10:35 pm

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Jon y Jorge caminaron por los pasillos neón de INCUBUS para llegar a la sala donde el primero había acordado verse con su esposo. Jorge había aceptado la propuesta sin ninguna objeción. Un trío. Nunca lo había hecho, pero para todo había una primera vez.

Al llegar, notaron que un stripper totalmente desnudo bailaba en el escenario mientras varios hombres se masturbaban mirándolo.

—Divertido —Jon rió.

—Bueno, pero nosotros nos vamos a divertir más. —Tomó a Jon de las mejillas y lo besó.

La erección desnuda de Jorge acarició el abdomen de Jon, y este sintió la propia amenazando con romper la tela de sus bóxers.

—Mi esposo debe llegar pronto y podremos subir a la suite. No te apures.

David se secó velozmente con una de las toallas dobladas que estaban asentadas sobre una banca de madera y le lanzó otra a Adán.

—Tenemos que apresurarnos. El acuerdo con mi esposo era vernos a las 10:40 pm.

—Calma. Ya voy.

Adán se secó con la tranquilidad que caracteriza a los jóvenes y puso especial atención en su miembro semierecto.

—Es una pena que no me hayas dejado cogerte.

David le sonrió.

—En la suite te dejo hacerme lo que tú quieras.

—¿Y qué hay de tu esposo?

—A él también. —Ambos rieron.

Comenzaron a caminar por los pasillos, pero no fue fácil encontrar el camino. Se perdieron numerosas veces y terminaron en una sala con un jacuzzi en el centro. Éste era del mismo tamaño que el que David tenía en su habitación. Varios hombres estaban metidos y se tocaban entre ellos sin ningún tipo de pudor.

—Podemos unirnos —propuso Adán.

—No, ya vamos tarde.

David lo tomó de la mano y lo arrastró por un pasillo diferente. Caminaron sin saber si iban en la dirección correcta hasta que llegaron a una sala iluminada con luces moradas donde un stripper desnudo le bailaba a varios hombres, también desnudos.

—Es aquí.

David comenzó a hacer un esfuerzo por encontrar a alguien que estuviera solo, pero no pudo. Entonces pensó en la posibilidad de que Jon no estuviera solo, de que igual hubiera encontrado a alguien para el trío. No se equivocaba. Divisó a su esposo sentado con un hombre desnudo. Éste era grueso, musculoso y velludo, pero estaba demasiado oscuro para reconocer sus rasgos.

—Allá. —Señaló—. Vamos.

Tomó a Adán de la mano y ambos caminaron con paso veloz hasta llegar a la mesa que ocupaban Jon y el extraño.

—¿Jorge? —Adán lo miraba—. Creí que te habías ido.

—Adán... Hola. —Jorge se levantó y le extendió la mano—. Decidí quedarme un rato más.

—¿Se conocen? —Jon preguntó.

—Sí... —David reconoció al extraño—. Estábamos los tres en el sauna...

—Entonces hicieron un trío y no me invitaste —reclamó Jon.

—Pero están aquí ahora. —David sonrió.

—¿Nuestro trío se acaba de convertir en un cuarteto? —Jon miraba sonriente a su esposo.

—Si ustedes quieren...

Jorge y Adán se lo pensaron por un segundo.

—Acepto —dijo el joven.

—Yo también.

Y entonces los cuatro comenzaron a caminar por los pasillos con la esperanza de llegar al bar.

Habían pasado varios minutos. Las rodillas de Sebas temblaban mientras intentaban sostener su cuerpo cuando lo único que querían eran dejarse caer, entregarse al placer. Y así lo hacía el resto de su cuerpo. Sus dedos se aferraban al borde de la cama mientras que su perfil estaba pegado a la superficie fría. Era incapaz de levantarse. Toda su existencia se golpeaba contra la colchoneta cada vez que la pelvis de Mario golpeaba en su culo, generando un ritmo adictivo y delicioso. El pasivo había hecho las paces con la incomodidad de estar expuesto y vulnerable como nunca antes. Ahora se permitía sentir el placer de tener a otro hombre en su interior, el sonido de las caderas que se unían y se separaban, el miembro que alcanzaba zonas que desconocía de sí mismo, las manos que le propiciaban nalgadas que lo agarraban por sorpresa a pesar de pasar cada segundo deseándolas. Todo se sentía tan intenso. El ardor en sus glúteos y el dolor cuando Mario entraba muy profundo lo sacaban de su trance cada tantos segundos, evitando que se perdiera en el placer extremo que amenazaba con ahogarlo. Se sentía sin aire y, por más que luchaba por respirar, los jadeos y gemidos dejaban escapar el aire en forma de un sonido que era música para los oídos de cualquiera, y tal era el gozo que estos subían de tono con cada embestida, llegando al punto que no escuchó su propio nombre cuando el hombre que estaba a unos metros de él lo pronunció.

—¿Sebas? ¿Sebastián Priego?

El sonido del cuerpo de Mario dejándose caer sobre él comenzó a disminuir y la voz se hacía clara. Sebas levantó la vista con dificultad y se encontró con una silueta de un hombre desnudo que era imposible de identificar. Entonces el extraño dio un paso hacia la luz.

—¿Adán?

El joven de la silueta compartía algunas clases con Sebas, y ninguno de los dos podía creer lo que sus ojos veían. Para complicar las cosas, tres siluetas más aparecieron detrás del castaño.

—¿Se conocen?

Mario, quien seguía dentro de Sebas estaba tan sorprendido como el par.

—Sí... —pronunció Sebas antes de ser interrumpido por el vacío que sintió cuando su activo salió de su interior.

—Vamos —susurró una de las siluetas que se apreciaban detrás de Adán.

—Es él... —susurraba otra—. El del escenario...

Sebas asumió que se referían a Mario, quien se había expuesto frente a toda la clientela de INCUBUS mientras bailaba semidesnudo.

Dos de los hombres comenzaron a susurrar discretamente en los oídos de Adán, uno a cada lado.

—No puedes decirle a nadie —jadeó Sebastián mientras hacía una mueca por el esfuerzo de levantarse de la cama—. Yo no diré nada si tú no lo haces.

El joven no pareció escucharlo, simplemente sonrió con satisfacción después de que los dos que le contaban secretos al oído se retiraron.

—No te preocupes, no diré nada. De hecho, tenemos una propuesta para ustedes dos... —Mario y Sebas se quedaron en silencio mientras trataban de entender—. ¿Qué les parece una pequeña orgía en una de las suites?

El primer instinto de Sebas fue negarse, pero antes de poder pronunciar palabra, recordó la razón por la que estaba en INCUBUS. Quería matar la calentura que llevaba acosándolo todo el día... como sea que diera lugar...

INCUBUS: LA CASA DEL PLACER (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora