El dragón con sed de venganza despertará. ¿Podrá Aemir controlar su ira o caerá preso de la oscuridad que amenaza con consumirlo? ¿Será el mundo reducido a cenizas por el fuego de su ira?
Adéntrate en la historia de Aemir Targaryen, primogénito del...
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Chapter Five: La protección del dragón
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Tal como había mencionado Aemond, era cierto. La princesa Helaena observó desde las sombras mientras Aegon y Aemir se deslizaban fuera de la Fortaleza Roja, envueltos en capas negras, sin ser vistos por nadie. » Si ellos pueden salir, yo también puedo hacerlo « Pensó la princesa soñadora. Esa noche, Helaena se aventuró por los pasadizos secretos de Maegor el Cruel, con una capa para ocultar su identidad y seguir a su primo y hermano
Manteniéndose a una distancia prudente, Helaena los siguió por las calles de la Ciudadela hasta llegar al burdel al que solían frecuentar. Aegon se dirigió rápidamente hacia una de las prostitutas
Aemir se sentó solo en una mesa apartada en el rincón oscuro con una jarra de cerveza entre sus manos Mientras observaba a Aegon con dos mujeres bebiendo en la mesa cercana, su mente empezó a divagar.
Recordó el día en que su madre, Lady Rhea Royce, lo había llevado en el caballo por los verdes terrenos de Runestone. Aunque tenía solo tres años en ese entonces, recordaba claramente el calor reconfortante de su madre.
» Un día, todo esto que ves aquí será tuyo, hijo—, había dicho Rhea, con una voz suave y llena de amor maternal.
El niño volteó la cabeza para mirar a su madre, sus ojos brillando con curiosidad infantil.
—¿Cuando eso pase, tú estarás conmigo, mamá?—preguntó con inocencia.
—Por supuesto, pequeño. Estaré contigo siempre, estés donde estés y vayas donde vayas—, respondió Rhea, con una certeza que no sentía del todo. Sabía que no podía prometerle eso, pero no iba a decirle a su hijo que cuando heredara Runestone, ella estaría muerta.
—Te quiero mucho, mamá— dijo el niño, mirándola con ojos llenos de amor y admiración.
—Y yo a ti, mi niño—respondió Rhea, pasando su mano por el cabello de Aemir y desordenándoselo cariñosamente.«
El recuerdo de aquel día era vívido en la mente de Aemir. Recordaba cómo se sentía seguro y protegido en los brazos de su madre, cómo ella le aseguraba que siempre estaría a su lado, sin importar qué. Una lágrima se resbalo por su ojo izquierdo mientras recordaba aquella promesa y cómo todo había cambiado desde entonces. Su madre había muerto poco después de ese día, y él había sido demasiado joven para entender por completo lo que significaba perderla.
Aemir se preguntaba cómo habría sido su vida si su madre estuviera aún viva. ¿Habría sido tan diferente? ¿Estaría ella orgullosa de él ?
