capítulo 65

1.2K 89 14
                                    

Teniendo en cuenta muchas cosas decidí irme.

Aunque mi madre lo aceptó sé que no se sienta cómoda de que vuelva a palacio, pero tengo que hacerlo.

Fue como al día siguiente muy temprano que la reina mandó oficiales para llevarme a palacio. La condición de mi regreso fue que no gozaría de los mismo privilegios que tenía antes, ahora llegaría como una dama de la princesa Nitocris hasta que ella se vuelva a Babilonia.

No tuve ningún problema, esa muchacha parece muy buena.

Karoma me ayudaron con la ropa y a estar al tanto de todo.

—El príncipe salió a sus entrenamientos de arco y flecha. —Dijo karoma

—Me comentaron que lo castigaron. —dije

—Pero aún así salió —Caminábamos por los pasillos —Pero hay una persona que te espera en el jardín.

—¿Quién? —Pregunté cuando llegamos.

Era mi padre.
Me abrazó y besó la frente.

—Mis ojos brillan al verte portando las telas más finas nuevamente hija mía. —Dijo feliz.

—Los míos al estar junto a usted padre. 

Pensé que jamás volvería a estar aquí. Quisiera estar con mi madre y mi padre pero no se puede tener todo.

—Azeneth,  le pedí a karoma que te trajera aquí para poder despedirme.

—¿Ah donde va?

—Iré a Menfis a traer unos medicamentos para ti, traer todo lo necesario para tu cuidado, también tendré todo listo por si pasa alguna emergencia.

—¿Cuando volveras?

—No tardaré mucho, no te preocupes que tu padre estará lo más pronto posible aquí. 

Lo abracé por última vez. Él se fue y yo me quedé con karoma.

—No te sientas mal, sennefer volverá y podrás a estar los demás... Cuando simut se entere de que estar devuelta se pondrá muy feliz.

—¿Quienes saben de mi regreso?

—Los soberanos, tu padre y la princesa.

—Quiero ver a simut. –dije.

Decidimos ir al taller de paser para sorprender a simut.

Primero entró karoma y se puso a platicar con simut para distraerlo y así yo podría tomarlo por sorpresa.

—¿Estas ocupado? —Dijo karoma.

Simut se puso nervioso y respondió inmediatamente —No, para ti nunca estoy ocupado. —Dijo el enamoradizo.

—Quería ver como trabajabas.

—Mira esto... —Corrió donde estaban los pairos y al tomar uno terminó tumbando todos.

Yo podía observarlo desde un rincón de la puerta.

Cuando el se agarró la cabeza de sopresa al ver todo tirado, fue cuando yo entré y con mis manos cubrí sus ojos.

—Todo se puso oscuro —dijo —¿Quién e? ¿karoma?

—Yo estoy delante tuyo—respondió karoma.

—¿Entonces? —Preguntó.

—Yo soy... —Dije.

Simut quitó mis manos de sus ojos y volteó.

—¡Azeneth! —Me abrazó. Aún seguía procesando lo que pasaba.

Me reí y lo abracé también.

—Te extrañé... —Le dije.

EL CORAZÓN DEL PRÍNCIPE DE EGIPTO [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora