adán emitió cuando Sebas, con cierto esfuerzo, se metió su gran pene a la boca.

David no quiso quedarse atrás e hizo lo mismo con Mario. Lo tomó del cabello ondulado y le levantó la cabeza mientras ejercía fuerza con su pelvis para que su pene entrara en él. El menor ahogó un gemido y no tardó en volver a tomar el sexo de Jon entre los labios, quedando en la misma posición que su paralelo, Sebastián.

El sonido de las caderas chocando contra los glúteos llenó la suite mientras los dos tríos disfrutaban. Los minutos pasaron y nadie parecía interesado en cambiar de posición hasta que Adán se paró detrás de David y comenzó a besarle la nuca. Rozaba su miembro húmedo contra el culo del rubio, haciendo que éste perdiera la concentración y sus embestidas contra Mario fueran irregulares y torpes. David quería ser penetrado por Adán. Tanto Mario como Jon se dieron cuenta de esto y se quitaron de ahí. Ahora todos admiraban cómo David gemía con los ojos cerrados y la erección palpitando al tiempo que Adán le besaba el cuello.

—Acuéstate —ordenó Adán.

David, sorprendentemente, obedeció y se acostó al borde de la cama. Levantó las piernas y dejó al descubierto su entrada poco experimentada. Adán se agachó y comenzó a pasar la lengua por toda la extensión de su culo. El mayor gemía mientras el castaño lo tomaba fuertemente de los muslos y le encajaba las uñas en el culo.

Jon admiraba con extrañeza cómo su esposo estaba en un papel de sumisión completa. Era raro ver algo así, casi imposible. Pronto, fue distraído por Mario, quien le indicó que se acostara con la cabeza al borde de la cama para embestirle la boca. Jon obedeció y dejó que el menor le cogiera la garganta. Llevó sus manos a sus abdominales y sintió su propia erección palpitar al pensar en el cuerpo que estaba tocando. Marcado, pero delgado. Atlético y joven.

INCUBUS: LA CASA DEL PLACER (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora