Tarjeta de presentación.

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La vida, solo un instante... un fugaz momento...

Después de todo lo que sucedió aquel día en el que Perrito bañó a todos y Kitty y Gato le jugaron una broma a Marina, continúan con su día:

Bueno, creo que es mejor dejar a Perrito durmiendo dice la felina de ojos azules.

Es mejor agrega el gato anaranjado.

Cuando se alejan de donde Perrito está durmiendo, se acercan a Marina. Ella está en el comedor con un vaso de agua a su lado, tarareando una música que escuchó una vez de un grupo de artistas callejeros en el mercado. Interpretaban música flamenca o tangos, eran 4 personas, 3 de ellas acompañaban al guitarrista con palmas, llenando el lugar con la melodía que se escuchaba allí.

¡Oh, hola amigos! dice Marina al darse cuenta de que Kitty y Gato se acercan.

Hola Marina, ¿Qué estás haciendo? —pregunta el valiente felino.

Nada en particular, solo tarareando... ja, ja responde divertida Mar.

Y esa canción que cantas, me suena familiar de algún lugar dice Kitty con intriga.

Sí, es de los músicos que animaban el mercado donde compraste el collar dice sonriente la amiga de Kitty.

Oh... ¡Oh!... Ya recuerdo, tienes razón Mar. dice un poco dudosa al principio, pero dándose cuenta de que era cierto.

Entonces, ahora que ya terminamos con Perrito, ¿Les parece si vamos a dar un paseo? Parece que Perrito no va a despertar en un rato —propone el de iris esmeralda.

Sugiriendo la idea de pasar tiempo juntos. Aunque Perrito ya formaba parte del equipo no querían despertarlo, así que decidieron ir a dar un paseo por un mercado. Era precisamente aquel mercado donde tuvieron aquel encuentro hace muchos años. De alguna manera, se había instalado nuevamente en la ciudad de Granada. Era como los tianguis en México, que se trasladaban de ciudad en ciudad, pero en su versión española, ja, ja.

No encuentro razón para no hacerlo dice Mar emocionada al escuchar que saldrían.

Pues está decidido, alístense, cuando esté en la puerta no esperaré a nadie ja, ja, ja dice la azabache con voz decidida mientras se retira a su habitación para prepararse.

Marina y Gato se miran sonrientes por un momento y van a sus habitaciones para alistarse. En el caso de Gato, era difícil ya que Perrito estaba durmiendo cerca de su capa, casi sobre de esta, por lo que tuvo que ser lo más sigiloso posible. Observamos cómo el felino anaranjado intenta no despertar al can, y casi se cae al querer recuperar su capa. Y eso no es todo, casi se cae de nuevo al retroceder y chocar con la mesa de la sala. Pero al final, logra alistarse sin mayores complicaciones.

―Vaya de la que me he salvado ―dice el felino con alivio.

―¿Por qué? ¿Acaso te ibas a caer o qué? ―dice sarcástica la ojiazul, pero al notar la risa nerviosa del anaranjado, se percata de que sí era porque iba a caerse. Ay, Gato...

―Mmmmh... ibas a caer porque te tropezaste con la mesa de la sala, ¿cierto? ―dice la ojiazul obvia e interrogando al naranja.

―Sí, así fue ―confirma el felino anaranjado. La verdad, no se excusaría de alguna forma. El ruido de la mesa se escuchó en toda la casa. De milagro no despertó, solo entre un balbuceo Perrito vuelve a dormir cálidamente.

―Entonces, ya sé por qué se escuchó algo en la sala, ja, ja, ja ―dice Kitty al reír un poco.

―¡Muy bien, ya estoy lista! ―dice con emoción desbordante de sus facciones la amiga anaranjada de Kitty.

¡Encontré a alguien en quién confiar!...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora