VI

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"Sueños y Promesas"

Una vez más, la oscuridad de la noche y la luz de las estrellas distantes y del satélite terrestre reinaban sobre los cielos de Kanto. Como ya era costumbre, Ash se dirigió en búsqueda de su mejor amiga, a quien esperó encontrarse en el bosque debido a su más reciente encuentro. Sin embargo, no fue así, por lo que continuó el camino a su cabaña.

Hizo lo que había hecho los primeros días, sacudir el árbol para que Serena lo note y así baje. Esperó un rato en la puerta principal tras esto, y se preocupó al notar que se estaba demorando más de lo normal. Por suerte, su preocupación duró poco al ver a su amiga salir por la puerta.

—Hola Ash. —dijo algo decaída, pero esto no fue notado por el chico en un primer momento.

—¡Hola! ¿Lista para irnos? —preguntó animado como siempre, mientras le extendía la mano.

Serena observó la mano de su amigo unos momentos.

—¿Está bien si... vamos caminando? —preguntó tímidamente, mientras tomaba la mano de Ash.

—Oh... claro, no hay problema. —respondió dudoso.

Durante el trayecto, Ash notó como Serena estaba algo callada, cosa que le preocupó.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Oh... eh... sí... solo... tengo algo de sueño. —mintió.

Realmente se encontraba triste por la idea de separarse de su mejor amigo, pero no sintió el valor suficiente como para revelárselo.

—Entiendo... entonces podemos volver para dormir si eso quieres. —respondió preocupado.

Esto hizo que Serena se alterara.

—¡N...no! —exclamó angustiada—. ¡Quiero ir contigo a ver a Lapras!

—¿Estás segura?

—¡Sí! ¡Muy segura! —dijo viéndolo a los ojos.

El verse mutuamente a los ojos durante unos largos segundos era algo que ya se les hacía normal entre ellos. Ambos se sentían cómodos haciéndolo, y al hacerlo podían indagar un poco más en su compañero. Después de todo, los ojos son las ventanas del alma. Ash notó el espíritu decidido de su compañera, por lo que decidió hacerle caso.

—¡Muy bien! —le sonrió.

Sin saberlo, el niño alegró el pequeño corazón de Serena con una simple sonrisa. Sintió como sus preocupaciones y penas se alejaban para dar paso a la felicidad y calor que llenaba su ser. Una vez con Lapras, Serena pensó que jugarían como normalmente lo hacen, mas Ash tenía otros planes.

—Lapras, ¿crees que hoy podríamos dar un paseo tranquilo? —preguntó al pokémon—. Es que Serena está cansada y no quiero que se canse más.

Serena oyó esto, y aunque se vio tentada a decirle que en realidad no tenía tanto sueño —lo tenía, pero nada fuera de lo normal—, desistió. Por otro lado, le agradó la consideración de su amigo al proponer algo más tranquilo debido a ella. Sin dudarlo, Lapras se colocó en posición para que los niños pudieran subir en su caparazón. Una vez ambos estuvieron arriba, empezó a nadar lentamente recorriendo todo el lago.

Ash se recostó en el caparazón del pokémon usando sus manos como almohadas, y empezó a observar las estrellas. Al notar esto, Serena se recostó a su lado, entrelazando sus manos sobre su estómago, viendo fijamente la calma que reflejaba el rostro de su amigo. Verlo así era algo inusual, sobre todo para sus amigos y encargados del campamento, pero para Serena no lo era tanto. Gracias a ella, Ash aprendió a disfrutar de los momentos relajantes y pacíficos, sobre todo cuando tenía a su mejor amiga haciéndole compañía.

Éramos Niños EnamoradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora