2. Perekles

3 0 0
                                    


Es un... - balbuceo la primera hermana – es un... - pero estaba totalmente impactada para hablar.

-No puedo creerlo... – dijo la segunda hermana abriendo los ojos de manera exagerada – es un...

– ... Dragón . - termino la tercera hermana de impresionada.

En frente de ellas, volando de manera elegante, se alzaba un dragón rojo e imponente. Novia sus enormes a las que parecían de murciélago y de sus fauces salía humo denso. Sus ojos, de un amarillo opaco, miraban inspeccionando el terreno en dónde estaba. En su pecho de escamas brillantes, reposaban las tres gemas, que parecían incrustadas en su piel, como si fueran parte de el.

Las hermanas hicieron desaparecer el escudo que tenían y se dispusieron a entablar la primera conversación con su nueva creación, que en pocas palabras, sería parte de su familia.

El dragón bajo lentamente, y el volcán de dónde salió había desaparecido dejando el sueño liso pero desierto de césped; en cambio había una parte calva y grande llena de suelo partido y reseco. Las garras del dragón de varios de centímetros de largo, tocaron el suelo de forma calmada y el dragón se apoyo en el suelo dejando de mover las a las que lanzaban duras ráfagas de viento. Lo que antes era una lluvia de fuego, ahora volvía a estar como al principio, con el viento moviendo el césped y la luna iluminando los terrenos.

-¡Bienvenido! – dijo la tercera hermana llegando directamente al dragón, tomando distancia de el – Este es ahora tu hogar, esperamos te guste – dijo nerviosa pues el dragón la intimidaba.

-Hola – dijo con voz grave y autoritaria - ¿Quiénes son ustedes? – dijo mirando a las tres.

-Las hermanas Arkemina – dijo la primera hermana – nosotros te hemos creado y estás aquí para ser parte de nosotras – dijo dando unos pasos adelante.

Al parecer, la primera hermana había recordado su poder y ya no le tenía miedo a la nueva criatura que pisaba sus terrenos. Sus hermanas la miraron asombradas y ellas también la siguieron.

-¿Cómo me llamo? ¿Cuál es mi propósito? – dijo el dragón con un tono pasivo, pero con una mirada tenaz.

-Te llamas Perekles y tú objetivo con nosotras es darle a este mundo uma nuevo una oportunidad de prosperar para siempre – dijo la tercera hermana – eres, hasta ahora, nuestra creación más poderosa. Y juntos sacaremos este mundo a adelante – estaba radiante de orgullo y felicidad.

Perekles pareció entender su objetivo y propósito porque después dijo dócilmente:

-Me parece un noble y maravilloso propósito – cada vez que abría la boca para hablar, se podían vislumbrar sus afilados dientes.

Perekles era ser el ser que la tercera hermana estaba esperando con ansias, era servicial y amable con todos lo seres vivos de los terrenos y tenía modales digno de su creación, incluso, reinaba entre los animales un tipo de alegría alrededor de un nuevo líder. Las hermanas confiaron en él todos sus secretos más grandes y el los acogió con confianza, pues parecía tener un respeto enorme hacia las hermanas.

Los días, meses y años pasaron hasta el cumpleaños cien de las tierras que se decoraban, cada día más, con una que otra criatura nueva; los retoños y los bebés de los monstruos y animales silvestres, daban ternura en improvisados nidos hechos por ellos mismo en los árboles cercanos. La tierra parecía saber que un momento único había llegado, porque esa misma mañana la primera hermana dijo:

-¡Esto parece no ser verdad! – exclamo complacida, aunque con tono inquieto – es la primera vez que duramos tanto tiempo en un espacio y tiempo fijo... siento que al fin tendremos un mundo próspero al cual ver evolucionar, hermanas.

La Agora y las gemas de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora