68.

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Día siguiente, Messi no lo podía creer, ya llevaba dos noches durmiendo ahí y definitivamente hoy se tenía que ir.

Se levantó y todos se estaban alistando para irse al recalentado.

— Oigan, ¿Alguno de ustedes sabe cómo llegar a Polanco desde aquí? — Todos se le quedaron viendo. — ¿Qué?

— ¿Ya te vas a ir, mamón? — Memo ya se había acostumbrado a él, no lo iba a negar y realmente no estaba preparado para cuando se fuera.

— Sí, tengo que hacer varias cosas. Y ni si quiera hablamos para lo que venía. — El mexicano llevo a Messi de nuevo la habitación para hablar a solas.

— Perdón por tenerte aquí metido un día. — Se disculpó por lo egoísta que había sido, pero, ¿Cómo culparlo? Amaba tener a Leo ahí.

— No importa, supongo que divertido. — Realmente había sido una buena experiencia, única y rara, pero buena al final de cuentas.

— Entonces, ¿Si la hizo el barrio contigo? — Guillermo estaba feliz por las palabras del argentino.

— Vuelve a decir eso y te juro que no me ves más. — Siempre su naco tenía que decir algo así. Pero aún tenían que aclarar algo. — Y por lo que estabas enojado. Él se llama Cristiano Ronaldo y es de mis mejores amigos, literal de mis mejores amigos y te aseguro que jamás podrá pasar nada entre él y yo, porque él está súper flechado con un chico.

— ¿Qué chico? — Memo quería saber todo lo posible.

— Javier Hernández, sé que es tu amigo. Lo descubrí cuando salimos al concierto y ese día estábamos muy juntos porque yo le estaba contando sobre Javier.

— ¿Cómo conoce al chicha?

— Pues siempre van a ver a Diego, así que por eso lo ubica.

— ¿Seguro que no te gusta?

— Muy seguro. — Se acercó a Memo y le dió un piquito rápido el la mejilla.

El mexicano quedó congelado y Leo salió casi corriendo de la habitación.

《 ¡Nac🍓! 》 「MECHOA」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora