Capítulo 3

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Jeongin acomodaba cada paquete en su estantería correspondiente; verificaba que los precios estuvieran de acuerdo al producto y limpiaba las alacenas que lo necesitaban.

Suspiraba con cansancio pensando en todas las cosas maravillosas que pudiera estar haciendo con Jungwon en su día libre, pero como lo llamaron de urgencia y le ofrecieron una buena paga por eso, no pudo negarse y aceptó trabajar medio día ese domingo.

Su omega se sentía triste por no estar cerca de su pequeño, pero lo dejaba tranquilo el hecho de que estuviera con Beomgyu. El alfa siempre lograba animar al pequeño niño y tenían muchas cosas en común a pesar de la diferencia de edad. A veces se cuestionaba si Beomgyu tenía gustos de niño o Jungwon tuviera gustos de un adulto joven; probablemente la primera opción.

Miró una vez más el reloj colgado en la pared y notó que faltaban diez minutos para que su turno terminara y cinco minutos para que la persona que lo reemplazaría llegara, así que sonrió mucho más tranquilo por saber que ya podía estar lo que restaba del día con su Wonnie y ver todas las películas que quisieran y pasar una linda y tranquila tarde juntos.

Cuando terminó de organizar todas las cosas que debía hacer, se fue a sentar detrás del mostrador mientras esperaba que algún cliente pasara por esas puertas e hiciera su mañana un poco más interesante. Tomó su celular entre sus manos y colocó una canción para que le hiciera un poco de compañía en ese horrible silencio.

—¿Ahora qué hago?—. Susurró para sí mismo mientras miraba la tienda sin una pizca de emoción, su mirada parando en el congelador lleno de helados y sonrió al pensamiento de llevarle uno a Jungwon como disculpa por haberse ido de su lado, así que, metiendo su mano en su bolsillo, buscó un poco del dinero que le había sobrado de su última paga para colocarlo en la caja y cuando sacó su mano, su cara se desfiguró completamente al encontrar la servilleta con el número de aquel alfa desconocido.

No le había escrito, por supuesto que no, pero Beomgyu le había estado insistiendo desde ese mismo jueves en que lo hiciera y ni loco lo haría; además, ni siquiera sabía su nombre y tenía un hijo, ¿qué alfa querría hacerse cargo de un cachorro que no fuera de él? Aunque a pesar del gran dolor que carga por lo sucedido en el pasado, Jungwon era su hijo sin importar que dijeran lo contrario, él lo había criado y lo había llenado de amor incondicional, y ningún alfa valía más que su pequeño. Había luchado y trabajado para tenerlo junto a él después de la muerte de sus padres, y no dejaría que nadie se lo llevara de su lado.

Por otro lado, le costaba admitir que su omega se había encaprichado con ese alfa -y él también- y le reclamaba por querer tener más acercamiento, pero se rehusaba a hacerlo. Aunque debía admitir que el alto tenía muy bueno atributos, como por ejemplo sus largas y tonificadas piernas, su ancho torso que era delgado, pero se notaba trabajado, y sin hablar de su perfecto rostro que parecía haber sido tallado por dioses y su alta estatura que lo hacía sentir indefenso y vulnerable. Pero con el solo hecho de pensar en todo eso le dejaba con miedo. Por Dios, era un omega de 22 años que jamás había tenido una relación en su vida y se la había pasado trabajando y velando por su vida y la de un pequeño que dependía de él, ¿por qué pensar en eso lo ponía tan ansioso?

—Espero que estés pensando en mí—. Saltó repentinamente por el susto que esa voz le causó y cuando sintió su corazón latir desenfrenadamente al mirar el cuerpo vestido con un elegante traje que estaba justo en la entrada de la tienda, quiso desmayarse.

¡¿Por qué ese alfa estaba allí?!

Miró al suelo mientras escondía rápidamente la servilleta en sus bolsillos y mordió su labio por la vergüenza de que pudo verlo con ella. Su omega le reprochaba y le pedía que mirara ese hermoso rostro, pero se negó a hacerlo hasta que sintió que sus mejillas bajaban de tonalidad. Suspirando más tranquilo, alzó su mirada para dirigirla hacia él.

Mafia Hwang || HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora