CAPITULO 26: SUAVE.

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Yeon Jun había salido temprano de trabajar ese sábado, había pasado con Huening Kai por un ramo de rosas blancas y después a una pastelería por una caja de rebanadas de pastel de distintos sabores para tratar de alegrar a su esposo quien el día de ayer había salido a almorzar con su madre y había regresado triste y sin ganas de hacer nada.

Le había hecho cariños, sin embargo el chico solo había sonreído amargamente y le dijo que no se sentía con ánimos. Yeon Jun lo dejó ser.

Llegó a la casa y entró a su habitación encontrando a su esposo dormido, desnudo y con el cabello húmedo. Su nariz estaba roja y los labios hinchados, probablemente estuvo llorando.

Dejó el ramo junto con la cajita de postres en la mesita de noche y se sentó en la orilla de la cama acariciando la suave piel de la espalda, bajó hasta los glúteos y siguió hasta las pantorrillas para volver a subir. La piel a su paso se erizaba y Soo Bin se estremeció cuando comenzó a abrir sus ojos los cuales también estaban rojos.

—Buenos días —susurró dándole un beso en la mejilla —No duermas con el cabello mojado, precioso, te puedes enfermar.

Soo Bin se sonrojó al recordar que después del baño había vuelto a llorar y sólo se secó el cuerpo y se tiro a la cama, probablemente se durmió entre lágrimas.

—Lo siento Hyung, me quedé dormido —su voz estaba ronca y sintió de nuevo el nudo en su garganta.

—¿Puedes decirme que te pasa? —preguntó mientras acariciaba su cabello.

—Pelee con mamá —fue lo único que pudo decir mientras se le volvía a cerrar la garganta, las lágrimas amenazando de nuevo con caer.

Yeon Jun simplemente lo levanto y lo sento en su regazo mientras lo abrazaba con fuerza, Soo Bin siguió llorando dosconsolado hasta que volvió a quedarse dormido en brazos de su marido.

Yeon Jun despertó, no recordaba en qué momento se había quedado con Soo Bin en sus brazos, el menor aún seguía desnudo, aprovechó para acariciar la tersa piel tratando de imaginarse qué tan fuerte había sido el problema entre los Kim para que su j...

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Yeon Jun despertó, no recordaba en qué momento se había quedado con Soo Bin en sus brazos, el menor aún seguía desnudo, aprovechó para acariciar la tersa piel tratando de imaginarse qué tan fuerte había sido el problema entre los Kim para que su joven esposo se pusiera así.

—Lo siento Hyung, me volví a quedar dormido —murmuró la tierna voz del menor quien tenía su cabeza escondida en su cuello.

—No hay problema —le contestó acariciando la espalda baja del chico.

Después de unos minutos más de caricias silenciosas, Soo Bin decidió que lo mejor era conversar con su esposo acerca de lo que su madre le había dicho.

—Hyung, mamá está molesta conmigo porque estoy usando anticonceptivos —su voz se entrecortó —Ella se enteró que fuimos al médico y pensó que era porque probablemente estaba en cinta, le dije que no era así, le comenté sobre la inyección y se enojó mucho. Dijo que estoy fallando como doncel.

—¿Qué? —preguntó el mayor con molestia.

—Y es verdad —cerró sus ojos con fuerza para continuar —Hyung, el motivo por el cuál me casé con usted, fue para dar un heredero a la familia Kim y Choi, llevamos 8 meses juntos y ahora comencé a utilizar medidas anticonceptivas, es normal que mi madre esté molesta, pronto terminaré mis estudios, tengo 21 años, tengo que comenzar a traer la descendencia que se prometió a nuestras familias.

—Precioso, en lo personal, yo no tengo prisa por tener hijos y mira mi edad —dijo en broma —Te dije que primero quería que disfrutaras un poco, no hay que adelantarnos, o dime, ¿tu quieres tener hijos ya?

—Es que —su voz se rompió, apretaba la camisa de su esposo con uno de sus puños —Me criaron para tener una familia, Hyung, yo, siento que no estoy haciendo las cosas como deberían de ser.

—Eso no responde a mi pregunta pequeño.

—Yo quiero tener hijos, Hyung. Muchos —Yeon Jun se tensó —Pero me gusta todo lo que me ha enseñado, y aunque me asustan muchas cosas, se que jamás me harías algo que me hiciera daño.

—Me alegra escuchar que me tienes más confianza —murmuró acariciando los cabellos dorados —Y no te preocupes por tu madre, hay que invitar a cenar a nuestras familias y conversar sobre nuestra relación.

El mayor sonrió con ternura ante el asentimiento de su esposo y lo abrazó por la cintura, ambos quedando en silencio por un rato.

—¿Hyung? —llamó Soo Bin sintiendo sus mejillas colorarse.

—¿Si?

— Te quiero.

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MY BOY - YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora