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Seis hombres con cuerpos de envidia y sin ropa que cubriera su sonrojada piel no era algo raro en un sauna gay, pero este grupo arrebató unas cuantas miradas mientras atravesaban el bar para llegar a las escaleras de caracol. El recorrido parecía interminable al tiempo que los ojos de los espectadores se clavaban en sus miembros semierectos y culos trabajados.

—Después de ti —pronunció Jon a su esposo cuando estaban a los pies de las escaleras.

David aceptó gustoso y dirigió la fila en espiral hasta llegar a un pasillo simple y adornado únicamente por una alfombra. La primera puerta respondió a la llave del rubio y éste desapareció en la oscuridad. Las luces se encendieron unos segundos después y la habitación se hizo visible para los ojos de los otros hombres.

Adán admiró con detalle cada una de las cosas bonitas que había en ese lugar. Un candelabro, un jacuzzi, sábanas blancas sobra las que reposaba Jon semidesnudo. Pero lo que más le llamó la atención fue la réplica de la famosa estatua de Miguel Ángel, "El David", que se postraba frente a la cama como si quisiera ver lo que ahí sucedería.

—¿Cómo empezamos? —Los colores se subieron al rostro de Sebas cuando preguntó eso.

David y Jon, quienes estaban acostados en la cama lo miraron con curiosidad y luego entre ellos, como si estuvieran planeando algo. Mario, quien no se había movido de la puerta, tenía la vista clavada en el suelo y no pareció escuchar el cuestionamiento. Jorge estaba sentado en el borde del jacuzzi y metía la mano para jugar con el agua, queriendo fingir distracción. Adán fue el único que respondió diciendo:

—Pues primero establecemos lo que queremos, ¿no? —Frunció el ceño—. Es la primera vez que hago algo así.

Y miró a la pareja de esposos que estaban en la cama, para quienes no pasó desapercibido.

—¿Por qué nos miras a nosotros? —preguntó David—. Nunca hemos hecho algo de seis personas.

—Ya.

La voz de Mario se escuchó por primera vez desde que llegaron a la habitación y todos lo miraron. Caminó de la puerta hasta donde estaba parado Sebas y bajó su mano hasta su culo.

—Dejemos que suceda lo que tenga que suceder —dijo mientras que Sebas cerraba los ojos al sentir el contacto de Mario—. Yo estoy abierto a todo. ¿Alguien no está dispuesto a ser versátil?

Jorge levantó la mano.

—Solo activo.

—¿Alguien más? —preguntó Mario.

Jon miró a su esposo, quien nunca quería ser pasivo, esperando a que dijera algo, pero éste no lo hizo. De hecho, dijo lo siguiente:

—Si todos los demás estamos de acuerdo, entonces podemos empezar.

Y hubo un momento de silencio en el que nada sucedía. Todo pareció congelarse por unos segundos. Adán miraba a David, soñando con penetrarlo como lo habían planeado antes, lo que causó que su erección comenzara a crecer. Mario separó su mano del culo de Sebas y se mantuvo expectante a la reacción del otro. Sebas, por su parte, regresó en sí mismo y sintió un fuego en su interior solo de pensar en que estaba por acostarse con tantos hombres. Jorge se quedó mirando a Jon y luego a Adán, preguntándose con cuál le gustaría empezar. Jon sintió que Jorge lo observaba y fingió no darse cuenta. Por último, David miraba fijamente hacia la erección de Adán, sin poder esperar más para sentirla dentro de él.

Adán reparó en la mirada de David y se dispuso a iniciar el juego, separó un pie del piso y luego el otro. Sus pasos hacia la cama eran lentos e inseguros, pero era el único que estaba haciendo algo. Jorge lo imitó y comenzó a acercarse a Jon, pero antes de cualquiera de los dos pudiera llegar a su objetivo, el pintor se giró hacia su esposo y comenzaron a besarse. Adán y Jorge se detuvieron en el camino y se miraron, sabiendo que ambos querían con la pareja. No tardaron mucho en conformarse con repetir y sus labios se unieron en un beso mientras que sus sexos empezaban a endurecerse contra el cuerpo del otro.

Mario no tenía muy claro dónde iniciar hasta que Jon se separó de su esposo y le dedicó una mirada lasciva que acompañó con un gesto de la mano, indicándole que se acercara. Así lo hizo y terminó en la cama, entre los dos hombres.

—Por fin —susurró Jon en el oído del menor.

Sebas fue testigo de cómo Jon se abalanzó sobre los labios de Mario y comenzó a comérselo, mientras que con su mano buscaba a tientas el miembro semierecto de su esposo, el cual no tardó en encontrar y comenzó a masturbar mientras el rubio jadeaba al sentir dicha estimulación.

—Sebas.

Adán, quien estaba abrazado de Jorge, lo miraba con una mano extendida, invitándolo a unirse a ellos. Extendió la mano y se dejó jalar hacia esa pareja. Entonces ambos comenzaron a besarle el cuello mientras jugaban con la cinturilla de su suspensorio. Las manos siguieron su camino hasta sus glúteos, donde sintió las rasposas y grandes palmas de Jorge propinarle unos buenos golpes, mientras que las tersas y larga palmas de Adán lo acariciaban con ternura. Se dejó consentir un rato más, pero la necesidad de un beso era cada vez mayor, así que no tardó en tomar a ambos hombres de la nuca y unirlos en un beso de tres.

Por su parte, Mario disfrutaba la atención de los esposos, quienes se turnaban para besarlo, aunque ninguno de los dos se atrevía a ir más lejos. Al darse cuenta de esto, decidió tomar acción y sentarse a horcajadas sobre las caderas de David, quien no pudo evitar un gesto de sorpresa. El más joven bajó su torso para besar los pectorales adornados de vello rubio. Al llegar a los pezones rosados, se esforzó por estimularlos con su lengua tal como a él le gustaba, y el sexo del mayor le agradeció, pues lo sintió palpitar bajo su cuerpo. Jon miraba la escena anonadado y se tocaba su propio miembro mientras lo hacía. Cuando Mario reparó en esto, se movió de encima de David y terminó entre ambos hombres, pero a un nivel inferior, es decir, estaba acostado con la cabeza a la altura de sus genitales. Ambos lo miraban desde arriba, expectantes.

Mario no se aguantó y les dio exactamente lo que querían. Comenzó a chupar ambos miembros mientras que los esposos se retorcía de placer. Primero uno y luego el otro. Por momentos se esforzaba por juntar ambos y metérselos a la boca, pero apenas lo lograba, aunque parecía más que suficiente para ellos, quienes jadeaban contra la boca del otro e interrumpían sus besos por la necesidad de apretar los dientes.

Para Sebas era difícil mantener a los dos hombres alejados de su entrada, pues insistían en tocarle el culo y de vez en cuando, uno de los dedos llegaba a acariciarle su previamente dilatado agujero. Al inicio, sus intenciones eran sutiles, pero ahora las cosas parecían más obvias.

—En cuatro.

Jorge señaló la cama donde Mario se comía los penes de Jon y David. Sebas obedeció y se puso sobre sus cuatro extremidades en el borde de la cama, dejando expuesta su entrada que no tardó en ser víctima de un beso negro de Jorge. Los gemidos salieron automáticamente de su boca y llamaron la atención de David y Jon, quienes intercambiaron miradas y llegaron a un acuerdo.

—En cuatro.

Mario obedeció y se puso en la misma posición que Sebas, justo junto a él. Los dos hombres se miraron por un segundo y fue fácil empatizar con el otro. La piel blanca de ambos ahora era rosada y estaba perlada de pequeñas gotas de sudor.

—Bésense —ordenó alguno de los cuatro hombres que los tenían sometidos.

Se miraron por un segundo y no dudaron en hacer lo que se les decía. Ambos acercaron su cara al otro y comenzaron a fundirse en un beso salvaje y apasionado que cumplió su misión de calentar a los cuatro hombres más de lo que ya estaban.

Esto apenas comenzaba.

INCUBUS: LA CASA DEL PLACER (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora