Capitulo 05: Auxilio

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Ninguna de las dos dijo nada mientras se alejaban del vado. De todas formas ¿Qué podían decirse? No eran más que dos desconocidas que la casualidad había decidido coincidir para fortuna de la morena, que de no ser por la pelirosa seguramente la estaría pasando muy mal a manos de todos esos asquerosos violadores. La policía era muy consiente de ello, por eso no había soltado el brazo de la guarura ni si quiera cuando ya no estaban a la vista de los quimobarones, de hecho no fue hasta que llegaron a donde el auto estaba estacionado y además que escuchó como Vi carraspeaba que la soltó.

—Lo siento. — aún se le notaba nerviosa, pero sobretodo apenada. ¡Una civil salvando a una policía! Eso si que daba pena. Pero lo que la cohibía más era que la había visto desnuda en una situación sumamente degradante. Caitlyn podía ser muy diferente a cualquiera de piltover, pero seguía siendo una señorita.

—¡No te disculpes! — exclamó con preocupación la otra, temiendo que todavía de que había tenido un encuentro ciertamente traumante con aquellos alfas, la hiciera sentirse mal por buscar algo de apoyo moral en ella. Además, realmente no le molestaba que tremendo panquecito la abrazara, había carraspeado porque quería romper el silencio incomodo y porque no podía conducir así—La que debería disculparse soy yo, dije cosas muy fuera de lugar allá abajo...— sonrió apenada mientras rascaba su nuca. —Pero espero que entiendas que fue para que te dejarán tranquila. No todos en Zaun somos unos simios en celo. —

Por primera vez desde que se habían conocido la pelinegra sonrió, aunque fue muy poco. La otra mujer tenía una apariencia ruda por su porte y tatuaje en la mejilla, además de ser ciertamente seductora, pero tenía un lado dulce que llamó mucho su atención. —Ni lo menciones. De no ser por ti ellos estarían tomando turnos conmigo. — se abrazó a si misma, trataba de no imaginar que tan lejos hubieran llegado esos idiotas, pero era inevitable. —Gracias de verdad. Eres como mi ángel guardián. — sonrió con sinceridad mirándola con profundo agradecimiento —Me llamo Caitlyn— entendió su mano hacía la otra, esperando por fin conocer el nombre de su salvadora pues no habían tenido tiempo de presentarse debidamente.

—Vi. — no dudo en tomar la mano y estrecharla con confianza, justo como había aprendido de Renata. Sonrió al ser llamada "ángel" porque para ella la única que parecía un ser celestial era Caitlyn. —Escucha, tengo trabajo que hacer...— tras quitar la alarma del lujoso carro abrió la puerta del copiloto —...pero ni loca te dejo sola aquí. Esta por anochecer y créeme que esos canallas no son ni de cerca lo peor que puedes cruzarte por aquí. Así que sube y después de que haga mi trabajo te dejare donde tu me digas. — señalo el interior del auto.

Caitlyn asintió pues como todos había escuchado la llamada y no quería entorpecer más las andanzas de Vi, que pese a lo amable que había sido con ella no imagino que le propusiera aquello. Alzó la mirada al cielo que abandonaba los tonos naranjas del atardecer y comenzaba a tornarse violeta, además comenzaba a ponerse helado. Subió al coche, lo que había echo Vi por ella era suficiente como para confiar plenamente en ella. La pelirosa cerró la puerta, rodeo el auto y subió al asiento del conductor. Al encender el auto una serie de focos neón se prendieron en el tablero juntó a la radio en la que sonaba STAY de Thekid LAROI y Justin Bieber.

—¿No tendrás problemas? — le preocupaba estar metiendo en aprietos a su salvadora, no quería ser una carga, imaginaba que sería muy raro que la chica llegará a recoger a quien suponía era su jefa acompañada. —Traer a una policía en el auto es cuando menos raro—

—Tu tranquila yo nerviosa. — contestó Vi guiñándole un ojo, dejando que su aroma a menta invadiera el pequeño espacio. Esperaba tranquilizar a la chica. Y aunque lucía confiada por su puesto la reacción de Renata era motivo suficiente para ponerse ansiosa... Pero tenía un plan. —Ya pensé en ello. — saco de debajo del asiento de ella una pequeña maleta que usaba para ir al gimnasio y la coloco en el regazo de su pasajera —Aquí hay ropa mía, quizás te quede un poco grande, pero servirá. Cámbiate y yo me encargo de lo demás. —

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