El dragón con sed de venganza despertará. ¿Podrá Aemir controlar su ira o caerá preso de la oscuridad que amenaza con consumirlo? ¿Será el mundo reducido a cenizas por el fuego de su ira?
Adéntrate en la historia de Aemir Targaryen, primogénito del...
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Chapter Three: El camino hacia el matrimonio
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A Helaena le costaba asimilar la simple idea de que tenía que casarse. Apenas una semana atrás la reina se lo había informado, aunque se había consolado pensando que tardarían en encontrarle un pretendiente. Ahora estaba en sus aposentos, procesando la información. »Te casarás con Aegon, él será tu esposo y tendrán dignos bebés Targaryen«. Había dicho su madre. Nunca imaginó que encontrarían tan rápido a su futuro esposo, y menos que sería Aegon. Aegon apenas la toleraba como hermana. Y Helaena sabía que sería profundamente infeliz si Aegon se convertía en su esposo.
Pero tenía un consuelo: no sería alejada de Aemir, su primo y amigo, la única persona que realmente la entendía. Con él, podía ser simplemente ella misma sin temor a ser juzgada; él la hacía sentir especial.
También estaba su hermano Aemond. Aunque había cambiado, no lo había hecho mucho con ella. Y su hermano más comprensivo, Daeron, se encontraba en OldTown, se comunicaban a través de cartas.
Helaena recordó su conversación con Aemir, antes de hablar con su madre:
»Si te lo pidiera... Si le pidiera a tus padres... ¿te casarías conmigo?
¿Tú harías eso por mí?
Haría cualquier cosa por ti... Arriesgaría mi vida, quemaría King's Landing y los Siete Reinos por ti si fuera necesario.
¿Por qué?
¿Qué crees tú?«
Mientras Helaena recordaba esa conversación, sentía su corazón latir con fuerza. La proximidad de Aemir, su promesa de arriesgar todo por ella, la llenaba de una mezcla de anhelo y temor. ¿Era posible que Aemir sintiera lo mismo que ella? ¿Era posible que él la amara como ella comenzaba a darse cuenta de que lo amaba? Su mente se llenaba de preguntas sin respuesta, mientras la posibilidad de un amor correspondido la llenaba de esperanza y miedo al mismo tiempo. Con el peso de su futuro matrimonial con Aegon sobre sus hombros, la única certeza que tenía era que Aemir estaría siempre a su lado, y eso le daba una pequeña chispa de esperanza en medio de su confusión.
La princesa se negó a salir de sus aposentos por el resto de la tarde. Helaena ni siquiera probó la cena que le fue servida. Aemir creía que Helaena lo estaba evitando; pensó que quizás la había incomodado con lo que le había dicho. La cena no se sentía igual. Normalmente, solo solían estar la reina, Aegon, Helaena, Aemond y él. El rey, debido a sus dificultades, cenaba siempre en sus aposentos (rara vez lo hacía con ellos). Pero ahora solo se encontraban Alicent, Aemond y él. Los dos príncipes se lanzaban miradas desafiantes, y la reina lo notó. Cuando les preguntó qué sucedía, simplemente inventaron una excusa. Esa quizás fue la cena más silenciosa que Aemir había tenido durante su estancia en la fortaleza.
